Ha sido la noticia de la semana, con todos los ingredientes más propios de una película de Berlanga, y tan sorprendente como triste porque la realidad es que está en solfa una comunidad de religiosas, la de Belorado (y Orduña) de una orden tan potente como las clarisas. Su portazo a esta congregación no es el primero que se produce en Burgos –aunque su anuncio de abandonar la Iglesia sí hace que sea un caso único– porque ya en 2010 otra comunidad, la de Lerma, con un centenar largo de hermanas, dejó de seguir a Santa Clara para fundar Iesu Communio, una nueva institución religiosa de derecho pontificio. Ahora está sobradamente asentada en La Aguilera (Burgos), pero tuvo un polémico proceso de constitución que hizo correr ríos de tinta.Cuando el lunes se conoció la decisión de la monjas de Belorado –en principio 16, aunque una ya se ha desmarcado–, muchos no pudieron evitar pensar que otra vez eran las clarisas las protagonistas de un episodio de ‘transfuguismo’, por aquello de dejar una orden para ir a otro destino, aunque con el enorme matiz de que las de Lerma eran fieles a la Iglesia. Sin embargo, las cismáticas de Belorado han renegado formalmente de ella para quedarse con la preconciliar y no reconocer a ninguno de los papas posteriores al Concilio Vaticano II (1962), es decir, que dejan fuera a San Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, San Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Por si ya con esto no hubiera suficiente, han apostado por seguir a un sedevacantista excomulgado que se hace llamar obispo, Pablo de Rojas , y formar parte de su organización –tachada de secta por la Conferencia Episcopal –, Pía Unión de San Pablo Apóstol. Su mano derecha, Francisco Ceacero , conocido como don José y barman en Bilbao hasta no hace tanto, se ha convertido en el capellán y padre espiritual en el cenobio. Pero aún hay más, con un lío inmobiliario y una abadesa, Sor Isabel de la Trinidad, cabecilla de la revuelta, cuyo mandato expira el próximo día 29 sin posibilidad de renovar, al haber superado el tiempo máximo permitido. Muchos ingredientes para una historia que ha puesto en el candelero a las clarisas, una orden que se define por su «estilo de vida sencillo, una forma de vida iniciada por San Francisco y Santa Clara de Asís fundamentada en el seguimiento de Jesucristo y en la vivencia del evangelio, en oración, pobreza y fraternidad». Los monasterios de las clarisas de Burgos están adscritos a la Federación de Nuestra Señora de Aránzazu, de la que forma parte una treintena de monasterios situados Álava, Burgos, Cantabria, Guipúzcoa, La Rioja, Navarra, Soria, Valladolid, Vizcaya, Zaragoza, Chile y Uruguay. Sólo en la provincia burgalesa tienen seis: en el citado Belorado, Medina de Pomar, Vivar del Cid, Castrojeriz, Castil de Lences y Burgos capital. Es, por lo tanto, una de las congregaciones más implantadas en una provincia que cuenta con 23 monasterios femeninos y casi 900 religiosas profesas y, de nuevo, ha vuelto a ser noticia. En 2010, se quedó sin uno de sus principales activos, la comunidad de Lerma, que llevaba ya varios años experimentando un ‘boom’ vocacional sorprendente para unos tiempos de crisis espiritual. Casi 200 monjas llegó a tener el monasterio lermense impulsado por una maestra de novicias que acabó por ser abadesa, sor Verónica, que finalmente abandonó la orden de las Clarisas, y con ella los dos centenares de monjas, para crear una nueva bajo el nombre de Iesu Communio , un instituto religioso femenino aprobado por Roma en diciembre el citado año. Estas monjas, que se distinguen por su hábito vaquero , decidieron entonces trasladarse a otro cenobio, situado en la localidad burgalesa de La Aguilera , donde los Franciscanos les cedieron un monasterio que también acabó por quedarse pequeño, por lo que han levantado junto a él varios modernos edificios de nueva construcción donde reside actualmente una comunidad que ronda las 200 hermanas, la mayoría jóvenes. Allí son casa de acogida para otros jóvenes y se dedican también a la elaboración y venta de productos de repostería y artesanales. Dejaron las clarisas, pero su fidelidad a la Iglesia y al Papa fue inquebrantable. De hecho, su proyecto fue personalmente impulsado por el cardenal Antonio María Rouco Varela y aprobado en tiempo récord por el Papa Benedicto XVI . Sor Verónica sigue al frente, aunque hace años que no se deja ver ni mantiene contacto alguno con el exterior.Noticia Relacionada estandar No La presidenta de la Federación de las clarisas: «No sé quién les ha metido este disparate en la cabeza» Montse Serrador Sor María Javier reconoce que «llevo cuatro días llorando» y confía en que «reaccionen y vuelvan atrás»El monasterio de Lerma fue abandonado definitivamente en 2015, aunque las monjas de Iesu Communio, a las que pertenece, se trasladan hasta él casi todas las semanas para vender sus productos. En el Ayuntamiento del municipio, aún lamentan su marcha por la actividad, también económica, que generaba en la localidad a la que llegaban familiares y peregrinos.Curiosamente, en Lerma entraron como novicias Sor Verónica y la actual abadesa cismática de Belorado, sor Isabel de la Trinidad . En él, estuvieron juntas durante años en los que algunas de sus compañeras recuerdan su capacidad de liderazgo y su firme carácter. Después, sor Isabel acabó por trasladarse con otras tres hermanas a Belorado para apoyar a esta comunidad que, cuando arrancaba el siglo XXI, estuvo a punto de cerrar sus puertas por falta de vocaciones. Por aquellos años, en 2004, una joven sor Isabel transmitía, a través de las páginas de ABC, sus vivencias en la clausura: «Se experimenta tal plenitud interior que no sientes la necesidad de salir a pesar de que hay una renuncia real» y rememora su decisión de convertirse en clarisa tras tener «una experiencia de Cristo muy personal».El lunes renegó de la orden en la que se inició y desarrolló su vida contemplativa y el horizonte que se cierne sobre ella puede ser, como el del creador de la Pía Unión de San Pablo, la excomunión y, con ella, la del resto de hermanas que la acompañan. Cinco son de avanzada edad por lo que el propio arzobispo de Burgos, Mario Iceta , duda de que asuman la decisión adoptada por la abadesa. En abrir cauces de diálogo y, sobre todo, ‘tutelar’ a las mayores ante su posible indefensión, centra ahora sus esfuerzos.
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