Este partido ya se ha jugado. Muchas veces. Igual demasiadas. El derbi de este domingo en el Villamarín terminó como muchos otros de los últimos tiempos, sin desbloquearse, sin ganador en el marcador, que acabó con 1-1, aunque con un regusto mucho mejor para el Sevilla, a once puntos del Betis en la tabla de Primera y con menos favoritismo previo en esta ocasión. Lo mismo ha dado. Sin nada del otro mundo pero con oficio pescaron el punto para frustrar al enemigo. La mayor iniciativa local no llegó a tener el reflejo que los béticos esperaban y el orden sevillista, especialmente en la labor defensiva, se impuso a una vanguardia verdiblanca a la que le faltó mucha claridad. Como viene sucediendo casi toda la temporada. Con sus recursos, los de Quique Sánchez Flores hicieron, quizás, el partido pensado maniatando a su rival e incluso saliendo con cierto peligro en algunas fases. Fueron levemente mejores los de Manuel Pellegrini , de ahí que haya que vincularles a ellos mayor nivel de frustración. Código Desktop
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El chileno sigue sin llevarse un derbi en Liga entre otras cosas porque el equipo no estuvo fresco en los metros finales y, al menos aparentemente, la tensión, la propia presión del lastre histórico , parece que pudo superarles en muchos momentos del encuentro. El Sevilla, por su lado, sigue sin perder en Heliópolis porque supo hacer de la necesidad virtud y, a pesar de que en ataque se prodigó bastante poco, parece entender de manera más acertada qué significa jugar este tipo de partidos. En el de esta ocasión, pasaron muchas más cosas que buen fútbol, de hecho. Lesiones, decisiones arbitrales polémicas y muy discutibles y muchas faltas aderezaron un plato que ya iba demasiado cargado de sal y pimienta y no suele necesitar condimentos de más. Y eso que llegaban los dos contendientes con tendencias claramente alcistas para la recta final de campaña pero con ese ambiente de fondo , apenas tangible pero bien conocido y digerido por las dos aficiones, en el que tanto pesaba la estadística favorable a los sevillistas, esa especie de bloqueo bético jugando derbis, que no ganando. Porque ganar es otra cosa . En Heliópolis sólo se habían sumado tres triunfos ligueros locales en todo el siglo XXI, por decir algo. La angustia, la presión y casi la obligación vestían con camiseta de rayas, especialmente por tener en juego los puestos europeos. La Real, la sexta plaza, se queda ahora a sólo dos puntos. Era mejor alcanzarla en la clasificación, claro. Mantuvo Pellegrini el once esperado, el de Bakambu en la punta escoltado por un trío muy en forma, el de Fornals, Isco y Ayoze, con el aval de los dos últimos triunfos. Sí movió un poco el avispero Quique sacando a Salas de la titularidad, ojo al detalle porque el chaval luego fue decisivo , para darle a Acuña el puesto de tercer central zurdo y el carril izquierdo a Ocampos, lo que permitió meter a Suso por detrás de los arietes. Aunque apenas tuvo tiempo de desarrollar la idea original por la temprana lesión de Isaac Romero , que a los doce minutos se echaba la mano al muslo tras un mal centro y pedía el cambio. Lukebakio lo sustituía en la misma demarcación en un momento en que los sevillistas estaban aprovechando ya con claridad el nerviosismo de los verdiblancos, con el ‘modo derbi’ activado y resoplando tras haber podido quedarse con diez a los seis minutos por un entradón de Fornals al tobillo de Soumaré que se quedó en amarilla y pudo ser más. En otros partidos ha sido más. Una roja podría haber variado el encuentro enormemente desde el principio y Sánchez Martínez la perdonó. De una forma u otra, el percance posterior de Issac varió un tanto el escenario, que estaba siendo favorable a un Sevilla más asentado.De la mano de Ayoze y de un creciente Isco, el Betis comenzó a controlar algo más el balón y un partido por momentos exasperante, lento, plagado de imprecisiones y con titubeos generalizados por aquello de la tensión. Los de Quique asustaron una vez más, eso sí, con un gol de Ocampos que acabó anulado por estar en fuera de juego, y a partir de ahí los de casa se estiraron. En el 34, Sergio Ramos volvió a ejercer de salvador sacando bajo palos un chut de Fornals, que se había aprovechado de una salida sonrojante de Nyland que dejó el esférico muerto, y un par de minutos después llegó el penalti de Lukebakio por mano en el área al centrar precisamente Fornals. En el fútbol español actual, indiscutible: brazo que desvía la trayectoria del esférico . El tanto desde los once metros de Isco, renqueante sin disimulo pero brillante en esa fase, espoleaba a los verdiblancos y variaba definitivamente el dibujo sevillista, pasando Ocampos a jugar en ataque y Acuña a la izquierda para dar el último apretón antes del descanso con balones a la olla de Navas o Suso que no terminaron de conectarse convenientemente.Lesión… y empateLo que son las cosas, en el arranque de la segunda parte el conjunto bético sufría la baja de uno de sus delanteros, como a su rival en la primera parte, aunque de forma mucho más impactante, en la misma carrera para quedarse solo en un mano a mano con el portero sevillista, que se había clavado sin salir en un balón largo peligrosísimo. Willian José entraba por el ariete congoleño. La bronca que le echó Ramos al arquero impulsó al noruego para la enorme parada que dos minutos después le hizo a Ayoze en un remate del canario, tras recortar a Badé, que iba a portería para convertirse en el segundo. Entonces Quique hizo un cambio obligado pero crucial, al entrar Kike Salas por un tocado Navas para dejar todo el carril derecho a Ocampos. En el minuto 55, un córner absurdo de Pezzella lo termina de estropear el central argentino al no cerrar, ni él ni Guido, la entrada precisamente de Kike Salas, que entró como un torbellino cabeceando con poderío al fondo de la red de Rui Silva. El canterano ponía el empate a balón parado y el choque entraba en etapa frenética. Sobre la hora de partido, el árbitro está a punto de reventar el derbi al señalar penalti de Badé a Isco por un leve contacto con la mano que en modo alguno puede conllevar ese castigo. Cabe decir también que otras veces, en otros partidos, por acciones como esas sí se ha pitado la falta. El VAR corrigió al colegiado, que dio marcha atrás a su decisión y quitó la amarilla al central galo. En tablas y con el susto metido en el cuerpo de ambos, el juego se fue haciendo bronco, con iniciativa verdiblanca y un Sevilla buscando las salidas rápidas al espacio pero con poca construcción y bastante precipitación. A falta de veinte minutos Fekir entraba por un discreto Fornals para intentar superar la resistencia de un equipo sevillista que insistía en explotar las entradas por los costados. En el 79 precisamente Fekir asistía de forma magistral a Isco, cuyo remate envenenado paraba de nuevo Nyland por abajo. A falta de diez minutos Pellegrini ejecutaba su movimiento final y metía a Abde y Rodri por Ayoze e Isco para darle otro aire al ataque. Y Quique respondía metiendo en el campo a Juanlu y Lamela por Ocampos y Lukebakio. En el 87, Abde cabeceó al larguero culminando una gran jugada bética y en el descuento un balón muerto lo empaló Chadi Riad alto para lamento de una grada demasiado acostumbrada a vivir derbis frustrantes. Respiró mejor el Sevilla al acabar el duelo, porque sabe que ese empate, otro empate, es prácticamente ganar en ciertas circunstancias. Y las actuales lo son.
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