Fue la primera tecnología que se utilizó en España para producir electricidad. Por tanto muchas ya son instalaciones centenarias. Incluso algunas conservan un patrimonio industrial histórico. Hoy todavía se mantienen en pie y operativas por todo el país más de mil minicentrales hidroeléctricas, aquellas con una potencia instalada por debajo de 10 MW (aunque a veces también se considera con menos de 50 MW). No están situadas junto a colosales presas, ni grandes pantanos. Por el contrario, se trata de pequeñas infraestructuras que aprovechan el cauce de los ríos y los saltos de agua para producir electricidad. Olvidadas durante las últimas décadas, sobreviven a la espera de un renacimiento que les ayude a perdurar en el tiempo. Siempre estuvieron al día, aunque ahora estas minihidráulicas aceleran en su modernización tecnológica y en su adaptación a las nuevas regulaciones energéticas y ambientales. De hecho, con cargo a los fondos europeos, el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (Idae) resolvió a finales del pasado año la primera convocatoria de ayudas para la renovación tecnológica y medioambiental de minicentrales hidroeléctricas, dentro del programa de Repotenciación Circular. En total se han concedido 24,2 millones de euros para 122 proyectos que contemplan la renovación de estas instalaciones: desde automatizar y digitalizar los equipos existentes hasta realizar nuevas construcciones para facilitar el paso de peces.Si atendemos a los datos de la Asociación de Productores de Energía Hidroeléctrica de España (Urwatt) en nuestro país existen 1.907 centrales hidráulicas (de todos los tamaños) que suponen una potencia instalada total de 17.591 MW. Pues bien, de ellas 597 instalaciones están en manos de grandes empresas y proporcionan el 93% de la potencia hidráulica. El resto de esa energía (6,9%) es suministrado por 1.310 infraestructuras de menos de 4 MW. Se trata de «minicentrales que siempre han estado en los pueblos, pegadas a los ríos. Son de los pocos negocios que quedan en lugares prácticamente despoblados», indica Pablo García, presidente de Urwatt. «Eran instalaciones pioneras que solían recibir el nombre de fábricas de luz. Funcionaban en pequeñas redes eléctricas aisladas entre sí y abastecían a su entorno inmediato, habitualmente de iluminación», cuenta Santiago Domínguez, director de Operación de las Centrales Hidroeléctricas de Endesa.Noticia Relacionada estandar No El autoconsumo supera ya a la nuclear en potencia instalada con casi medio millón de instalaciones en España Javier González Navarro Sin embargo, en 2023 este sector cayó un 27% respecto al récord establecido en 2022InventarioNo existe un registro oficial actualizado donde se pormenorice todas y cada una de las minihidráulicas que están operativas. En una respuesta parlamentaria al grupo Ciudadanos en noviembre de 2021, la Dirección General del Agua del Ministerio de Transición Ecológica (Miteco) incluyó un listado con todas las centrales hidroeléctricas en explotación en las demarcaciones hidrográficas intercomunitarias (es decir, que atañen a más de una comunidad autónoma). Faltaban cuencas internas de pequeños ríos del País Vasco, Cataluña y Andalucía. En ese inventario aparecen 1.087 instalaciones grandes, pequeñas y micro. Son muchos años de historia. «Tenemos incluso minicentrales de 130 años funcionando con las turbinas originales que se han ido revisando y manteniendo durante su vida útil, mientras se ha renovado los sistemas auxiliares. Es un sistema sólido. Ahora tendríamos la misma tecnología pero fabricada en estos tiempos», señala Pablo García.Una de las principales diferencias con las grandes hidroeléctricas, además de la potencia, es que las minicentrales «no tienen asociados embalses de gran capacidad, y por tanto su producción dependen del caudal que llevan los ríos desde donde se deriva el agua que usan», explica Emilio Fernández, director de Centrales Hidroeléctricas y Despacho de Energía de EDP España. Centrales fluyentesPor eso, la mayoría son lo que se denomina centrales fluyentes. Funcionan del siguiente modo, como explica Fernández: mediante el uso de azudes (barreras que suelen ser menores de tres metros) o pequeñas presas se deriva el agua de uno o más ríos por canales hacia la minicentrales. Allí se turbina para generar electricidad. Después «las aguas son devueltas al río en el mismo estado original, sin ninguna alteración de sus características fisicoquímicas y biológicas», indica. Así se conserva el caudal ecológico necesario para mantener la vida de los peces y de los hábitats naturales. Junto a las minicentrales también se instalan escalas «que facilitan el remonte de la fauna piscícola», añade Fernández.Esa es una de las ventajas de estas infraestructuras: su escaso o nulo impacto ambiental mientras se genera la electricidad. Es energía limpia que no emite gases de efecto invernadero. «Una vez que se ejecuta la obra, los impactos son mínimos. La convivencia de estas centrales con los ríos es un caso de éxito», considera José María González Moya, director general de Appa Renovables. Además, al poder regular en cierto grado el caudal estas instalaciones pueden actuar frente a crecidas torrenciales en los ríos y gestionar el riego. Y «colaboran en la economía local