Si el amor romántico es tóxico, la política romántica, ¿también?

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El ‘ahora no respiro’ del presidente del Gobierno de España ha hecho que se tambaleen los cimientos del nuevo orden mundial. No hablo de política. Es algo mucho más profundo, que afecta a nuestra forma de pensar. Ahora que por fin empezaba a asentarse en Occidente la teoría de que el amor romántico, tan idolatrado por los poetas, es una estafa y es tóxico… llega el mismísimo Pedro Sánchez y nos casca un «soy un hombre profundamente enamorado» como argumento en un documento oficial . Sus cuatro folios lo son, aunque a la vez sean un post de Twitter. Tanto explicar que el concepto del amor romántico no era más que un engaño del patriarcado, una idea trampa que se mueve libremente por la sociedad y la cultura y, por tanto, se incrusta en nuestras mentes sin que seamos conscientes para atraparnos en una cárcel… para esto.Leo y releo la carta que anuncia la retirada del amante a sus aposentos y sólo puedo pensar en la amada . ¿Dónde queda su individualidad? ¿La de la mujer trabajadora? ¿Dónde está su voz? ¿Dónde su propia defensa? Entiendo, aunque no comparto, que haya mujeres que acepten ser defendidas por un hombre, pero no le veo el valor añadido a que éstos lo hagan desde la irracionalidad sentimental. Menos cuando se trata de un caso judicial. ¿Es el amor acaso un argumento jurídico? ¿O político?Y sin embargo, de los suyos, no escuchamos más que deseos de cariño y apoyo para la pareja. Parece una boda. Si yo fuera Begoña Gómez me mosquearía. ¿Puede, alguien, por favor, desearle que el proceso sea limpio y rápido? ¿Qué quede bien demostrado, sin ningún tipo de duda, que no ha hecho nada fuera de la Ley? ¿Qué se confirme, también, que ha cumplido el Código Ético y de Conducta del PSOE y su artículo 5.7? Yo se lo deseo. De corazón y con conocimiento de causa. Hace unos años un tipo nos sentó en el banquillo por unos recortes de prensa. Eran unos recortes de prensa nuestros. Me explico: los habíamos escrito nosotros. Ganamos el juicio y la misma jueza nos dejó caer en sala que igual deberíamos denunciar al denunciante. Les confieso que no nos quedaron ningunas ganas. Los procesos judiciales desgastan y, al final, nos bastó con nuestra absolución. De aquello solo saqué una conclusión: nadie está libre de que otros le lleven al Juzgado. Lo contrario es inmunidad y no suena, porque no es, muy democrático. Hasta una infanta de España llegó a sentarse en el banquillo. ¿Justo? ¿Injusto? En ambos casos, igualdad de oportunidades. Aunque de las amargas. A la Justicia la pintan ciega, como al amor, y a lo mejor es por eso que Pedro Sánchez confunde ambos conceptos. Aquí lo tenemos, cegado, desnortado, haciendo política romántica. A ver en qué quedamos.

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