Luis Landero: «El arte nos redime a todos de la vulgaridad»

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Un contador de historias pasó ayer por el Aula de Cultura ABC . Heredero de tradición oral con la que empezó a cimentar su imaginación durante su infancia en Alburquerque (Badajoz), sin ningún libro alrededor, mucho antes de que se convirtiera en uno de los escritores más respetados del país, recordó dónde anida su genio creativo: en el lenguaje popular y en las ensoñaciones, en las apariencias. Puro Cervantes. «En mi niñez no tuve libros, me crié entre campesinos, analfabetos, ¡pero qué bien hablaban! Era un lenguaje popular que venía rebotado durante siglos de generación en generación y hablaban con una propiedad sintáctica, con una música… Para mí, la mejor prosa, la literatura, es la que posee una armonía entre el lenguaje culto y el lenguaje popular», dijo. «En mis novelas suelen aparecer siempre los individuos que llevan máscaras, como el Quijote que es un hidalgo y se pone el traje y se lanza a por aventuras y aparece el orador extraordinario que hay en él… Todos somos un poco así, todos somos un poco actores y representamos papeles». Autor de ‘La última función’ , su última novela, y títulos como ‘Juegos de la edad tardía’ que le valieron los premios Nacionales de la Crítica y de Narrativa, durante su conversación con Carlos Aganzo , director de la Fundación Vocento, Landero se definió como un habitante del mundo de los sueños. «Cuando somos jóvenes hacemos proyectos muy generosos sobre nuestro futuro, todos soñamos, aspiramos. Luego pasan los años y esos sueños se van marchitando. Y hay un momento en que un soñador se encuentra en una edad madura donde la vida es ya lo que no has conseguido. Y en ese momento llega la gran pregunta: ¿qué hice yo con esas ilusiones? Si has intentado hacerlos realidad y has fracasado, pues lo has hecho con orgullo y con dignidad, como el Quijote, que pierde todas las batallas; perdedor sí, pero fracasado no», comentó. Para esto también está el arte, para mantener vivas las ilusiones: «El arte nos redime a todos de la vulgaridad y nos hace mejores. Nos eleva por encima de nuestra condición. Noticia Relacionada estandar Si Luis Landero: «Siempre se escribe desde la insatisfacción. La gente feliz no fantasea, ¿para qué?» Bruno Pardo Porto El escritor publica ‘La última función’, una novela sobre un artista sin éxito pero con fe, una mujer perdida y un pueblo que lucha por sobrevivirEl autor de ‘Lluvia fina’ comentó que hay dos tipos de escritores: los que pueden novelar «no importa qué», como Vargas Llosa , y los que tienen un mundo más cerrado y están moliendo siempre el mismo grano: «Yo soy de esos». El amor es un grano. «No el amor a una pareja, sino a muchas cosas, a la vida, al prójimo, a la naturaleza… todo este tipo de buenos sentimientos y nobles aspiraciones». El amor también redime a la condición humana, dijo. «Es un negocio increíble. Porque te encuentras en un banco a dos adolescentes que además son feos y de pronto él le dice a ella: ‘Me has transformado la vida porque eres la mujer más hermosa del mundo’. Y ella le responde con palabras parecidas. Por su invención, de unos pobres desgraciados se han convertido en reyes del mambo, de un reino que ellos han inventado». Escribir «es una manera de ponerle palabras al mundo por insatisfacción», dijo. «Todo nace de la insatisfacción. El hombre feliz no fantasea, solo el insatisfecho, porque no está a gusto en el mundo. Y tiene que inventar. Ahí está el amor».Poeta frustrado, según él, Landero está estrechamente vinculado al teatro y durante un tiempo se dedicó al mundo de la farándula. «Fui guitarrista flamenco. Soy el único guitarrista flamenco que ha recibido premios literarios. Lo fui por azar, para escapar del mundo en el que entonces estaba atrapado», rememoró. En el público había una mujer a la que dio clases de guitarra cuando ella tenía veinte años. «No me digas, ¿yo te di clases de guitarra?». Hubo humor en las intervenciones de Landero y también en su diálogo con el público. «Hay autores que son ajenos al humor y otros que lo tenemos. Primero, sirve para distanciarte; es un modo de lucidez, un tipo de extrañamiento porque de pronto ves las cosas desde un ángulo insólito. Y luego sirve para extraviar. Si te pones dramático, te acecha el patetismo; si te pones tierno, te acecha la cursilería. El humor sirve para no caer en esos extremos. Es un arma maravillosa».Landero contó también que escribe a mano porque es la mejor manera de concentrarse -«no se trata solo de convocar la imaginación, sino a los cinco sentidos»– y celebró a don Quijote porque no se cansa nunca de vivir: «Es como los niños, siempre está en plenitud». A quienes se acercaron al Círculo de Bellas Artes a escuchar a Landero, la hora se les hizo corta.

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