de zonas rurales y ayudan a reducir la despoblación», dice Fernández. «Son un tractor de empleo, para el mantenimiento mecánico y eléctrico, para limpieza de canales, reparaciones de compuertas… Actividades que llevan a cabo empresas locales», especifica Pablo García.En España hay 1.310 minicentrales hidroelécticas con menos de 4 MW de potencia instaladaAdemás, con unos costes de explotación y mantenimiento bajos. «La principal ventaja de estas instalaciones es que aprovechan un recurso 100% renovable, de manera segura y respetuosa con el medio ambiente. Además, la tecnología es robusta y tiene una vida útil que supera los 50 años», apunta Pilar Luque, responsable de Generación Hidráulica en Naturgy.Otra de sus fortalezas, desde el punto de vista energético, es que la minihidráulica tiene carácter de generación distribuida, es decir que al estar ubicada cerca de los puntos de consumo minimiza las pérdidas de electricidad que se producen durante su transporte. «Somos además una generación síncrona. Por tanto, garantizamos la estabilidad de red en pueblos alejados donde solo llega una línea», añade Pablo García. Y aunque parezca un sector modesto, ya que «la minihidráulica solo representa un 3% de toda la electricidad que se consume en España, su carácter síncrono es necesario para la operación de todo el sistema eléctrico», asegura González Moya. Incluso, grandes y pequeñas hidráulicas «contribuyen positivamente a garantizar un suministro sostenible de electricidad a un precio estable», dice Santiago Domínguez. Minicentral hidráulica Rivera.Bernard (Terue). Fue inaugurada en 1900Un papel en la descarbonizaciónPor todas sus ventajas la minihidráulica se ha ganado su lugar en el proceso de descarbonización. «La generación hidroeléctrica, incluida las minicentrales, tiene su espacio en una generación futura sostenible», afirma Domínguez. Aunque en los últimos años pocas se han construido. «Sigue existiendo potencial para incrementar la potencia instalada, fundamentalmente aprovechando los caudales ecológicos fluyentes en los ríos e incluso vertidos industriales o urbanos una vez depurados», cree Pilar Luque.«Sería positivo convocar nuevos concursos y tener posibilidades de explotar nuevos emplazamientos», sugiere González Moya. «Desde hace años -añade- se ha abandonado la posibilidad de hacer nuevas centrales y todavía hay potencial para desarrollar más. Tenemos muchas zonas de montaña, ríos y emplazamientos para ello». De hecho, González Moya recuerda un estudio de 2006 del Idae que sugería duplicar las minicentrales hidroeléctricas existentes de menos de 50 MW para conseguir los objetivos que pretendía el Gobierno. Algo que sería posible incrementando la oferta de nuevos aprovechamientos y de los que están infraexplotados, proponía el Idae. «Podrían construirse más pero ya no quedan muchos buenos emplazamientos para estas instalaciones. Los mejores están ya cogidos desde hace décadas», responden desde el Ministerio de Transición Ecológica.Hoy casi todas estas infraestructuras se han modernizado. «Están automatizadas y telemandadas desde un centro de control para obtener mejores rendimientos y aprovechamientos del agua», afirma Pablo García. «Son centros de control avanzados que están en todo momento monitorizando la situación de la central para mejorar su eficiencia», garantiza Pilar Luque. «Al estar conectadas al sistema eléctrico ofrecen una comunicación constante de los datos técnicos del funcionamiento de los equipos. Las minicentrales pueden ser operadas desde los centros de control en remoto que detectan comportamientos anómalos antes de que evolucionen hasta provocar una avería. Se ha mejorado el diseño de los equipos, de los materiales usados y el modo de operarlos y mantenerlos ha permitido colocar a estas instalaciones en la vanguardia de las tecnologías renovables», detalla Santiago Domínguez.Generadores hidráulicos originales de 1927 de la central de Caseda (Navarra). Están actualizados y mantenidos, conservando así el 100% de su operatividadSegunda vidaLas minicentrales hidroeléctricas pueden tener una segunda vida hibridando con otras tecnologías como la fotovoltaica y la eólica. Incluso en ellas se pueden instalar baterías para almacenar energía, como propone Emilio Fernández. Entonces las minicentrales serían gestionables, «de forma que proporcionarían energía cuando más se necesita y la almacenarían cuando no hay demanda». Una forma de sacar además todo el máximo partido a su conexión a la red eléctrica.El potencial está también en que estas instalaciones se conviertan a la vez en plantas de bombeo reversible. «Planteamos -dice Pablo García- un bombeo intradiario. Subir agua durante 6 horas cuando más oferta hay de generación y el precio de la energía es menor. Y hacer descender ese agua produciendo electricidad durante otras 6 horas cuando hay mayor demanda. Solo se necesitaría instalar dos piscinas de 100×50 metros. No son grandes pantanos». ConcesionesSin embargo, para el sector hay una cuestión por resolver. Para una buena gran parte de estas instalaciones la concesión de explotación caduca en la década de los sesenta de este siglo. «Pero otras concesiones ya han caducado, lo están haciendo ahora o lo harán en los próximos años. Pueden llegar a ser 300 instalaciones. Hay