Los agentes de la Policía Nacional que se encargaron de vigilar al jubilado Pompeyo González en su domicilio de Miranda de Ebro (Burgos) los días previos a su detención, en enero de 2023, descubrieron restos de tornillería, clavos y un total de 256 cerillas sin cabeza en las bolsas de basura que cada día, iba sacando a la calle, indicios que se vuelven en su contra ahora que se sienta en el banquillo de la Audiencia Nacional acusado de delitos de terrorismo con un horizonte de pena que podría llegar a los 22 años de cárcel , por enviar media docena de cartas con material explosivo a otros tantos destinos, incluidos el Palacio de la Moncloa y la Embajada de Ucrania. Son los detalles que uno tras otro, han ido proporcionando los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que han comparecido como testigos en esta primera jornada del juicio que celebra la Sección Tercera de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional. El tribunal, presidido por el magistrado Alfonso Guevara, ha autorizado que el acusado declare una vez practicada la prueba, lo que tendrá lugar este martes o ya el jueves. El agente responsable del grueso de las vigilancias ha explicado que se prolongaron «cinco o seis días» y revelaron que Pompeyo «era un tipo muy maniático» que siempre salía y entraba a la misma hora de su domicilio, hasta que de repente, «empieza a hacer cosas raras» y «se sale de toda la lógica», porque contra su costumbre, elude coger el coche y «empieza a andar para arriba y para abajo». En una de esas expediciones consiguió que la Policía le perdiese la pista. Noticia Relacionada estandar No El jubilado que envió cartas explosivas a Moncloa y dos embajadas se sentará en el banquillo este lunes Isabel Vega La Sección Tercera de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional señala la vista en la que afronta 22 años de cárcel«No descartaría que un par de días antes se percatase de nuestra presencia e incluso limpiase el piso», ha comentado en la sala, para recordar que el jubilado manejaba «piezas muy pequeñas», material de ferretería fácilmente desechable ya sea en un cuarto de baño o dejándolo caer en su caminar a vueltas por la calle. Porque en sus bolsas de basura habían encontrado «tornillería» y «clavos» que estaban seccionados y se parecían mucho a los que habían aparecido en los paquetes con material explosivo intervenidos en la empresa armamentística Instalaza (Zaragoza), en la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid), en las Embajadas de Ucrania y Estados Unidos y el Ministerio de Defensa. Del paquete enviado al Palacio de La Moncloa sólo se conservaba el sobre cuando el Gobierno comunicó a la Policía que el presidente también había sido destinatario de uno de los envíos, aunque los vestigios, incluido el ADN hallado en las etiquetas, coincidían con el resto. Pero si algo llamó la atención de los investigadores fueron las cerillas, un total de 256 recuperadas en su basura y sin cabeza. «A mi me sorprendió, yo tengo el curso iniciador de explosivos por otro destino en el que estuve y me sorprendió. Había intentado raspar las cerillas, eran tres cajas así que serían unas 300, pero recuperamos 256. Habían sido raspadas y claro, es muy difícil quitarles la cabeza , ciento y pico se habían quemado y a ciento y pico les había quitado la cabeza. Nos sorprendió porque era coincidente con el explosivo que había recuperado el Tedax en la Base de Torrejón. Era coincidente hasta el color», ha detallado. Este mismo agente estaba el día de su detención. Conforme ha explicado, temían que pudiese llevar algún artefacto encima así que decidieron intervenir de manera que le pillase completamente por sorpresa, pero el hombre, de 75 años de edad, «estaba muy tranquilo». «Me dijo algo así como ‘os habéis confundido, a mi me gusta la marquetería’, a mi eso me llamó la atención», ha comentado. En el registro de la casa no aparecieron las cabezas de las cerillas que sí había conseguido raspar y tampoco partes de tornillos seccionados que se recuperaron de la basura, igual que otros productos de ferretería que les constaba había comprado por internet. De ahí que este miembro de la Policía Nacional sospeche que en algún momento, el jubilado cambió de rutina y se deshizo de material. El recorrido de cada sobrePero hasta llegar al momento de la detención transcurrieron tres meses de investigación policial intentando reconstruir el camino que había seguido cada uno de los sobres. Un número en un matasellos puso el foco en la central de distribución de Correos en Valladolid y horas de visionado de las grabaciones del escáner llevaron a la bandeja en la que habían entrado, de ahí al carro o la saca en la que habían llegado, al camión que las había transportado y a dos conductores expertos que supieron afinar hasta en qué tipo de buzón se habían depositado: los exteriores del nodal de Correos en Burgos a los que llega la ruta que pasa por varios municipios, incluido el de Pompeyo, Miranda de Ebro. También en esa dirección apuntaba la empresa que envió un paquete de sobres tamaño DIN A-5 que el jubilado había comprado semanas antes por internet. El agente que instruyó las diligencias subrayaría este hecho durante su testifical: siendo en apariencia todos los sobres iguales, lo cierto es que cada fabricante trabaja de una manera, son «relativamente fáciles de individualizar». En este caso, unos dientes en el cierre los hacían especiales y los expertos de la Comisaría General de Información, que llevó el peso de las pesquisas, sólo los encontraron a la venta en una web muy concreta. La misma donde Pompeyo los había adquirido. Contra el apoyo de España a UcraniaLa búsqueda de su usuario llevó a más compras, esta vez en Amazon, de material de ferretería y etiquetas para los envíos exactamente iguales que las adheridas a los sobres con explosivo dentro. Contenían una pequeña caja de madera, cuya apertura con unas bisagras como las que se encontraron en casa del jubilado, accionaban la ignición de polvo de cerilla. Fue así como resultó herido un empleado de seguridad de la Embajada de Ucrania que se apartó a una zona despejada para consultar el interior del paquete. Es el delito de lesiones terroristas que ahora pesa sobre Pompeyo, presentó quemaduras en la mano. La razón de los envíos está aún por esclarecer. El instructor de las diligencias, a falta de que comparezcan los peritos que se encargaron de rastrear sus redes y sus búsquedas por internet, ya apuntaba en su comparecencia que la clave, era el apoyo a Ucrania frente a la invasión rusa. La empresa de Zaragoza había fabricado misiles anticarro que el Gobierno enviaría allí y Estados Unidos también está de su lado. «La hipótesis que manejamos fue la de terrorismo porque los objetivos analizados ya nos hacían ver que podía pretender influir en la posición de España (sobre el conflicto)», ha señalado.
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