La entrada de los musulmanes en la Península Ibérica en el 711 y la consiguiente «pérdida de España», según calificó lo acontecido la primera leyenda que se difundió sobre la Reconquista, se ha contado durante siglos a través de un episodio que se sitúa a medio camino entre la realidad y la ficción. A sus autores no parecía importarles que España no existiera como tal a comienzos del siglo VIII ni, siquiera, cuando los Reyes Católicos conquistaron Granada en 1492 , porque lo acontecido en ese periodo de más de ocho siglos se ha construido mezclando hechos históricos con leyendas, que todavía hoy tienen vigencia en muchos pueblos españoles. Aquel primer mito relata que, en el verano del 711, Don Rodrigo , el último Rey visigodo, vio bañarse a la bella hija del conde Don Julián a orillas del río Tajo, en Toledo. En su ‘Crónica Sarracina’ (1443), el escritor Pedro del Corral la llamó Cava y el nombre pervivió hasta hoy. La joven había salido con sus doncellas por los jardines de su residencia para darse un chapuzón, sin percatarse de que el monarca godo la contemplaba. Al verla desnuda, su belleza le cautivó tanto que se volvió medio loco. Obsesionado con ella, el monarca comenzó a acosarla sin descanso, intentando ganarse sus favores, pero no tuvo éxito y un día la forzó. «Florinda perdió su flor / el Rey padeció castigo», relata un romancero del siglo XV inspirado en esta crónica, que achaca el fin del reino visigodo en la Península a este ultraje: «De la pérdida de España / fue aquí el funesto principio». Don Julián, gobernador de Tánger y Ceuta, había enviado a su hija a la corte de Toledo para que fuera educada. Hay quien defiende que fue requerida por Don Rodrigo que, enterado de su belleza, quiso consumar con más libertad sus deseos. Para ello, incluso, alejó a su padre hasta la frontera con África con la excusa de que necesitaba allí sus servicios. El relato cambia dependiendo del narrador, pero todos coinciden en que Florinda se convirtió en una obsesión para el monarca. Como solo obtuvo negativas, la obligó a mantener relaciones sexuales con él. «Ella dice que hubo fuerza; él, que gusto compartido», señala el romancero.Noticia Relacionada No es como lo contaron estandar No La verdad que esconde la crueldad de Aníbal en la destrucción de Sagunto Israel Viana El sitio de este enclave antiguo de Valencia provocó un conflicto mundial y transformó para siempre la Península Ibérica, pero muchos de los relatos que han llegado hasta nosotros desde aquel siglo III a. C. no son ciertosEn ‘La verdadera historia del rey Don Rodrigo’ (1589), Miguel de Luna habla directamente de violación, pero otras versiones afirman que Don Rodrigo logró «yacer con ella» bajo promesa de matrimonio, aunque luego no cumplió. La muchacha le contó a su padre lo ocurrido y, este, furioso por haber mancillado su estirpe, facilitó la entrada de las tropas de Táriq ibn Ziyad, el general musulmán de Muza que ese mismo verano de 711 venció a las huestes de Don Rodrigo en la batalla del río Guadalete . La invasiónFue en ese momento cuando la historia de la Península Ibérica cambió para siempre, dando paso a un periodo que se prolongó durante más de ocho siglos. Desde entonces se ignora la suerte que corrió el Rey visigodo tras la contienda. Su cuerpo nunca apareció y surgieron nuevas leyendas. Se especula con que murió en la batalla de Guadalete a manos de Tarik. Otros barajan la hipótesis de que se ahogó en el río. Según la compilación de Ajbar Machmua (siglo XI), los árabes encontraron solo su caballo blanco. Otros relatos parecidos afirman que huyó a la actual Portugal, donde se convirtió en ermitaño hasta su muerte en Viseo. Una lápida supuestamente hallada en el lugar nombra a «Rudericus ultimus rex gothorum» (Rodrigo, último rey godo), según se recogió en la ‘Primera Crónica’ de Alfonso X . El final más legendario aparece en otro romancero, según el cual fue sepultado vivo junto a una culebra que le devoró el corazón. Un relato que da el pistoletazo de salida a toda la mitología que envuelve a la Reconquista. De este enfrentamiento surgieron un buen número de cantares de gesta, romances y leyendas que llegaron a todos los rincones de Europa. Al margen de su indiscutible valor cultural, estos relatos fueron utilizados por las élites de los reinos cristianos, sobre todo por parte de la Iglesia, para legitimar la citada Reconquista, aunque no resultara fácil que era cierto y que no. Tan solo querían que calara en el imaginario colectivo la idea de que la lucha contra el musulmán no era solo un deber, sino una guerra santa bendecida por Dios. Asimismo, toda esta literatura transmitió modelos de conducta y normas morales a imitar por el buen caballero de Cristo, subrayando la maldad del enemigo mahometano.Guzmán el Bueno arroja el puñal desde el castillo de Tarifa, según el óleo de Salvador Martínez Cubells en 1884 UNIVERSIDAD DE ZARAGOZAGuzmán el BuenoDesde la batalla de Covadonga hasta la leyenda de Guzmán el Bueno , la Reconquista está llena de fábulas con las que se construyó durante siglos la historia de España. Desde grandes hazañas bélicas hasta milagros, pasando por romances apasionados y trágicos y hazañas de guerra heroicas marcadas por el valor, el sacrificio y el sentido