Prostitución, pobreza, emigración, reivindicaciones laborales… El arte social toma el Prado

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Prostitución, pobreza, emigración, reivindicaciones laborales… El arte social toma el Prado

Los lunes al Prado. A la espera de la puesta de largo del ‘Ecce Homo’ de Caravaggio , el próximo día 27, en el museo, hoy se ha presentado la primera exposición temporal del Prado este año. Ha tardado en llegar, pero lo hace a lo grande. No ocupa una ni dos ni tres, sino las cuatro salas del edificio Moneo : A, B, C y D, en las plantas 0 y 1. Es una de las muestras más ambiciosas que ha puesto en marcha la pinacoteca. Y es que son tres centenares las obras incluidas en ‘Arte y transformaciones sociales en España (1885-1910)’ , patrocinada por la Fundación BBVA, que puede visitarse desde este martes hasta el 22 de septiembre. Son innumerables los prestadores y hasta 36 colaboradores han participado en el catálogo. «En los últimos años, el Prado se ha comprometido a la aproximación de episodios y artistas no tratados o a los que se ha prestado poca atención -advierte Miguel Falomir , director del museo-. Es el caso de ‘Invitadas’, ‘El espejo perdido’, ‘Artistas españoles en Nápoles a comienzos del Cinquecento’ o esta exposición». Noticia Relacionada reportaje Si 23 días para la eternidad: así se restauró ‘Las Meninas’ Natividad Pulido Se cumplen 40 años de la última puesta a punto de la obra maestra de Velázquez. Protagonistas y testigos de aquella fascinante aventura cuentan a ABC todos los detallesLa muestra aborda cronológicamente solo un cuarto de siglo : de 1885, año del pacto entre Cánovas y Sagasta y fecha de comienzo del gobierno liberal largo, a 1910, año del mandato también liberal de Canalejas . De hecho, se cierra con una fotografía del cadáver de Manuel Pardina, asesino de Canalejas, retratado en el depósito en 1912. Veinticinco años en los que hubo no pocos cambios económicos y sociales en nuestro país: la pérdida de las últimas colonias, la crisis del 89 y el inicio de la regeneración, intentos de reformas educativas (la Institución Libre de Enseñanza, la Escola del Bosc en Barcelona), el impulso de la medicina (el médico se convierte en el nuevo héroe), las primeras huelgas y revueltas obreras, la emigración (400.000 españoles salieron del país en la última década del siglo)… ‘Ciencia y caridad’, de Picasso Museo Picasso de Barcelona/SucesiÓn PicassoEl cambio de siglo supuso una vertiginosa transformación en la España de la Restauración. Y el arte no fue ni mucho ajeno a todo ello. Los cambios sociales y políticos eran lentos, pero en el ámbito del arte era posible un triunfo de la revolución más radical. Los artistas dieron una impronta social a sus trabajos. Hasta entonces imperaba la pintura de Historia, que quedará relegada por la de temática social y el naturalism o en el gusto de crítica y público. Dos obras de Velázquez eran imitadas como modelos en la pintura social: ‘Las Hilanderas’ y ‘La fragua de Vulcano’. Los grandes héroes del pasado dejan paso a gente anónima , en su mayoría personas desfavorecidas, que son los nuevos protagonistas. Los temas que aborda el arte en esos años siguen hoy de plena actualidad : emigración, reivindicaciones laborales, educación, sanidad, delincuencia o prostitución. Se hallan sobre la mesa temas como la abolición de la prostitución, la reducción de la jornada laboral y las políticas migratorias en Europa.’¡Triste herencia!’, de Sorolla Colección Fundación Bancaja, ValenciaEl triunfo de ‘Una sala del hospital durante la visita del médico en jefe’, de Luis Jiménez Aranda , en la Exposición Universal de París de 1889 (Museo del Prado), y de ‘¡Triste herencia!’, de Joaquín Sorolla (Colección Fundación Bancaja), un año después (ambos obtuvieron sendas medallas de honor), supuso un antes y un después de la pintura social en España. Estos dos grandes cuadros (en tamaño y calidad) están presentes en la exposición, junto con otras obras importantes como ‘La vuelta de la pesca’, de Sorolla (préstamo del Orsay parisino, fue su primer cuadro galardonado internacionalmente); ‘La catedral de los pobres’, de Joaquín Mir (Colección Carmen Thyssen, depósito en el MNAC); ‘Los desechados’, de José Gutiérrez Solana (Detroit Institute of Arts), ‘Ciencia y caridad’, de Picasso (Museo Picasso de Barcelona); ‘La bestia humana’, de Fillol (Museo del Prado)… El Prado atesora en su colección las obras premiadas en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, adquiridas por el Estado. Pero, hasta la reinstalación en 2021 del arte del siglo XIX en el Prado, solo se mostraba en sus salas una obra de temática social, ‘¡Aún dicen que el pescado es caro!’, de Sorolla, manteniéndose el resto en almacenes o depósitos. En su colección permanente tan solo cuelgan cuatro obras (apenas la mitad de una sala). Esta exposición ha contribuido a restaurar, estudiar y dar a conocer una parte importante de sus propios fondos.Muestrarios de fotografías eróticas, de Antoni Esplugas i Puig Colección Domènech-BallesterAsí lo constata el comisario de la muestra, Javier Barón , jefe de Conservación de Pintura del XIX del Prado, que no solo ha seleccionado pintura, dibujo, grabado y escultura (lenguajes artísticos tradicionales), sino también fotografía y cine , los lenguajes modernos. La mitad de los tres centenares de obras expuestas