De pequeña miraba a Victoria Prego en la segunda cadena como Rory Gilmore a Christianne Amanpour en la CNN. En septiembre de 1974, Paco Ruiz de Elvira promovió unos telediarios modernos (casi revolucionarios) que Luis Tomás Melgar llevó a la práctica. Victoria Prego entró en la casa en 1974, recién asesinado Carrero. Su primer informativo fue ‘Redacción noche’, en 1976, con un montón de gente. Creo que ‘La España que madruga’ tiene ahí su ancestro. La crítica en ABC de Enrique del Corral: «Claridad expositiva en los temas internacionales de Victoria Prego, que sabe lo que dice y cómo hay que decirlo». En la primera cadena estaba lo más oficialista: Victoriano Fernández Asís con Federico Isart, Francisco Caparrós y Agustín Farré.Victoria recordaba a Melgar como una especie de Lazarov, con sus primerísimos planos. «Haciendo una crónica del Vietnam colocó mis ojos fundiéndose con los ojos de Ho Chi Minh». Entonces no había autocue, pero lo rompedor fue que los presentadores tampoco leían un papel. Contaban las noticias. «Y como yo tenía facilidad de palabra, pues todo seguido», recordaba Victoria. «Aquello conmocionó. Pero éramos unos cuantos mindundis a los que no se prestó mucha atención porque el Régimen lo que vigilaba era la Primera». Siguió haciendo información internacional y en 1977 Rafael Anson la mandó a Londres de corresponsal. Llegó a RTVE la involución con Arias Salgado (finales del 77 hasta mediados del 80). Y luego con Castedo ya una apuesta total por la democracia, con Iñaki Gabilondo como uno de los artífices. Lo que más recordaba ella (y nosotros) era ‘Al cierre’, la tercera edición del Telediario en esa etapa. En 1980 y con Joaquín Arozamena. Lo hacían con palos y cañas. Al realizador le decía «cuando tenga cara de terminar, es que estoy terminando».Si de tantas jóvenes vulgares se dice que son la voz de su generación, Victoria Prego sí es la voz de su generación y de la Transición gracias al documental que hizo con su marido, Elías Andrés. Un documento televisivo a la altura de ‘El mundo en guerra’, que narró Laurence Olivier. Yo prefiero a Victoria. También era mejor que Amanpour.
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