La brasileña Arajaryr Campos se convirtió en secretaria del militar portugués Humberto Delgado durante su exilio en Sao Paulo, un año después del fraude en las urnas de las elecciones presidenciales de 1958 . Acompañó a Delgado -el llamado ‘general sin miedo’, famoso por decir que, si salía elegido presidente, destituiría a Oliveira Salazar – en su regreso clandestino a Portugal para derrocar la dictadura en vísperas de la fallida revuelta de Beja de 1961. Sin éxito, regresaron a Brasil vía España. Delgado se estaba convirtiendo cada vez más en un enemigo del régimen. El cerco de la Policía Internacional y de Defensa del Estado (PIDE) se estrechó y le prepararon una emboscada, la Operación Otoño. Con el pretexto de una reunión con soldados de la oposición, en realidad agentes de la PIDE camuflados, celebrada en España, cerca de Badajoz, Arajaryr Campos y Humberto Delgado cayeron en una trampa mortal: ambos fueron asesinados en 1965, cuando ella tenía 34 años. Por entonces, Portugal era un país envuelto en una guerra colonial sin precedentes en África , con la oposición política detenida, torturada y castigada en prisiones inhumanas en el extranjero o en el propio país, y con intelectuales, músicos, políticos y refugiados en el resto de Europa.Noticia Relacionada estandar Si Primer golpe al Gobierno de Luís Montenegro, acusado de engañar a los portugueses en las reducciones fiscales Tomás GuerreiroHasta el día en que Salgueiro Maia, coordinado con el Movimiento de las Fuerzas Armadas bajo el liderazgo de los ‘capitanes de Abril’, se dirigió a sus soldados y les animó a la revolución: «Señores, como todos ustedes saben, hay diferentes tipos de Estado: el social, el corporativo y el Estado al que hemos llegado. Ahora, en esta noche solemne, acabemos con el Estado al que hemos llegado», se dirigió a su pelotón, poco antes de desencadenar el golpe militar que cambiaría para siempre Portugal.Día de la libertad«El 25 de abril fue el día de la libertad. La libertad de prensa, la libertad política, la libertad que todos esperábamos desde hacía mucho tiempo, el día de un nuevo comienzo, cuando el sueño se hizo realidad », explica el prestigioso fotógrafo Alfredo Cunha a ABC, evocando los recuerdos de aquel «día inicial, entero y limpio, en el que salimos de la noche y del silencio y habitamos libremente la sustancia del tiempo», como lo describió la poetisa Sophia de Mello Breyner.Al amanecer, los soldados del MFA ocuparon los estudios de Rádio Clube Português, transmitiendo a la población sus intenciones: la vuelta de Portugal a la democracia con la convocatoria de elecciones y el restablecimiento de las libertades civiles. Previamente, la radio emitió canciones prohibidas por la censura, primero ‘Depois do Adeus’, de Paulo de Carvalho, y después ‘Grândola Vila Morena’, de Zeca Afonso.Al mismo tiempo, una columna militar de vehículos de combate, comandada por Salgueiro Maia, salió de la Escuela Práctica de Caballería de Santarém y marchó hacia Lisboa. En la capital, tomó posiciones cerca de los ministerios y luego rodeó el cuartel de la Guardia Nacional Republicana en el Carmo, donde se había refugiado Marcelo Caetano, sucesor de Salazar al frente de la dictadura.Durante el día, la población de Lisboa se unió a los militares, transformando un golpe de Estado en una verdadera revolución pacífica que cambió Portugal. Se abrieron puertas: pluralismo en el sistema político, elecciones libres, derecho de voto de las mujeres, fin de las cárceles y de la policía política, inicio de la libertad de opinión y de expresión, implantación del salario mínimo, prensa libre, fin de la guerra colonial, regreso de los exiliados, música de intervención, Programa Revolucionario en Curso, entrada en la Unión Europea.Alfredo Cunha estaba allí. Era un joven fotoperiodista que vivía el día más feliz de su vida cuando los carros de combate de las fuerzas revolucionarias aparcaron en el Terreiro do Paço y luego ante el cuartel del Carmo, en Lisboa. « Ni siquiera la extrema derecha lo discute, el 25 de abril es unánime », afirma a ABC sobre los nuevos y viejos paradigmas de la sociedad portuguesa.Un grupo de manifestantes celebra la sublevación en las calles de Lisboa ABCTramposos y desconfiados«Abril abrió las puertas a la libertad y a la democracia», asegura. No fueron puertas fáciles de abrir, pasaron 46 años entre el golpe militar de Carmona Machado y la Revolución de los Claveles. «La dictadura nos obligaba a ser tramposos para sobrevivir. No podíamos confiar y éramos muy desconfiados. Nos rebelábamos contra nuestros mayores, contra nuestros padres, era complicado», añade el fotoperiodista jubilado de ‘Publico’ y ‘Jornal de Notícias’, además de fotógrafo oficial de la Presidencia de Mário Soares.Como Cunha, la democracia portuguesa también ha recorrido un largo camino desde que Marcelo Caetano se rindió al general Spínola en Largo do Carmo, a petición