Richard Kagan: «¿Declive? España mantuvo su imperio durante tres siglos… ¡no está mal!»

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Richard Kagan: «¿Declive? España mantuvo su imperio durante tres siglos… ¡no está mal!»

Richard Kagan (Nueva Jersey, 1943) recibe a ABC en la casa de Madrid de su amigo Fernando Marías, el escritor y ganador del premio Nadal fallecido hace dos años. Se conocieron por casualidad en el Archivo Municipal de Toledo, en 1979, donde el estadounidense – investido doctor ‘honoris causa’ por la Universidad Autónoma de Madrid , junto a Paul Auster, en 2022–, estaba preparando la primera gran exposición de España en la época posfranquista, dedicada a El Greco en el Museo del Prado. «Fernando se acercó y, sin conocerme, soltó: ‘¿Qué hace un extranjero estudiando la historia de mi tierra?’», comenta entre risas el profesor emérito de la Universidad John Hopkin s, considerado desde hace décadas uno de los grandes especialistas en la historia moderna de España. «Desde ese día fuimos inseparables», añade. Las habitaciones están repletas de libros y apenas se ve la pared. La mayoría son de historia y arte. «¡Es una biblioteca magnífica!», apunta Kagan, que parece encontrarse como en su propia casa. Señala la obra de Geoffrey Parker , ‘Felipe II: La biografía definitiva’ (Planeta, 2010), al que conoce desde 1965, cuando ambos eran compañeros y discípulos aventajados en los cursos de doctorado de John Elliott en la Universidad de Cambridge. «Geoffrey fue hospitalizado hace siete semanas, pero ha mejorado y hoy mismo le daban el alta», informa aliviado.El historiador emérito de la Universidad John Hopkins se encuentra en la capital para participar en las primeras jornadas ‘America&Spain250’, cuyo objetivo es reivindicar la contribución de España a la independencia de Estados Unidos y conmemorar los 250 años de relaciones entre ambos países. Organizado por el Queen Sofía Spanish Institute y la Fundación Ramón Areces , reunirá mañana y el viernes a otros reconocidos investigadores como, por ejemplo, la directora de la Real Academia de la Historia, Carmen Iglesias ; el diplomático e historiador Gonzalo M. Quintero y el investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Manuel Lucena . El simposio contará, además, con la participación de la Reina Doña Sofía .Noticia Relacionada Dos mil gallegos estandar No La tragedia olvidada de los españoles esclavizados en Cuba por otros españoles Israel Viana Cerca de dos mil gallegos emigraron a la isla caribeña en busca de un futuro mejor y con una oferta de trabajo firme, sin imaginarse que la experiencia iba a convertirse en una pesadilla—En los últimos años ABC ha entrevistado a muchos hispanistas…—No me gusa el término. Como explicaré en mi ponencia, el hispanismo suele confundirse con la idea de estudiar a España como si fuera algo aislado. Para mí y mi maestro, John Elliot, debe analizarse como parte de Europa y el mundo atlántico, comparar sus periodos de esplendor y crisis con lo ocurrido en otros lugares. El hispanismo clásico hacía válido el dicho franquista de «Spain is different», pero no es tan diferente.—¿Y cómo ha cambiado la visión de España entre los historiadores americanos en el último siglo?—¡Uy! Es un tema complejo. Hasta la mitad del siglo XX, gracias al régimen franquista, estudiar la historia de España era un poco tabú para los investigadores norteamericanos. No querían viajar a la España de Franco. En los años 60 eso empezó a cambiar un poco, pero fue sobre todo en la Transición cuando España volvió a ser un país interesante. Eso no significa que la Leyenda Negra haya desaparecido, es una idea falsa que todavía perdura, pero creo que la huella es hoy más pequeña. —¿Y antes de Franco?—A principios del siglo XIX, los norteamericanos estudiaban la historia de España aislada. A finales del siglo se inició el movimiento panamericano, que se interesó por lo ocurrido en América sin mirar a Europa. Se produjo una división en el mundo de los hispanistas.—Dos corrientes independientes…—Sí, y durante años mantuvieron una lucha entre sí, entre la que se orientaba a la cultura española y la que se dedicó a la hispanoamericana. Con la victoria de Franco en 1939, fue cuando muchos historiadores estadounidenses renegaron de viajar a España para investigar su historia, hasta que, a partir de 1960, volvió de nuevo ese interés… Yo soy la prueba. Sin embargo, creció más el interés por la historia de latinoamericana, que recibió mucho apoyo político y económico. Y surgieron también los programas de estudios atlánticos, de los que formó parte Elliott y que ubicaron a España dentro de la historia de las potencias del Atlántico. Esta corriente tuvo mucho prestigio en los años 80 y 90. —Todos son herederos de William Prescott, el primer historiador de Estados Unidos que, a principios del siglo XIX, acudió a las fuentes originales para escribir sobre la historia de España…  —Fue el primer historiador en escribir sobre España sin caer en polémicas, sin copiar las opiniones de sus colegas. Pidió copias de muchos manuscritos originales al Archivo de Simancas y al Archivo General de Indias, entre otros. Era un placer leerle por cómo narraba y describía los ambientes. Sus libros sobre los Reyes Católicos y las conquistas de Perú y México fueron un gran éxito.—¿Fue el primer intento de comprender y no condenar a España?—Sí, pero debajo de sus tesis también había cierta moral inherente a la época. Prescott defendió que, tras aquel momento de grandes hazañas en la conquista de América a principios del siglo XVI, España desaprovechó la oportunidad de modernizarse como nación por la monarquía absoluta de Carlos V y la intolerancia de la Inquisición. Utilizó esa imagen como ejemplo de lo que Estados Unidos no tenía que hacer en aquellos años suyos de expansión. —¿A usted le resultó fácil dedicarse a la historia de España de joven?—Muy difícil. Gracias al franquismo no hubo especialistas en la historia medieval y moderna de España en mi país. Cuando acabé la carrera, no encontré cursos del doctorado, pero gracias a mi profesor, especialista en la historia de Francia, crucé el charco y fui a Cambridge con Elliott. En EE.UU. solo había dos profesores que habrían podido dirigir mi tesis, y la historia de España en el siglo XX no estaba mejor. Solo había dos profesores: Richard Herr, en Berkeley, y Stanley Payne, en Wisconsin. —España era una rareza…—Sí, todo el mundo me preguntaba extrañado por qué estudiaba la historia de España. Algunos, incluso, dudaban: «Pero… ¿qué ha hecho España por la historia de la civilización?». Ese prejuicio tenía una larga tradición. El otro día, en un encuentro, me hablaban del declive de España y yo decía: «¿Declive? Bueno, España mantuvo su imperio durante tres siglos, hasta el XIX… ¡No está mal! En Cuba ganó más dinero en un siglo gracias a la esclavitud y el azúcar que todos los beneficios de la plata de Potosí en México en los siglos anteriores. Lo que ocurrió en España no fue un desastre total, como se quiere creer. —¿En qué punto está hoy el interés por la historia de España en EE.UU.?  —Está disminuyendo, pero no es un fenómeno aislado. Las humanidades están en crisis en todas las universidades del mundo desde la década de 1990 y no sé cuándo va a cambiar.

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