El PSOE hace una última y desesperada súplica a Sánchez

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El PSOE hace una última y desesperada súplica a Sánchez

Quédate. Fue la palabra más repetida este sábado en Ferraz. Sonó en boca de la vicepresidenta primera y número dos del PSOE, María Jesús Montero , y en la de varios dirigentes más. En la de los miles de manifestantes que acudieron a las inmediaciones de la sede, en una movilización de relieve pero que no adquirió tintes históricos como se pretendía, tal y como admitió la poco sospechosa delegación del Gobierno, que concedió, generosa, 12.500 asistentes. El delegado, Francisco Martín, participó del evento como miembro que es del Comité Federal socialista. Muchas menos, por ejemplo, que las que respaldaron las movilizaciones convocadas este mismo año por el Partido Popular (PP) en contra de la amnistía. Y sonó, en fin, en la boca del cantante Quevedo, pues su hit homónimo con Bizarrap abrió la selección musical que coronó una fiesta con un clima de intensa emoción, lágrimas en los ojos de varios ministros ( Óscar Puente, Félix Bolaños, Pilar Alegría ) y una exuberante Montero, que se dio un baño de masas, repartiendo junto a sus compañeros besos y abrazos. No todos lo vivieron con la misma intensidad, ni con la misma disciplina. Cuando la música (que concluyó con La Internacional y transitó por éxitos oportunamente elegidos, como el ‘Pedro’ de Raffaella Carrà) seguía sonando a todo ritmo y la euforia se desataba en la calle, los dos dirigentes orgánicamente más próximos a Sánchez, y vinculados desde siempre a su historia en el partido, aun con altibajos en su relación, el jefe de Gabinete Óscar López y su segundo, Antonio Hernando , contemplaban la escena con cierta impasibilidad. Sus caras, para quien quisiera observarlas con detenimiento en medio del frenesí de la fiesta, no hacían presagiar nada bueno a quienes lanzaron ayer una última y desesperada súplica al presidente. «Pedro, quédate», subrayó Montero en el primero de los discursos de un Comité Federal que fue de todo menos una reunión ordinaria del partido, y añadió una referencia expresa a su esposa, Begoña Gómez, también militante socialista: «Begoña, compañera, estamos todas contigo. Todas». A la llegada, bajo una intensa lluvia y con total disciplina, casi todos los dirigentes se detuvieron ante un micrófono colocado esta vez (otra excepcionalidad) por el departamento de prensa de Ferraz, para repetir la misma letanía. La de que el presidente es víctima de un ataque antidemocrático por la parte de la «derecha y la ultraderecha» que no ha respetado ni a su familia. De «cacería» la tachó Bolaños, de «ataque indiscriminado que llevamos sufriendo desde hace más de diez años» habló Alegría e incluso se vieron caras que llevaban tiempo fuera de la primera línea, como la de la expresidenta del Congreso, Meritxell Batet, quien denunció una «estrategia para destruir a la persona» y dijo que «la sociedad no se merece eso».elecciones_correo_0679 Elecciones por correo ABC te ofrece la jornada de la campaña electoral catalana en 5 minutos NoDentro se celebraba una reunión, la del máximo órgano entre congresos del partido, que no disimuló con formalidad alguna que en realidad se trataba de otra cosa. Se ratificó por aclamación como candidata a las europeas a la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, y se concedieron 19 turnos de palabra. Cuando llegó el noveno, el Secretario de Organización, Santos Cerdán, no se anduvo por las ramas. Señaló que los que quedaban por intervenir iban a manifestar cosas parecidas y dijo que «creo que es el momento de que salgamos a la calle con esos miles de compañeros y compañeras, nos fundamos en un abrazo y le digamos a nuestro secretario general que merece la pena». Acto seguido Montero abanderaba a quienes bajaron a saludar a los manifestantes. Noticia Relacionada estandar Si Los jueces recuerdan que ni Sánchez ni su mujer Begoña Gómez «están al margen de la ley» Nati VillanuevaPero antes, y entre Montero y Cerdán, intervinieron otros siete dirigentes. Ribera, el ministro Puente, los líderes catalán y vasco, Salvador Illa y Eneko Andueza, y los tres presidentes autonómicos del partido: Adrián Barbón (Asturias), María Chivite (Navarra) y Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha) . Los tres primeros pronunciaron encendidos discursos pidiendo a Sánchez no renunciar. Puente poniendo como ejemplo a su abuelo encarcelado en el franquismo, y Andueza recordando a los socialistas asesinados por ETA e incluso, afirmó en primera persona, a quienes tenían que mirar debajo del coche en los años más duros del terrorismo en el País Vasco. Barbón, quizás premonitoriamente, citó un pasaje del discurso de dimisión en 1981 de Adolfo Suárez, el único presidente que hasta el momento lo ha hecho, y Chivite dijo sentirse «identificada», pues «como presidenta también sufro esa escalada de insultos y de odio», algo que ejemplificó en «cuando tiran huevos en casa de mi madre». Seguramente no era intencionado, pero todos ellos parecieron indicarle a Sánchez que no es el único que ha sufrido ataques y complicaciones por dedicarse a la política, y ni siquiera el que las ha tenido peores. Desde hace días, y en privado, dirigentes que creen que hay una persecución antidemocrática y ultraderechista contra el presidente admiten que parte de la actividad privada de su esposa era «poco estética» y difícil de defender en público. La impronta de PageCapítulo aparte, como casi siempre en un Comité Federal, merece Page. No era el día, claro, de reiterar sus profundas discrepancias con Sánchez, fundamentalmente la amnistía y el acercamiento a los separatistas, pero a su manera el líder de los socialistas de Castilla-La Mancha dejó una impronta distinta, aunque en esta ocasión arrancando aplausos de los suyos, incluso de alguno de sus viejos antagonistas, como Puente. Evitó en todo momento pedirle a Sánchez que se quede, y aseguró que «una demanda no puede tumbar a un presidente». Si bien elogió que hubiera mostrado en público su dolor y arremetió, sin nombrarlo, contra Carles Puigdemont, por haberse burlado de ello diciendo que «de casa se viene llorado». «Y lo dice el que huyó de España en un capó», sentenció arrancando una ovación de los socialistas, que no secundó, con gesto serio, el ministro Bolaños, uno de los principales negociadores de la ley de amnistía. Page no quiso sumarse al desfile de exaltación con los simpatizantes antes de regresar a Toledo.Cuando la música dejó de sonar, y los manifestantes se dispersaban, varios dirigentes manifestaban, ya ‘sotto voce’, un deseo: «Esperemos que le haya llegado el mensaje». A un miembro de su equipo le contestó con un emoticono de corazón cuando le envió una de las imágenes de la jornada, pero poco más. A tres kilómetros, los que separan Ferraz de La Moncloa, el matrimonio Sánchez-Gómez rumiaba una decisión que se conocerá este lunes y que podría ser histórica.

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