concesiones que pasan al Estado y no vuelven a salir a concurso. Con lo cual nos quedamos en un limbo: sin el derecho a explotar el agua, con lo cual no producimos y con las instalaciones y la maquinaria que son de nuestra propiedad paradas», se queja Pablo García.El Ministerio de Transición Ecológica explica que una vez que vence una concesión «hay que comprobar que la instalación cumple la normativa ambiental de ahora y que es viable económicamente. A veces no salen las cuentas, o no cumple normativa y tampoco hay forma de adaptar la instalación a la regulación. También puede ocurrir que la confederación hidrográfica correspondiente necesite esa infraestructura para consumo propio o para la regulación del río. Y en casos de centrales no viables que puedan entrañar un peligro se puede proceder a su democión».Central de Torrelaguna (Madrid) que ya hibrida con placas fotovoltaicas flotantesEn operaciónAparte de ser el presidente de la patronal Urwatt, Pablo García es también CEO de la empresa Barbo Renovables que cuenta con 32 minicentrales en Murcia, Albacete, Álava y Navarra. En total 26,4 MW de potencia instalada que podría satisfacer las necesidades de una ciudad de 40.000 habitantes y que vende al mercado mayorista. «Disponemos de un centro de control y telemando para la gestión centralizada de nuestras instalaciones de generación. Con un software aportamos mucha inteligencia a las centrales de forma que sepan optimizarse para obtener la mejor producción en todo momento e incluso que colocarse de la mejor manera ante cualquier incidencia hasta que llega el equipo de mantenimiento», explica Pablo García.Para José Ignacio Galarraga sus dos minicentrales en Guipúzcoa, ubicadas a lo largo del río Oria, en los términos municipales de Andoain y Lasarte, no son solo una inversión económica sino también un patrimonio histórico inigualable. La central de Abaloz, con una potencia de 950 kw, se construyó a finales del siglo XIX. «Proporcionaba electricidad a una fábrica de armas situada 500 metros aguas abajo, que desapareció después de la Guerra Civil», detalla. Posteriormente pasó a alimentar una fábrica papelera. Hasta que en 1987 comenzó a verter energía a la red eléctrica y se renovó la instalación sustituyendo las antiguas turbinas de 1897 por otras más modernas. Central de Abaloz (Guipúzcoa), que data de finales del siglo XIX«La mayoría de las minicentrales del País Vasco responden a una necesidad. Tenemos una orografía difícil. Guipúzcoa está dividida en valles. Y era una zona con un potente sector industrial que necesitaba estar electrificado para su desarrollo. Por ejemplo, Tolosa era la capital del papel. Llegó a tener 22 papeleras que se situaban cerca de los ríos porque necesitaban agua para su producción y aprovechaban para instalar una minicentral hidráulica que les proporcionara la energía», cuenta Galarraga.La otra es la minicentral de Bazkardo, con 450 kw de potencia. «Es un edificio singular, porque está encima del río, algo más moderno y daba suministro a las industrias de la zona». Galarraga estima que con la energía que producen sus dos minihidráulicas, entre 2.000 y 3.000 hogares tendría garantizado su consumo eléctrico durante un año. «Producimos electricidad que vendemos, a través de comercializadoras de último recurso, en el mercado generalista. Nuestra concesión es por 75 años, hasta 2062», especifica.Son instalaciones muy modestas. «En el País Vasco los ríos no cuentan con grandes caudales por eso las minihidráulicas más grandes tiene unos 2 MW. En el Pirineo es diferente, porque son centrales asociadas a la bajada del agua de las montañas y tienen capacidades entre 3 y 5 MW. Allí se forman cámaras de captación, que son como unas piscinas que reciben el agua del deshielo y la canalizan por tuberías a través de pendientes muy pronunciadas hasta la central».Aún siendo pequeñas llevan aparejadas grandes inversiones. «No es solo comprar la turbina, son también obras civiles potentes que no son productivas con concesiones cortas, en 25 años no se pueden amortizar, además teniendo en cuenta que ya no existe esa necesidad directa de un industria cercana. Nuestros costes fijos son superiores a los grandes productores de presas. Nosotros no somos capaces de generar esas economías de escala. Por eso los costes de mantenimiento también son superiores por kwh. Con lo cual el margen operativo es inferior».Pero cuentan con un gran baza para seguir con el negocio: su conexión a la red de transporte. «Hay que tener en cuenta que la producción de electricidad no es constante durante todo el año. Desde junio hasta mediados de octubre baja la pluviosidad. Por tanto tenemos una capacidad no utilizada. Se pueden instalar placas fotovoltaicas y aerogeneradores para producir electricidad y aprovechar la conexión a red. Incluso los que tienen suelo disponible, que no es mi caso, pueden captar agua y bombear. Incluso hay potencial en las comunidades energéticas, a través de las que comunidades de vecinos o de empresas pueden contratar kw verdes con nosotros».Centenarias, sostenibles, eficientes y con avanzadas renovaciones tecnológicas, la minihidráulica busca su lugar en el puzle energético de la economía descarbonizada del futuro.
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