Garbiñe Muguruza ha dado adiós del tenis , y en las redes la han despedido diciendo que no la ven esbelta , precisamente. Nunca faltan los amables, pero los amables al revés, que son los que entrenan el odio en la fiesta digital. A veces me recordaba Francisco Umbral que un académico es un señor que se acaba convirtiendo en un sillón. Y uno diría, haciendo pirotecnia alegre con la frase, que una tenista es una señorita que se acaba convirtiendo en musa de Twitter. O en estadio, como le ocurrió a Arantxa Sánchez Vicario . El tenis, hoy, es un poco un cóctel sin cóctel, porque los del tenis, ellas y ellos, son gentes guapas, como domiciliada en Hollywood , y porque la grada de estos torneos es un picnic de mucho alterne social, donde igual te encuentras a Jaime de Marichalar que a una hija de la Preysler. Y todos, y todas, con ese bronceado de pretemporada que parece que lo tuvieran no tanto tomar el solecito de asueto, sino por contagio saludable de tratar con el elenco de tenistas, donde han militado Romeos de mucho spot como Feliciano López o Fernando Verdasco. Y luego está Nadal, o Carlos Alcaraz, naturalmente. MÁS miembros de la tribu dorada noticia Si Helmut Newton, el porno de la corsetería noticia Si Marichalar y otros raros de linaje noticia Si López Vázquez, el talento en día laborable noticia No Aitana, operada de urgencia en México noticia No Elle y sus hermanasPero lo que está, sobre todo, es la grada de alfombra roja y luego una copa de tenistas históricas donde constan Lucie Safarova, Magdalena Rybarikova, Serena Williams, Martina Hingis y Garbiñe Muguruza, citando deprisa y diverso. Yo últimamente le había pillado mucha afición a las sirenas nacionales o internacionales de piscina, que son un cruce de atletismo y rímel. Pero esto del tenis femenino incluye el lujo para melómanos del erotismo de cancha. Por mujeres como las citadas, y otras, le hemos venido pillando hábito de vicio a algunos deportes, como el tenis, donde ya digo que hay una graderío snob y bien tostado , una Ibiza de aficionados que van un rato al sitio, como si fueran a ver ganar a Alcaraz y, de paso, se hacen una portada. Las guapas también son tenistasGarbiñe nos gusta antes, y ahora. No hace mucho, le dieron mucha metralla a ‘Lobo’ Carrasco por elogiar en un tuit las piernas de Garbiñe. Yo creo que no había para tanto. Es más, las piernas de Garbiñe merecen no un tuit, sino un soneto. Recuerdo que Arantxa Sánchez Vicario soltó en su día algo memorable: «Lo que pasa es que ahora las tenistas son muy guapas». Y recuerdo también que cuando Cristiano Ronaldo sale de apolo de póster, en calzoncillos, nadie va y censura a los piropeadores, que suelen ser piropeadoras. De modo que el gentío se puso muy estricto en su momento con Carrasco, cuando a lo mejor a Garbiñe hasta no le parece mal que le celebren la raqueta y también le celebren el fémur, que no sé lo que le parece, la verdad. Pero se montó mucho Roland Garros de trifulca en las redes, que son un tenis de psicópatas. Ahora ha pasado lo mismo, sólo que no celebran las piernas de Garbiñe sino sus brazos de chavala bien desayunada. Le doy a Arantxa toda la razón en su frase de diagnóstico del tenis y sus nuevas mujeres sucesivas. Y hasta añadiría que ahora lo que pasa es que las guapas también son tenistas, contra lo habitual, hace un tiempo, cuando casi todas eran el increíble Hulk con faldita de ala. Las tenistas no son lo que eran , incluyendo a Arantxa, o a Garbiñe, que yo creo que empezaron a gustarse a fondo cuando se dieron al tenis de la vida, después del tenis propiamente dicho.
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