Era marzo de 2019. Se celebraba en Washington el Congreso Político de Acción Conservadora, CPAC. Con Donald Trump en la Casa Blanca , aquello era ya poco más que un elogio festivo del presidente. En los pasillos, una mujer morena, con una camiseta azul y una gorra roja con una credencial de prensa y una estrella de David pegada en el pecho iba gritándole a un periodista de la CNN, Oliver Darcy. «Sois unos falsos, un fraude, sois enemigos del pueblo, deberíais estar prohibidos «, gritaba. Preguntada por aquel jaleo, Laura Loomer , que ese era su nombre, dijo a ABC que había comenzado una campaña en contra de una suerte de contubernio entre los medios de comunicación, las redes sociales y todos los políticos que no apoyaban a Trump para silenciar a la oposición e imponer una dictadura de pensamiento único. Al señalarle la estrella de David, símbolo de la fe judía y a la vez de la peor atrocidad cometida en su contra, Loomer dijo que la lucía en protesta por haber sido represaliada como los judíos, al ser expulsada de Twitter por llamar antisemita a la diputada demócrata musulmana Ilhan Omar. Nacida en Arizona en 1993, se ha trasladado a Florida para estar cerca de Trump y tratar de ganar allí un escaño«Soy víctima de censura, se me ha silenciado, América debe saberlo», dijo en una breve entrevista. Poco después se la invitó a marcharse y los organizadores le retiraron la credencial de prensa al día siguiente. Ella se creció, y en las redes sociales que aun le permitían publicar, se dijo todavía más víctima. En la era Trump, CPAC ha tendido a ser imán de una variada fauna de activistas políticos que parecen conducirse por esa delgada línea que separa la cordura provocadora y un patente fanatismo. Con el pago de unos cientos de dólares o el registro como periodista, personas como Loomer han podido acercarse a una serie de asesores y conseguidores cercanos al líder en persona, y eso ha atraído a una amplia gama de simpatizantes, críticos y curiosos de todo el espectro político, ansiosos por influir o simplemente observar de cerca el epicentro de poder. En 2020, por ejemplo, Sasha Baron Cohen se paseó por aquellos pasillos vestido de Trump para la secuela de ‘Borat’, sin llamar apenas la atención. Eso demuestra hasta qué punto la extravagancia y el teatro político se han normalizado en tales eventos, convirtiendo lo que una vez pudo haber sido una anomalía llamativa en apenas otro momento en el orden del día.El caso de Loomer, sin embargo, refleja como en el caótico universo de Trump, a veces los provocadores de la periferia llegan a orbitar hasta el centro mismo del núcleo político. El presidente, al fin y al cabo, ha tenido su cercanía y ha expresado hasta admiración a amigos de Loomer, como el neonazi antisemita Nick Fuentes, el rapero radicalizado Kanye West o el locutor conspirativo Alex Jones. Ahora, tras años de altibajos, de presentarse a primarias y ganarlas, de perder elecciones a diputada, de ser echada de redes sociales y vuelta a admitir, Loomer ha conseguido estar en el radar de Trump. Sobre todo lo ha conseguido siguiéndole ciegamente allá donde él va, hasta las puertas mismas del juzgado de Nueva York que le procesa estos días por fraude. Desde allí, Loomer ha denunciado la persecución de la justicia, el uso de las imputaciones contra los líderes políticos, los excesos del ‘lawfare’.En su jet privado Admiradora ciega de Trump, asegura en uno de sus miles de mensajes grabados y difundidos en sus muchas plataformas: «Dicen que Laura Loomer está obsesionada con Trump. Y es verdad. Lo estoy. Todo el mundo debería estarlo. ¿Creen que tengo vida social? ¿Creen que tengo vida amorosa? ¿Creen que estoy casada? ¿Creen que tengo hijos? ¿Creen que salgo y hago cosas divertidas? No. Porque siempre estoy dedicando cada momento extra que tengo a apoyar al presidente Trump». Para Loomer, la democracia es Trump y Trump es la democracia.Tal ceguera en su defensa llevó a Trump a invitarla a uno de sus clubs de campo, a verse con ella, a invitarla a volar en su jet privado. A principios de año hasta pidió a su equipo de campaña que le buscara un empleo de cara a las elecciones de noviembre de este año. Cuando el ‘New York Times’ publicó esa información, el fichaje quedó abortado, porque a parte de su defensa de Trump, Loomer ha dado muestras de ser toda una creyente ciega en teorías de la conspiración de todo tipo. «Cualquiera que no vote por el presidente Donald Trump en las elecciones de este año debería ser declarado enemigo del pueblo»No hay dos ideas contradictorias que no quepan en su cabeza. Ha comparado a la Liga Antidifamación, que combate el antisemitismo, con Hitler, por hacer «listas de judíos buenos y malos» (ella es judía). A su vez, se declara « orgullosa islamófoba« y acusa a todos los musulmanes sin distinción de ser enemigos de la libertad de las mujeres y los homosexuales. Ha denunciado que algunos de los tiroteos masivos más mortales de la historia de EE.UU., como el de Parkland (17 muertos) fueron en realidad falsos, un montaje de quienes quieren prohibir la tenencia de armas. En las primarias republicanas, acusó a Casey de Santis , esposa del gobernador de Florida y fallido candidato rival de Trump, de exagerar su cáncer de mama para ganar simpatías.Parece sin embargo, que esto sólo la ha enardecido más, y a pesar de que su contratación se frustró, es hoy más trumpista que nunca, tal vez con un ojo puesto en algún lugar del gobierno una vez Trump vuelva, su vuelve, a la Casa Blanca. Además, ella se conduce con maestría por los vetos. Por conseguir, hasta consiguió algo inaudito: fue vetada a la vez por las dos grandes plataformas de transporte en coche Uber y Lyft, tras sugerir en 2017 sin pruebas que una red de conductores musulmanes en Nueva York era culpable de un atropello masivo terrorista en el que murieron ocho personas.Su última provocación ha sido proclamar en una entrevista que los judíos que no voten por Trump pueden proceder a ingresar voluntariamente en una cámara de gas , dado el odio que sienten contra sí mismos. Después procedió a proclamar: «Cualquiera que no vote por el presidente Donald Trump en las elecciones de este año debería ser declarado enemigo del pueblo».
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