La separación de bienes se dispara, sólo un 7,7% se casó por gananciales en 2023

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La separación de bienes se dispara, sólo un 7,7% se casó por gananciales en 2023

La sociedad española ha cambiado y también lo ha hecho la forma en la que las parejas se casan. Desde 2013, el número de personas que contraen matrimonio en régimen de separación de bienes o que, una vez casados deciden cambiarse a este ha aumentado de forma continua. Con la excepción del año marcado por la pandemia y el confinamiento, 2020, el número de personas que han decidido casarse por este régimen casi se ha doblado en los últimos diez años : desde las 36.653 de 2013 hasta las 60.239 de 2023. De hecho, según los últimos datos publicados por el Consejo General del Notariado (CNG) con motivo del Día Internacional de las Familias, el 92,3% de las parejas de nuestro país eligieron la separación de bienes como régimen de unión el año pasado. Eso deja a sólo un 7,7% para los que siguen optando por gananciales , es decir, el clásico ‘lo tuyo es mío y lo mío es tuyo’. «El régimen del matrimonio es el conjunto de reglas por las que se rigen las relaciones económicas de una pareja casada. No hay uno bueno ni uno malo. Simplemente en cada caso, uno de esos modelos se adapta más a la situación de cada matrimonio», asegura la portavoz del CGN, Teresa Barea. Noticia Relacionada estandar Si El sector inmobiliario avisa de que la escasez de pisos amenaza el ‘boom’ tras la bajada de tipos Antonio Ramírez Cerezo¿Cuáles son las diferencias?En España, -explica Barea- existen dos territorios en los que, por lo establecido en su reglamento, una pareja al casarse está por defecto en separación de bienes , Cataluña y Baleares. En el resto de comunidades, sin embargo, asignan de forma automática el régimen de gananciales -o uno similar- y sólo se cambia si los involucrados en el matrimonio lo piden expresamente. «Si quieres cambiarlo, tienes que hacerlo en la escritura de capitulaciones», especifica.«¿Qué diferencia hay? El régimen de gananciales lo que supone es que, todo lo que se adquiera una vez contraído matrimonio se considera ganancial, es decir, es de los dos por igual. No obstante, si he comprado una casa antes de casarme, sigue siendo mía -es decir, es un bien privativo- y si heredo o me regalan algo, también es mío», resume Barea. Esto, recuerda, también afecta por igual a las compras y a las deudas: «Si mi pareja contrae una deuda y nos hemos casado por gananciales, son los bienes de los dos los que responden ante los acreedores», recuerda.«En cambio», -continúa Barea «la separación de bienes significa que lo de antes del matrimonio sigue igual. Y, estando casados, somos completamente independientes económicamente. De esta manera yo no tengo por qué contar con mi cónyuge ni para lo bueno ni para lo malo».En este sentido, según ha explicado la experta a este periódico, cuando una pareja se encuentra casada en este segundo régimen, «actúa económicamente como con un socio o un amigo», por ejemplo, al comprar una vivienda especifica en el contrato de adquisición qué proporción ha pagado cada uno. «Las cosas son privativas, de cada uno», agrega.No obstante, recuerda que existe una excepción con la vivienda familiar: «La casa en la que vive la familia, aunque sea propiedad de uno de los cónyuges, necesita la firma del otro para vender. Esto es para evitar que uno se quede sin techo sin saberlo», detalla. «Este régimen, bien interpretado en realidad protege a la familia. Si algún cónyuge tiene un problema (de no poder hacer frente a una deuda, con una empresa tras haber emprendido o una cuenta pendiente con Hacienda), no involucra a los bienes de todos», apunta Barea. Consecuencia de la entrada de la mujer en el mercado laboralSegún cuenta la portavoz del CGN, el hecho de que haya aumentado el número de personas casadas por el régimen de separación de bienes viene de un cambio en la sociedad. «Tiene que ver con que ahora los dos cónyuges trabajan, tienen un nivel económico parecido y quieren tener una independencia patrimonial». Asimismo, agrega que gananciales «era un régimen pensado para un matrimonio en el que un miembro de la pareja, que históricamente solía ser la mujer, decide quedarse en casa y se dedica a la familia». En este sentido, el régimen protege al cónyuge que no trabaja: «Aunque este no ponga dinero, se entiende que está poniendo su trabajo. Cuando se compra una casa, el que tiene un empleo pone el dinero, pero es de los dos por igual», apunta.

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