Un equipo internacional de investigadores, dirigido por la Universidad de Oxford y el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), ha conseguido recuperar un registro del campo magnético de la Tierra de hace 3.700 millones de años, el más antiguo hasta ahora. Y ha descubierto que, sorprendentemente, es muy similar al campo que rodea la Tierra en la actualidad. El hallazgo se acaba de publicar en ‘Journal of Geophysical Research’.Sin la protección que nos brinda el campo magnético terrestre , la vida en nuestro planeta no habría sido posible. De hecho, la magnetosfera es prácticamente la única protección que tenemos contra la dañina radiación cósmica y las partículas cargadas que el Sol nos envía continuamente a través del denominado ‘viento solar’.Sin embargo, hasta ahora no existía una fecha fiable que nos dijera cuándo este escudo magnético empezó a ‘funcionar’, permitiendo el desarrollo de la vida hasta alcanzar la diversidad actual.Noticia Relacionada estandar Si Una misteriosa ‘anomalía’ en el núcleo terrestre cambia la duración del día cada 8,5 años José Manuel Nieves Se trata de un ligero bamboleo, una oscilación que también indica que un hemisferio del núcleo interno es más denso que el otroRocas de GroenlandiaEn el nuevo estudio, los investigadores examinaron una antiquísima secuencia de minerales ricos en hierro procedentes del ‘cinturón supracrustal de Isua’, en Groenlandia, uno de los lugares con los afloramientos de roca más antiguos de la Tierra. Las partículas de hierro actúan como pequeños imanes que pueden registrar tanto la intensidad como la dirección que tenía el campo magnético cuando el proceso de cristalización las fijó en su lugar. De este modo, los investigadores descubrieron que rocas que datan de hace 3.700 millones de años ya revelaban una intensidad de campo magnético de al menos 15 microtesla, comparable al moderno, que es de 30 microtesla.Estos resultados han permitido la estimación más antigua de la fuerza del campo magnético terrestre a partir de muestras de rocas completas. Estudios anteriores utilizaron cristales individuales, que permiten una evaluación mucho menos precisa y confiable.«Extraer registros fiables de rocas tan antiguas es extremadamente complejo -afirma Claire Nichols, de la Universidad de Oxford e investigadora principal del estudio- , y fue realmente emocionante ver que las señales magnéticas primarias comenzaron a surgir cuando analizamos estas muestras en el laboratorio. Este es un paso adelante realmente importante en nuestros intentos de determinar el papel del antiguo campo magnético, en un momento en que la vida en la Tierra estaba emergiendo por primera vez».Un escudo protectorAunque la intensidad del campo magnético parece haber permanecido relativamente estable, se sabe que el viento solar fue significativamente más fuerte en el pasado. Lo cual sugiere que la protección magnética de la superficie de la Tierra ha ido aumentando con el tiempo, y eso podría haber permitido que la vida se moviera hacia los continentes y abandonara la protección de los océanos.El campo magnético de la Tierra se genera en el núcleo del planeta, muy por debajo de la fina corteza sólida que pisamos. Allí, a miles de km de profundidad, la rápida rotación del hierro fundido del núcleo externo alrededor del sólido núcleo interno crea una dinamo. Muy al principio, sin embargo, cuando la Tierra aún se estaba formando, el núcleo interno sólido aún no existía, lo que deja abiertas preguntas sobre cómo pudo sostenerse el campo magnético primitivo. Pero los nuevos resultados no dejan lugar a dudas y sugieren que, fuera cual fuera, el mecanismo que impulsó la dinamo primitiva de la Tierra fue igualmente eficiente que el que genera el campo magnético del planeta en la actualidad.Comprender cómo la intensidad del campo magnético de la Tierra ha variado a lo largo del tiempo también es importante para determinar cuándo empezó a formarse el núcleo sólido interno. Lo cual, además, nos ayudará a saber también lo rápido que el calor se escapa del interior profundo de la Tierra, lo cual resulta clave para comprender procesos como la tectónica de placas.Una de las mayores dificultades a las que se enfrentaron los científicos a la hora de reconstruir el campo magnético primitivo es el hecho de que cualquier cosa que caliente la roca puede alterar las ‘firmas’ magnéticas que se conservan en su interior. Y las rocas que conforman la corteza del planeta suelen tener unas historias geológicas largas y complejas, capaces de borrar o alterar los datos magnéticos más antiguos. Afortunadamente, el cinturón supracrustal de Isua, en Groenlandia, que se asienta sobre una gruesa corteza continental que lo protege de la actividad tectónica, hace gala de unas condiciones geológicas únicas, que permitieron a los investigadores reconstruir un conjunto claro de pruebas que respaldan la existencia del campo magnético hace 3.700 millones de años.El misterio del xenónEstos resultados, por último, también pueden proporcionar nuevos conocimientos sobre el papel de nuestro campo magnético en la configuración del desarrollo de la atmósfera terrestre tal como la conocemos, particularmente en lo que respecta al escape atmosférico de gases. Un fenómeno actualmente inexplicable es la pérdida del gas xenón de nuestra atmósfera hace más de 2.500 millones de años. El xenón es relativamente pesado y, por lo tanto, es poco probable que simplemente haya escapado hacia el espacio. Pero, según apuntan algunos estudios, existe la posibilidad de que el campo magnético sí que sea capaz de eliminar de la atmósfera las partículas cargadas de xenón.En el futuro, los investigadores esperan ampliar nuestro conocimiento del campo magnético de la Tierra anterior al aumento de oxígeno en la atmósfera (que tuvo lugar hace unos 2.500 millones de años), mediante el examen de otras secuencias de rocas antiguas en Canadá, Australia y Sudáfrica.MÁS INFORMACIÓN noticia No La Voyager 1 logra comunicarse con la Tierra tras cinco meses enviando mensajes absurdos noticia No Pablo Álvarez: «Nos metieron en un lago y tuvimos que sobrevivir a diez grados bajo cero»Una mejor comprensión de la antigua fuerza y variabilidad de nuestro escudo magnético nos ayudará a determinar si también en otros planetas los campos magnéticos son críticos a la hora de permitir que la vida se desarrolle en sus superficies, y el papel que juegan en la evolución de sus atmósferas.
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