de Salgueiro Maia, responsable de las operaciones en el terreno bajo las órdenes de Otelo Saraiva de Carvalho, comandante fallecido hace dos años. «La revolución sólo fue posible porque los vencidos concedieron la victoria a los vencedores . Muchos habían ido juntos a la escuela de caballería, eran amigos en lados opuestos de la barricada. En Carmo, Salgueiro Maia estuvo bajo la mira de un francotirador que nunca disparó. El régimen estaba podrido y acabó cayendo, no servía al pueblo. Los militares derrotados se rindieron», explica Cunha.Durante el día, la población de Lisboa se unió a los militares, transformando un golpe de Estado en una verdadera revolución pacífica que cambió PortugalEl 50 aniversario de la Revolución de los Claveles, el fin de un régimen dictatorial y el comienzo de uno democrático en Portugal, es un marco en el tiempo: los portugueses han vivido más en democracia que en dictadura (46 años) . «Tuvimos que luchar por la democracia, los jóvenes de hoy tienen que luchar por el derecho a la vivienda, a la sanidad, a la educación, a los salarios, nada está garantizado, todo está en juego».Muchas victoriasHa habido muchas victorias, «el servicio nacional de salud, la escolarización, los medios de comunicación, el desarrollo, la miseria total no existe como antes del 25 de abril . Portugal tenía la tasa de mortalidad más alta de Europa, la tasa de escolarización más baja, el país ha cambiado a mejor», afirma el fotoperiodista. Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer para cumplir el legado de abril. «El derecho constitucional a la vivienda aún no se ha hecho realidad», afirma Alexandra Vieira, exdiputada en la Asamblea Nacional y dirigente del Bloque de Izquierda. «Hay otros derechos en los que ha habido grandes avances, la generalización del acceso a la educación, incluso superior, un logro muy importante fue el Servicio Nacional de Salud», añade, destacando la reducción de la mortalidad materno-infantil.Sin embargo, «las familias portuguesas no pueden calentar sus casas en invierno ni refrigerarlas en verano», dice la exdiputada, que destaca los bajos salarios, la desigualdad entre el interior y la costa de Portugal y la falta crónica de inversiones en el sector cultural.También destaca logros como «la extensión de la red eléctrica, la generalización de la sanidad, los transportes públicos, la red de saneamiento, los avances en materia de igualdad entre hombres y mujeres, la construcción de una sociedad más inclusiva».Alfredo Cunha, que vivió los acontecimientos, es inequívoco: «El 25 de abril cumplió sus objetivos: la descolonización, la democratización y el desarrollo de la sociedad portuguesa ». Porque antes de aquel abril, Portugal era un país aislado. Entre 1961 y 1974, estuvo metido en un agujero, en una guerra colonial sin salida, con prisiones políticas y derechos civiles cercenados. Sin el apoyo de la OTAN luchando en las antiguas colonias.«El 25 de abril cumplió sus objetivos: la descolonización, la democratización y el desarrollo de la sociedad portuguesa», dice Alfredo CunhaJosé Dourado es uno de los excombatientes de ultramar, 72 años, se enroló en la marina a los 17. Su padre era funcionario público y no era partidario de Salazar, así que dio el salto a Francia. «La PIDE le pisaba los talones». Se despidieron por casualidad antes de embarcar hacia Bissau a bordo del Ana Malfada. Su hermana lloró mucho, pero el joven de 19 años, con cinco años de escolaridad, le prometió que volvería.Con «miedo, incertidumbre y temblor», desembarcaron en Bissau. Fueron años duros, años mortales en Guinea, con la Unión Soviética prestando apoyo militar al PAIGC, cuyos guerrilleros eran entrenados por revolucionarios cubanos . Dourado se emociona. «El 25 de abril empezó en Guinea», dice. Los muchachos eran más libres para organizarse en las colonias que controlados por los tentáculos del régimen de Portugal.Soldados de ultramarSe rumorea entre los excombatientes que Salgueiro Maia encabezó una petición para exigir mejores condiciones de funcionamiento para los soldados enviados a ultramar. Los suministros escaseaban y la protección individual era inexistente. El descontento creció y las tropas se organizaron. Fue el comienzo de la Revolución de los Claveles.Dourado es sólo uno de los miles de ciudadanos movilizados a lo largo de 13 años, la mitad de los cuales eran africanos reclutados al nacer. Cuando terminó la guerra colonial, Portugal contaba con 150.000 hombres en armas, 60.000 en Angola, 27.000 en Guinea y 55.000 en Mozambique . El Partido Africano para la Independencia de Guinea y Cabo Verde (PAIGC) contaba con el apoyo del movimiento internacional de países prosoviéticos, pero Portugal luchó con orgullo sin el apoyo de Estados Unidos ni de Francia. La paz fue el primer logro de abril, que abrió la puerta a otras luchas al cabo de 50 años.
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