son fotografías, que se muestran en unos gabinetes anexos de las salas, con las paredes oscuras y una iluminación más débil, junto con dibujos y obra gráfica. Encerrados en vitrinas o colgados de las paredes vemos   curiosidades como las fichas de control de emigrantes a Argentina, retratos de reseñas policiales , muestrarios de fotos eróticas   e interiores de prostíbulo s (nos convertimos en voyeurs), una clase de disección de Ramón y Cajal (fotografía de Alfonso Sánchez que semeja un Rembrandt), instantáneas de nativos de Guinea Ecuatorial, Cuba o Filipinas, los atentados del Liceo de Barcelona y de Alfonso XIII el día de su boda… La fotografía fue un modelo para la pintura (y viceversa), pero también lo fue la novela social (Zola, Clarín, Galdós, Pardo Bazán… Además, la sala D se convierte por unos meses en una sala de cine , donde se proyectan películas de la época. Las primeras, de 1895. ‘El sátiro’, de Antonio Fillol Museo del PradoBarón destaca «la extraordinaria vitalidad y heterogeneidad del arte español en este 25 años«: Santiago Rusiñol, Ramón Casas, Ignacio Zuloaga, Isidro Nonell, Joaquín Mir, Hermenegildo Anglada-Camarasa, Joaquín Sunyer, Pablo Gargallo, Francisco Iturrino, Ricardo Baroja, Ricardo Canals, Ramón Pichot, Vicente Cutanda y Juan Gris, entre otros muchos artistas. Solo están representadas dos mujeres artistas: Elvira Santiso y María Luisa Puiggener . Pintores como Sorolla, Gutiérrez Solana o el joven Picasso dieron sus primeros pasos artísticos y conocieron sus primeros éxitos con obras presentes en la exposición. Picasso regresa una vez más al Prado . Además de la citada ‘Ciencia y caridad’, se exhiben ‘La nana’, ‘La espera (Margot)’, ‘La comida frugal’… Ya se aprecia una evolución de los lenguajes y propuestas alternativas al naturalismo en Picasso, Gris, Nonell… El caso de Antonio Fillol merece mención aparte en la pintura social. Refleja en sus durísimas obras temas muy delicados. Así, en ‘El sátiro’ , abordó en 1906 un asunto que resultó inaceptable para el jurado de la Exposición Nacional de ese año, de la que fue expulsado junto con otros autores. La pintura, seguramente inspirada en una noticia real, muestra la rueda de reconocimiento en la que figura el abusador de una niña . En junio del año pasado el cuadro fue adquirido por el Prado por 110.000 euros. En ‘La bestia humana’, Fillol plasma una escena de prostitución en el interior de una casa. La joven oculta el rostro al espectador con sus manos y da la espalda al resto de los personajes. El recorrido de la exposición está dividido en varias secciones. Arranca con el trabajo (en el campo, en el mar, en las fábricas, el trabajo de la mujer)… La mujer se incorpora al mundo laboral. Pero en 1900 casi un setenta por ciento de la población femenina era analfabeta, se ocupaba de trabajos no especializados: la mayoría trabajaba en la agricultura. La Ley de Protección del Trabajo de Mujeres de 1900 trató de disminuir la dureza de las condiciones laborales en fábricas y talleres. Prosigue con la educación (al inicio del periodo el analfabetismo de la población española estaba en un 71% y hasta 1888 las mujeres no pudieron matricularse en estudios universitarios), la religión (la Constitución de 1876 estableció la religión católica como la oficial del Estado, aunque toleraba el culto privado de otras creencias), enfermedad y medicina (disminución de las epidemias después del cólera de 1885, avances en la lucha contra la tuberculosis, creación de vacunas específicas como la de la viruela)… La enfermedad se asociaba al castigo y a un placer considerado inmoral. Era el caso de la sífilis.’Una huelga de obreros en Vizcaya’, de Vicente Cutanda Museo del PradoTambién aborda la exposición temas como la muerte (aunque hubo un descenso de la mortalidad muy marcado hasta 1912, la tasa de decesos infantiles continuó siendo alta). En ‘La autopsia’, de Enrique Simonet, aparece el cuerpo sin vida de una mujer a la que se le ha extraído el corazón para estudiarlo. Prosigue el recorrido con los accidentes laborales (la protección de los trabajadores accidentados, establecida por la Ley de 30 de enero de 1900 en España) y la   prostitución (la Real Orden de 1 de marzo de 1908 reguladora de la prostitución establecía la necesidad de que cada burdel contara con un médico que debía mantener un libro-registro con imágenes fotográficas de cada prostituta, las cuales deberían figurar también en las cartillas sanitarias que estas debían tener). El tema de la prostitución se aborda en obras como ‘La bestia humana’ de Fillol; ‘La esclava’, de Gonzalo Bilbao; ‘Vividoras del amor’, de Julio Romero de Torres, ‘Trata de blancas’, de Sorolla, o ‘Celestina’, de Ignacio Zuloaga. ‘Las señoritas de Aviñón’ , (1907), de Picasso, es la imagen moderna por excelencia del burdel. La muestra concluye con apartados dedicados a la emigración (el desarraigo que produce la partida se percibe en obras como ‘El emigrante, de Juan Martínez Abades, y en ‘Emigrantes’, de Eliseo Meifrén), pobreza y marginación étnica y social (la pobreza afectó especialmente a las viudas, a los niños, sobre todo a los expósitos, y a los ancianos; hasta 1904 no se promulgó una Ley de Protección a la Infancia), y las huelgas y reivindicaciones sociales (el sufragio universal es de 1890 y el derecho a la huelga de 1909).

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