Italia celebra el Día de la Liberación con las heridas aún abiertas

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Italia vivió su guerra civil entre 1943 y 1945, en el contexto de la II Guerra Mundial. Los italianos celebran hoy la Fiesta de la Liberación, establecida por el Gobierno De Gasperi, con el objetivo de conmemorar la liberación del régimen fascista y de la ocupación nazi. Casi 80 años después , Italia no ha conseguido una auténtica pacificación, porque se mantiene fuerte el debate sobre fascismo y antifascismo, con gran distancia entre los partidos. El Día de la Liberación sigue siendo una fiesta que divide a los italianos, aunque todos dicen que no debería ser divisiva. El 25 de abril de 1945 se acabó una guerra civil, con italianos inclinados hacia Mussolini y Hitler durante la República Social Italiana, un régimen colaboracionista de los soldados de ocupación de la Alemania nazi, a los que se enfrentaron los partisanos, entre los que había desde comunistas hasta democristianos (Alcide De Gasperi estuvo en la cárcel bajo el fascismo), pasando por monárquicos, republicanos, católicos, liberales, militares… Es decir, la Resistencia al nazifascismo no fue una «cosa de la izquierda», como durante mucho tiempo fue considerada, con sus símbolos de pañuelo rojo y Bella ciao.Noticia Relacionada estandar Si Por qué Italia es el único país que no vota el nuevo pacto de estabilidad aprobado por el Parlamento Europeo Ángel Gómez Fuentes «Hemos unido la política italiana», ironizó con amargura el comisario europeo de Economía, el italiano Paolo GentiloniUn recuerdo del pasadoLa Fiesta de la Liberación durante las primeras décadas de la República fue unitaria, en el carácter oficial de la celebración, por parte de las fuerzas políticas del arco constitucional. Con el paso del tiempo, la guerra civil y Resistencia fueron, cada vez más, solo un recuerdo del pasado. Pero por parte de algunos componentes de la izquierda hubo una forma de recuperación de la Resistencia, lo que motivó que otras culturas políticas se sintieran excluidas, aunque fueran protagonistas también de la lucha partisana. «Hasta 1994, la fiesta del 25 de abril no era un problema. Para la gran mayoría de los italianos era el comienzo de un puente. Era un día de luto sólo para los neofascistas. Pero el partido italiano de centroderecha, la Democracia Cristiana (DC), no tenía problemas para celebrar la Fiesta. Los demócratas cristianos eran antifascistas», ha escrito el periodista del ‘Corriere della Sera’, Aldo Cazzullo, autor del libro ‘Hombres y mujeres de la Resistencia’. «A partir de 1994 –añade Cazzullo– el 25 de abril volvió a dividir, por el simple hecho de que la derecha se negó a reconocerse en un patrimonio de valores comunes. Por supuesto, el rechazo al antifascismo también está muy extendido en la sociedad». En 1994 se inició en la práctica la II República, con la celebración de las elecciones generales del 27 y 28 de marzo, ganadas por Forza Italia, el partido fundado por Silvio Berlusconi. Precisamente, en la fiesta del 25 de abril de 1994, Forza Italia fue expulsada de la manifestación conmemorativa que hubo en Milán. En los años siguientes, la Fiesta de la Liberación quedó cada vez más restringida al campo de las fuerzas progresistas, aunque ha habido iniciativas importantes, incluso de algunos líderes posfascistas, para reconocerse en una herencia de valores compartidos. Por ejemplo, Gianfranco Fini, fundador de Alianza Nacional, al que perteneció Giorgia Meloni, marcó en 1995 un nuevo camino a su partido, con una orientación de derecha conservadora y europeísta, en un célebre discurso en el municipio de Fiuggi, a 90 kilómetros de Roma: «Es justo pedir a la derecha italiana el afirmar sin reticencias que el antifascismo fue un momento esencial para el retorno de los valores democráticos que el fascismo había conculcado». Después, Silvio Berlusconi, con un foulard partisano, en Onna, un pequeño pueblo de la región de Abruzzo, dijo en otro célebre discurso: «Nuestra tarea es construir finalmente un sentimiento nacional unitario, una democracia pacificada».Capítulo cerradoLas vísperas de la celebración de este año han estado totalmente impregnadas por el debate sobre el fascismo y antifascismo. En estos días, desde la izquierda se vuelve a atacar y acusar a Giorgia Meloni de no haberse declarado expresamente antifascista. La primera ministra ha dicho varias veces que el fascismo es un capítulo cerrado y en el Parlamento manifestó: «Nunca he sentido simpatía por el fascismo». Hoy los líderes de los partidos italianos volverán a celebrar el 25 de abril cada uno por su lado. Un año más, las cuestiones individuales y episódicas han vuelto a agitar el debate público, sobre todo por parte de las fuerzas políticas del llamado mundo progresista que utilizan la efemérides para hacer valer el propio punto de vista. Algunos políticos experimentados, como el democristiano Pierferdinando Casini, parlamentario desde hace 40 años, ve incluso una «especie de involución anti-histórica de una parte y de otra de la clase política». «La izquierda –añade Casini– comete un error fatal: querer monopolizar el antifascismo como valor exclusivo de una parte y no de todos». En definitiva, el Día de la Liberación, el 25 de abril, sigue siendo la fiesta más divisiva que hay en el calendario laico de Italia, seguramente un caso único en Europa, como lo es también España con su «memoria histórica».

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