Zoraya Ter Beek, una joven holandesa de 29 años, fue noticia a principios de abril por un hecho insólito para su pronta edad: solicitaba la eutanasia por no hacer nada más para mejorar la depresión crónica que le ha acompañado durante sus casi 30 años de vida.Ter Beek recibió hace unos días la aprobación final de un tribunal de Países Bajos para poner fin a su vida tras un proceso en el que llevaba tres años y medio . En unas declaraciones al diario inglés The Guardian tras una reunión con sus médicos, la holandesa menor de 30 años espera que su muerte se produzca en las próximas semanas . «Siento alivio. Ha sido una lucha muy larga», ha asegurado. Una ley de Países Bajos de más de 20 años contempla el derecho a una muerte asistida cuando la persona experimente un «sufrimiento insoportable sin perspectivas de mejora». Deben estar plenamente informados y ser competentes para tomar la decisión.Noticia Relacionada Mens sana in corpore sano estandar No Una psicóloga desvela los cinco secretos para tener buena salud mental Melissa GonzálezEste es su caso, la joven holandesa padece depresión crónica, ansiedad, traumas y trastorno de personalidad no especificado, además de haber sido diagnosticada con autismo. Ha probado de todo sin éxito : terapias de conversación, medicación y más de 30 sesiones de terapia electroconvulsiva (TEC).Al terminar una consulta con su psiquiatra, recibió el siguiente comentario: «No hay nada más que podamos hacer por ti. Nunca mejorarás». Ella reconoció que siempre tuvo claro que si algún día le decían que no había esperanza para su diagnóstico «no podría seguir con esto». La joven holandesa, que vive con su pareja, asegura que al comienzo de la terapia tenía esperanzas pero «cuanto más dura el tratamiento, empiezas a perderla», ha señalado en la entrevista.Según cuenta, tras la falta de expectativas de mejora sabía que «no podría hacer frente a la forma en la vivo ahora», por lo que pensó en suicidarse, pero la muerte violenta de esa forma de un compañero en la escuela y el impacto que provocó en su familia le quitó esa idea de la mente. El proceso ha durado tres años y medio, ella ha asegurado que en este tiempo «nunca ha dudado» sobre su decisión. «Me he sentido culpable: tengo pareja, familia, amigos y no estoy ciego a su dolor. También me he sentido asustada, pero estoy absolutamente decidida a seguir adelante», explica. El artículo sobre su caso, publicado en abril, «contenía muchas inexactitudes y tergiversaciones», al tiempo que cuando todo se conoció su bandeja de entrada «explotó».«A veces, cuando amas a alguien, tienes que dejarlo ir»Cuando llegue el momento, el equipo médico encargado de la eutanasia se desplazará hasta su casa. «Comenzarán dándome un sedante y no me darán los medicamentos que detienen mi corazón hasta que esté en coma. Para mí será como quedarme dormida. Mi compañero estará allí, pero le dije que está bien si necesita salir de la habitación antes del momento de la muerte», señaló. Sobre ello, Ter Beek ha señalado que «ahora ha llegado el momento», que ya está preparada para ello y que está encontrando «cierta paz», aunque también se siente «culpable». «A veces, cuando amas a alguien, tienes que dejarlo ir», finaliza.
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