Acotaciones de un oyente Vuelve la máquina del fango

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Acotaciones de un oyente Vuelve la máquina del fango

Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios. Uno de los dos ‘perrosanxes’ ha de helarte el corazón. Esa es la principal conclusión de la sesión de este miércoles: el presidente tiene dos almas, dos personalidades o, posiblemente, dos escritores de discursos; uno de ellos debe ser un hippie que vive en las Cíes hasta arriba de pasiflora y que escribe tras releer ‘Juan Salvador Gaviota’. El otro, un tipo oscurete expuesto a las tesis de Steve Bannon como Malcom McDowell en ‘La naranja mecánica’. El presidente va alternando el estilo de uno y de otro y, así, en un párrafo se queja de los insultos y en el otro insulta; en uno denuesta la mentira y en el siguiente miente; en un pasaje se queja del lodazal y en el otro chapotea feliz en el barro. Así que el presidente comenzó como el Dr. Jekyll, pidiendo a la Cámara cortesía para poner punto y aparte en la deriva de crispación, pero le duró exactamente veintiséis minutos, momento en el que salió Mr. Hyde para poner un punto y aparte en el punto y aparte, meter a Juan Salvador Gaviota en una jaula y llevarse la contraria a sí mismo, como si dentro de su cerebro se estuvieran peleando los hermanos Gallagher.Y encendió el presidente la máquina de fango, que me la imagino como un inmenso tanque de gotelé. La puso apuntando a la oposición para acusar a la derecha y la ultraderecha de muchas cosas. Es curioso que Sánchez se refiera a la derecha y la ultraderecha siempre juntas, como si fueran Trinidad y Tobago, Antigua y Barbuda o Simon y Garfunkel. Lo hace para dar a entender que son lo mismo y ensuciar la imagen del PP. No comprende que, al dar a entender que PP y Vox son lo mismo, lo que logra es blanquear a Vox. Pero da igual, lo importante es que en el minuto veintiséis se encendió la máquina de fango sanchista, la pusieron a tope y el presidente se lanzó a acusar a la oposición de ser ‘la nada y el lodo’ —’greatest hits’—, de debilitar a Europa, de atacar a las Naciones Unidas, de llevarnos a una guerra que costó la vida a más de medio millón de personas, de lamentar los buenos resultados económicos, de envenenar las relaciones con el Magreb, de boicotear los intereses de España, de crear bulos para evitar el desembolso de fondos europeos, de azuzar la confrontación territorial, de apoyar a Netanyahu —de apoyar un genocidio—, de intentar quebrarle a él y a su familia, de espiarlos a ellos y a otros políticos de izquierdas y nacionalistas, de acosar a gente de la cultura y de financiar pseudomedios para que creen bulos que, posteriormente, las organizaciones ultraderechistas llevarán a los tribunales. No está mal para buscar la concordia, la verdad. Pero la apoteosis llegó al terminar su intervención, cuando nos dijo que, «como ven, yo no voy a alimentar la máquina del fango ni el ‘y tú más’», para carcajada general del hemiciclo que, como colofón, tuvo que ver cómo Patxi López pedía a Armengol que se retirara del diario de sesiones una frase en la que Abascal los llamaba «títeres». Retumbaban entonces ‘Las noches de Ortega’ y lo que entendimos fue algo así como: «Señoría, exigimos que le ordene a esa panda de fascistas amigos de genocidas que matan a niños palestinos que no nos llamen títeres».Contundentes las respuestas de Feijóo y de Abascal. El segundo más tranquilo —y, por lo tanto, más efectivo— de lo que es habitual, especialmente en la réplica. Quizá para compensar el circo de Vistalegre. A pesar de ser más educado que Sánchez, Abascal también tiene dos almas y uno no puede evitar preguntarse por qué no opta siempre por esta. Y en cuanto al primero —Feijóo—, dos intervenciones duras, acertadas en el tono y repletas de argumentos válidos, especialmente en lo referente a Palestina, al conflicto diplomático con Israel y con Argentina y a la situación de Begoña Gómez. Porque se supone que a eso es a lo que veníamos. Aunque, por supuesto, todo resultó ser una excusa para lanzar la campaña europea. Que hay mucho en juego. Y, al fin y al cabo, la máquina del fango no se paga sola.

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