del honor, entre otros valores morales que definieron, en definitiva, una época única e irrepetible. Esta última cuenta que Guzmán el Bueno llegó a lanzar un cuchillo a los nazaríes para que degollaran a su hijo secuestrado, con tal de no entregar el castillo de Tarifa, en Cádiz. Sus palabras habría sido: «Matadlo con este si lo habéis determinado, que más quiero honra sin hijo, que un hijo con mi honor manchado». Otro ejemplo es la famosa victoria de San Jorge , un venerado soldado del cristianismo, sobre un aterrador dragón para liberar su reino. También fue muy difundida la historia de los pecados del conde Arnau, un rico noble de la mitología catalana que se relacionó con una monja y que fue condenado a cabalgar, durante toda la eternidad, sobre un caballo negro al que le salían llamas por la boca y los ojos. O el misterioso pastorcillo de las Navas de Tolosa que mostró al Rey de Castilla un camino alternativo para que sorprendiera a los islámicos en la célebre batalla de 1212. Sin olvidar la Tragantía de Cazorla, una princesa mora que fue escondida por su padre en un lugar secreto del Castillo de La Yedra para protegerla de los cristianos. Cuando este fue derrotado, la joven se quedó sola y oculta en su escondite para siempre. La batalla de Calatañazor, por su parte, es muy conocida en España y no solo por las consecuencias históricas, que fueron muy importantes en la historia de la Reconquista, sino por la leyenda que circuló alrededor de ella. Todos hemos escuchado alguna vez que Almanzor, azote de los reinos cristianos durante años, fue derrotado en este enfrentamiento en julio de 1002. El militar andalusí había asolado Galicia y profanado Santiago de Compostela antes de dirigirse a Castilla. Sin embargo, las tropas del rey Bermudo II de León y del conde García Fernández de Castilla le salieron al paso en esta localidad de Soria, matando a miles de musulmanes. Consciente de que no podía vencer, Almanzor se dio a la fuga. Cuando las tropas cristianas fueron a su campamento se lo encontraron vacío con un enorme botín. Aquella fue la primera y última derrota del temido militar musulmán, que dio pie a la siguiente historia. Desde ese mismo día, aseguran algunos relatos que un hombre, identificado con un pescador, comenzó a recorrer las calles de Córdoba exclamando tanto en castellano como árabe la siguiente frase: «En Calatañazor perdió Almanzor el tambor», lo que significaba que había perdido su alegría tras aquella humillación. La figura aparecía y desaparecía y cuentan que, seguramente, se trataba del diablo que lloraba el desastre de los musulmanes. Desde ese día, Almanzor no quiso ni comer ni beber y acabó por morir en la ciudad de Medinaceli, donde fue sepultado.Batalla de ClavijoLa leyenda más famosa de la Reconquista es, sin duda, la aparición de Santiago en la batalla de Clavijo . Hablamos del guerrero que a la postre se convirtió en el patrón de España y el que ayudó durante siglos a dar forma a la identidad nacional. La gesta se produjo el 23 de mayo de 844, en las cercanías de la localidad riojana. Así contaba el momento crucial el historiador José González de Tejada, a principios del siglo XIX: «Santiago apareció sobre un fuerte y hermoso caballo blanco. A su vista se animaron briosos los cristianos y se amedrentaron tanto los infieles que, cobardes, volvieron las espaldas, huyeron desordenados, dejaron el campo lleno de cadáveres moros y corrieron arroyos de su sangre». Muchos estudiosos han intentado rastrear los orígenes y repercusiones de este mito que, según en algunas versiones, llevó a Santiago a decapitar con su espada a cerca de 70.000 cabezas al grito de «¡Dios ayuda a Santiago!». Los hechos se han narrado siempre de forma gloriosa y el mismo Miguel de Cervantes lo llamó el «caballero andante de Dios», inspirando el nacimiento de varias órdenes militares, algunas de las cuales han llegado hasta nuestros días con el lema de «Santiago y cierra España».Según los diferentes relatos, poco antes de la batalla, el Rey Ramiro I de Asturias se negó a pagar el bochornoso tributo establecido por los musulmanes de enviar anualmente a Córdoba 50 nobles cristianas y otras tantas plebeyas. A raíz de ello, este fue castigado con una humillante derrota en Albelda (Logroño). Él y los pocos supervivientes cristianos que quedaron se refugiaron en Clavijo, donde se le apareció en sueños el Apóstol Santiago y le anunció que, al día siguiente, el 23 de mayo del 844, combatiría junto a él en la batalla más importante de sus vidas. Y así dicen que ocurrió.Cuando parecía que todo estaba perdido para los cristianos, surgió un jinete desconocido sobre un gran caballo blanco, despidiendo resplandores y blandiendo una espada de plata con la que, en un abrir y cerrar de ojos, decapitó a sus enemigos. Esta gesta le valió para los restos el sobrenombre de Santiago el «Matamoros», pero lo más importante para los historiadores es que los distintos relatos hablan de esta batalla como «la primera en la que se hizo una invocación a España». La influencia de este relato fue tal, que las intervenciones de Santiago Apóstol se multiplicaron en los relatos de otros combates contra la morisma en toda la Península.
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