No es la primera vez que un atentado terrorista o un incidente con algún país vecino desata la xenofobia y el chovinismo entre los rusos. Ya sucedió en relación con Chechenia , contra quien Moscú mantuvo dos guerras en menos de una década, con Georgia y ahora con Ucrania. Rusia ha sufrido muchos atentados perpetrados por el fundamentalismo islámico . De ahí ese temor a las minorías étnicas en Rusia de confesión musulmana.Un reciente sondeo del centro sociológico ruso VTsIOM constata que actualmente un 60% de la población rusa mantiene una actitud «bastante negativa» hacia los inmigrantes cuando en agosto de 2023 ese porcentaje era del 40%. Y es que el terrorismo de corte yihadista estaba ya casi olvidado para los rusos, pero, tras el ataque en el Crocus City Hall de Moscú , el pasado 22 de marzo, reivindicado por la rama del Estado Islámico denominada Vilayat Jorasán, la histeria nacionalista se ha vuelto a disparar. La Policía organiza redadas en viviendas en donde viven inmigrantes, en los centros de trabajo que los emplean, en mercados de abastos y entre los taxistas.Este sábado, el Ministerio de Exteriores de Tayikistán ha recomendado a sus nacionales evitar los viajes a Rusia. El titular de esa cartera, Sirojiddín Muhriddín-Aslov, ya denunció este mes en Minsk (Bielorrusia), durante una reunión de ministros de Exteriores de la CEI, que la información difundida por Rusia sobre el atentado «estuvo mal llevada y ha dañado la imagen internacional de Tayikistán y sus ciudadanos». Deploró además los «métodos» empleados por los agentes rusos contra los inmigrantes y hasta con los terroristas, a uno de los cuales le fue cortada una oreja. « El empleo de la tortura en forma de mutilaciones corporales es inaceptable », declaró entonces.Noticia Relacionada estandar Si Yuri Kojovets, el moscovita condenado a cinco años de trabajos forzosos por opinar sobre la guerra en Ucrania Rafael M. Mañueco Kojovets en particular habló de la «disparos contra civiles» en la localidad ucraniana de Bucha, lo que ha servido a la fiscalía para acusarle de denigrar al Ejército ruso con bulosSvetlana Gannúshkina, activista de derechos humanos y presidenta del llamado comité de Asistencia Cívica, que lleva varias décadas ayudando a inmigrantes y refugiados en Rusia y que ha sido incluida por las autoridades en el registro de agentes extranjeros, ha asegurado a distintos medios de comunicación que «las fuerzas de seguridad detienen sin motivo y echan del país a personas de Asia Central, incluso a aquellas que llevan mucho tiempo viviendo en la Federación Rusa y están casadas con nacionales rusos».En poco más de un mes, los tribunales de la capital rusa han expulsado sin vuelta atrás a más de un millar de inmigrantes procedentes de las antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central, especialmente de Tayikistán, de donde procedían los cuatro presuntos autores de la matanza a tiros de 145 personas en el Crocus City Hall, y los ocho cómplices imputados. Así figura en las informaciones publicadas en las web de los juzgados moscovitas. Aunque en menor cantidad, las deportaciones se extendieron también a ciudadanos de Uzbekistán, Kirguistán, Armenia y Azerbaiyán.En declaraciones al diario ruso ‘Védomosti’, Eva Merkachiova, miembro del Consejo de Derechos Humanos de Rusia, sostiene que «los centros de detención temporal están hasta arriba de gente» y no sólo en Moscú, sino en muchas otras ciudades rusas. Merkachiova pone el ejemplo de Tula, en donde tayikos y uzbekos se hacinan en reducidas celdas, una situación, asegura, que «se repite en muchas otras regiones rusas».Gannúshkina, por su parte, relata que un tayiko «había salido a la calle a comprar pan y le arrestaron». La activista recuerda que «después de cada ataque terrorista o de crímenes de alto perfil se desencadena siempre una caza de brujas contra los inmigrantes, a quienes se les culpa de todo, incluso de delitos menores (…) a una niña, por ejemplo, la robaron el teléfono, lo denunció y los agentes salieron a la calle y se llevaron al primer inmigrante que encontraron, a quien, bajo amenazas, le obligaron a confesar que fue él el ladrón».Un hombre sospechoso de participar en el ataque a una sala de conciertos en el que murieron 137 personas se sienta en la jaula del acusado en un tribunal de Moscú, en marzo AFPLa enorme tensión reinante llevó incluso a que la Policía, el pasado 8 de abril, tras romper la cerradura de la puerta, irrumpiera en el apartamento de un diplomático de Kirguistán para exigirle el documento de registro migratorio. Su esposa recibió un violento empujón al tratar de interponerse. Según el diputado kirguís, Dastán Bekéshev, las fuerzas de seguridad rusas «se han vuelto locos, si les hacen esto a los empleados de la Embajada, entonces no puedo ni imaginarme lo que les harán a los que no tienen inmunidad diplomática».Pero la eclosión xenofóbica que sacude a las autoridades rusas se manifiesta, no solamente contra los inmigrantes centroasiáticos, es también un clásico perseguir y culpabilizar a los habitantes del Cáucaso Norte, musulmanes en su mayor parte. La guerra en Chechenia y los atentados que cometieron extremistas de esa república son elementos que continúan vivos en el imaginario colectivo de los rusos. Hasta tal punto que, en las primeras horas tras el ataque en el Crocus City Hall, fue detenido Asjab Uspánov, natural de Chechenia. Su fallecimiento en comisaría fue dado a conocer poco después por su madre.Según la familia, Uspánov fue detenido y llamó a su esposa para tranquilizarla y asegurar que era una comprobación rutinaria y que contra él no había nada. Después, volvió a llamar a su cónyuge para pedirla que fuera a la comisaría porque la cosa se estaba complicando después de que hiciera reproches sobre los modales de quienes le estaban interrogando. Cuando ella llegó, la mostraron el cadáver de su marido.El canal de Telegram opositor 1ADAT informó que el cuerpo del checheno tenía costillas y vértebras rotas, marcas de estrangulamiento y hematomas por todo el cuerpo. El mismo medio publicó un vídeo mostrando el cadáver en la morgue con signos de violencia, en el que se asegura que la Policía fingió que Uspánov se suicidó. La familia niega categóricamente la posibilidad de su participación en el ataque terrorista y, de hecho, su nombre no figura en la investigación ni se le vincula con lo sucedido en el Crocus City Hall.
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