Calificar de epopeya la vida y trayectoria de las mujeres artistas de inicios del siglo XX es más que adecuado, como bien demuestra la antológica que protagoniza Suzane Valadon en el MNAC. Bajo el pertinente título ‘Suzane Valadon. Una epopeya moderna’, encontramos la primera gran muestra dedicada a la pintora francesa del mítico y mitificado entorno de Montmatre.Noticias Relacionadas estandar Si Suzanne Valadon: la musa de Montmartre que se consagró detrás del caballete David Morán estandar Si CRÍTICA DE: ‘La Historia del Arte como pretexto’: Crónica de un Equipo en la Fundación Suñol Isabel LázaroSu vida y su obra conforman un ejemplo de superación en todos los sentidos tanto por su procedencia más que humilde, hija de una lavandera, como por su condición de mujer libre. Valadon usó todas las herramientas para llegar a ser una personalidad reconocida en vida en el circuito artístico por su trabajo. Todo un mérito que demuestra la exposición, aunque con un contexto desarrollado tal vez en exceso, dando un protagonismo extra a sus más que reconocidos coetáneos masculinos, lo que hace de su presencia en su propia antológica un objetivo difuso.Motivos de pesoLa importancia de Valadon como pintora, a estas alturas, es más que reconocida a nivel internacional. Poner en contexto su trayectoria (su faceta así mismo como modelo) con un buen elenco de nombres, así como la gran cantidad de personalidades con las que formó parte de ese gran momento de efervescencia que fue Montmatre a inicios del siglo XX, cuenta con motivaciones de peso. Bien destacan este aspecto detalles de la muestra como son el plano de ese epicentro de creatividad y el paseo que se propone con obras de Ramón Casas, Santiago Rusiñol o Joaquim Sunyer, entre otros, seleccionados de entre los fondos del MNAC por Eduard Vallés (jefe de colecciones del museo) junto a Philip Dennis Cate, comisario independiente y gran especialista.Una exposición que sólo podrá verse en Barcelona y que juega con una escenografía dramática a la que no nos tiene acostumbrados el museo catalán. Un juego de inmersión que huye de lo tecnológico, conseguido a partir de una gran selección de obras y formatos en las que fotos, sombras chinas, cartelería y notas biográficas nos dibujan a una Valadon poliédrica, como esa heroína que fue para la creatividad del momento. Una antológica repoblada de otros nombres, todos ellos masculinos, en pro de entender mejor su contexto, sus dificultades y la épica que genera su figura. No podemos dejar de preguntarnos si de haber sido hombre se la habría acompañado tanto en una muestra, la primera antológica, de esta envergadura.Todas las cartas. De arriba abajo, ‘El futuro revelado o La tiradora de cartas’ (1912); ‘Las bañistas’ (1923); y ‘Autorretrato en el espejo’ ABCVolviendo sobre su pintura, que es la verdadera protagonista, destaca la creación de sus propios códigos. Valadon fue una visionaria, participó tangencialmente de todos los ismos sin adherirse completamente a ninguno, hecho que hace de su obra en conjunto un verdadero elenco de influencias y referentes que ella devuelve formalizados de una manera especial, única y sublime. Un grueso de obra libre, en el que todo está a su disposición de forma natural, desde el tratamiento del desnudo, las carnaciones, las naturalezas muertas y los retratos, que son un artificio pictórico en sí mismo con una versatilidad y expresión remarcables.El retrato, así como el desnudo son los dos grandes intereses de su labor. Una perspectiva del desnudo renovada con una voluntad no estereotipada, fruto de la naturalidad y la no erotización con que vive ese momento tras haber sido modelo para tantos artistas le aportan una nueva visión del tema. Gran ejemplo es ‘La habitación azul’ (1923), adquirida por el Estado francés al año de su producción. En ella pone el foco sobre personajes imperfectos, con miradas displicentes en actitudes cotidianas. Ese mismo enfoque lo busca para sí misma en los muchos autorretratos realizados, del que destaca especialmente el de 1931 ‘Autorretrato con el pecho desnudo’. Una Valadon de 66 años que mira desafiante y a su vez coqueta sin perder un ápice de su rebeldía de juventud, dejando a un lado todo convencionalismo hacia la figura de la mujer.Suzane Valadon ‘Una epopeya moderna’. MNAC. Barcelona. Parque de Montjüic, s/n. Comisarios: Eduard Valles y Philip Dennis Cate. Hasta el 1 de septiembre. Cuatro estrellasLos referentes que sublima en su trabajo van más allá de lo que la rodea, como bien podemos ver en ‘Retrato de familia’, de 1912. En él evoca modelos compositivos del Renacimiento tras pasar por su propio filtro, proponiéndose a sí misma como epicentro de la imagen. Un gesto de dignidad y matriarcado en el que se ve una rejuvenecida Valadon al lado de su joven pareja y su hijo, en postura melancólica. Una visión de la feminidad que traspasa la obra para dar a conocer a una personalidad fruto de la épica de su momento.
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