ERC: la tempestad, después del naufragio

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ERC: la tempestad, después del naufragio

La convulsión en Esquerra no se detiene. El viceconsejero de Estrategia y Comunicación de la Generalitat, Sergi Sabrià , número dos en la sombra de Pere Aragonès y enfrentado al aún presidente de la formación, Oriol Junqueras, anunció ayer que deja la política: «Es hora de caras nuevas e ideas nuevas «. Su renuncia se suma a la del propio Aragonès, coordinador nacional, y de Marta Rovira, secretaria general, que seguirán en el cargo, siendo así las caras visibles del partido hasta el congreso del 30 de noviembre. De hecho, Rovira fue designada ayer coordinadora del equipo de negociación para la Mesa del Parlament y para la investidura. Sus renuncias, definitivas, se completan con el paso al lado, temporal, anunciado por Oriol Junqueras , que tiene intención de regresar en otoño si recibe el aval de una militancia que asiste desconcertada a la agitación interna. La cadena de dimisiones y su secuencia temporal, así como las distintas formas de asumir el batacazo tras el 12-M, han destapado que la tranquilidad que exteriormente transmitía el partido en realidad no era tal. La división interna se destapa, una crisis larvada que solo la inusual bonanza política e institucional de los republicanos en los últimos años ha mantenido tapada. Esquerra, irrelevante durante el pujolismo ascendió a bisagra durante el tripartito y los años del ‘procés’, hechuras de tercer partido para unas siglas que la crisis con Junts catapultaron y dieron la oportunidad de ocupar en solitario la Generalitat. Les vino grande. Ha sido en esta última etapa cuando las distintas facciones enconaron posiciones, aunque siempre guardando las formas. A un lado, el sector agrupado entorno a Junqueras, haciéndose fuerte en el partido; en el otro, la nueva corriente que ha crecido a medida que Aragonès se consolidaba en Palau, la misma facción que se quejaba ‘sotovocce’ del excesivo intervencionismo de Junqueras en asuntos de Govern –«quiere controlar el nombramiento de hasta el último eventual», lamentaban– y que ya veían al presidente de la formación como un rostro con poca proyección futura, más de 2017 que de 2024.La renuncia de Sabrià hace aún más visible la quiebra interna. En una carta publicada en redes sociales, afirma que da «un paso al lado convencido y confiado de que esta organización cuenta con una nueva generación preparada para tomar el relevo», mismos argumentos que los utilizados por Marta Rovira y Pere Aragonès , a quienes cita expresamente, no así a Oriol Junqueras, que a diferencia de los tres dimitidos pretende seguir al frente del partido.La salida de Sabrià se produce en este sentido dos días después de que Junqueras protagonizase un forzado giro ante la ejecutiva de su partido. De anunciar, el martes, que pretendía seguir al frente, a corregirse, el miércoles, comunicando su renuncia al cargo tras las elecciones del 9 de junio, pero solo para tratar de regresar en el congreso del 30 de noviembre , una estrategia, adelantada por ABC, con resonancias a la de Pedro Sánchez cuando fue defenestrado por su partido para luego hacerse con el control del mismo. Junqueras, en una decisión que tiene mucho de personal, entiende que se ha ganado el derecho a seguir y a ser candidato.Del mismo modo que la dimisión de Aragonés y, sobre todo, de Rovira contribuyeron a aumentar la presión sobre Junqueras y acabaron precipitando su dimisión, la renuncia de Sabrià carga aún más de razones a quienes cuestionan el enrocamiento del presidente y reclaman una renovación más profunda. El papel desempeñado por Rovira , con gran ascendencia sobre la militancia, ha sido determinante. Quien conformase ticket al frente del partido con Junqueras desde 2011 abogó de forma inmediata tras el domingo por un cambio de caras al que el presidente se resistía, quiebra por fases que tras la carta que Rovira hizo pública, alertando contra los «liderazgos mesiánicos», se hizo explícita. Por contra, y a favor de Junqueras, la salida de Sabrià despeja en parte el camino al presidente en su intento de regresar tras el congreso de invierno.La pugna entre junqueristas y los partidarios de la renovación se recrudece pues en un momento decisivo , cuando el partido, una vez pasen las elecciones europeas, tendrá que tomar ya una decisión con respecto a la investidura. Junqueras tiene claro, así lo apuntaron a ABC fuentes de su entorno, que la repetición electoral no es un buen escenario, algo en lo que coincide el grueso de la formación. La opción pues de hacer presidente a Salvador Illa se abre paso, más cuando la vía Puigdemont está tapada. Ayer, el presidente Pedro Sánchez confirmó que la abstención del PSC, necesaria para ello, no se dará. Sánchez instó a Puigdemont a «asumir la realidad» de que no será presidente, informa Inés Ruiz-Jiménez.Noticia Relacionada estandar Si Junqueras no ve «planteable» ir a otras elecciones tal y como está ERC Juan Fernández-Miranda Si se negocia con el PSC «primará el interés del partido», mantener cargos intermedios en la Generalitat o entrar en el Ayuntamiento de BarcelonaEn este escenario, ayer ERC comunicó que será la militancia del partido la que validará, a través de una consulta, la decisión de la dirección que se adopte con respecto a la investidura de Salvador Illa (PSC), en primer lugar, o Carles Puigdemont (Junts), posteriormente, en tanto que únicos dos aspirantes a presidir la Generalitat, si bien esta última opción se antoja ahora improbable. La militancia dará el ‘ok’ o tumbará la propuesta a la que se llegue tras un proceso de negociación que liderará Marta Rovira, instalada en Ginebra desde 2017. Ello obligará a los representantes de los partidos a acudir allí si quieren contactar personalmente, una internacionalización de la vida institucional catalana muy grata al independentismo.

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