Llegando a la puerta de Alcalá , al presidente de Murcia lo recibieron como a los toreros en la calle Iris como si entrara en la plaza de toros de la Maestranza. Iba como firmando fotos. Porque a la derecha siempre se le ha dado mucho mejor la aclamación del líder que la protesta. Hasta ahora, en la calle perdían mucho, y salían a las manifestaciones arrastrando los pies, sobrevolando lemas de compás cansino, sin saber mucho qué hacer ni antes, ni durante ni mucho menos después cuando nadie sabía cuándo terminaba el acto y había un continuo espacio temporal entre la reclamación del estado de derecho y pedirse unas croquetas en esa marisquería en la que tiran la caña que da gusto. En el pasado, andaban en la calle descolocados como un punki en el Embassy. Porque la derecha moderada, lo que Rajoy llamaba la mayoría silenciosa, había asumido que la calle era de la izquierda, todo lo contrario de Fraga, que decía que la calle era suya, como se sabe. Desde el Colón de la foto de Colón, a la derecha la calle le daba ‘cringe’, que es como llaman los pibes a esa sensación de verse a uno o a otra persona en una situación vergonzosa o ridícula. Eso ya no pasa. Ahora en las manis de la derecha pincha un deejay la bachata del mentiroso y las señoras sueltan la cadera con impulso caraqueño. Eso pasaba en la Puerta de Alcalá a las doce menos veinte, y el resto de la manifestación, mitin o lo que fuera, transcurrió en un fragor de banderas y de asumir el papel de resistencia, casi de disidencia del sanchismo, una rebeldía con un punto orgulloso, divertido, como todas las rebeldías. Noticia Relacionada estandar No Abascal reduce a «romería» el acto de Feijóo contra la amnistía respecto a su cumbre con Milei José Luis Fernández El líder de Vox llama en un mitin en Valencia al voto el 9J para destruir «la alianza irrompible del PP con el PSOE» porque votan juntos en BruselasEn la plaza habían colgado carteles electorales del PSOE de manera que Teresa Ribera me estaba mirando fijamente y andaba pensando en que cada día se parece más a Fernando Gomá. Para que la rebeldía funcione es necesario visualizar el objeto contra el que uno se rebela, y por eso, cuando pinchaban una versión de ‘La puerta de Alcalá’, «mírala-mírala-mírala-miraláaa», en el punto de fuga emocional de la escena se aparecía Ana Belén fumando en pipa. Hacía un calor horroroso, y cuadraba en una representación del desierto de la legislatura porque todas las causas necesitan una intemperie y varias señoras de las primeras filas se desmayaron por el sol como en aquellos conciertos de los Beatles. Cuando la derecha sale a la calle, a menudo se la deslegitima por el prejuicio de que no tienen derecho a quejarse porque tienen dinero. Aquí se llegó a una suerte de derecho a la manifestación censitario en el que si uno jugaba al golf no podía salir a la calle. Cuando protestaban contra el estado de alarma, los deslegitimaron por llevar, decían, una madera del uno. Lo cierto es que en las manis del PP la renta está repartidita, pero resultaba bellísimo un señor que elevaba su bandera de España con la pértiga de limpiar la piscina, se supone que del chalé y provocaba más que el Cojo Manteca cuando en las manis de los 80 partía los cristales de las cabinas de teléfonos con la muleta.También se vieron muchas banderas venezolanas. Al exilio de Caracas no le gusta el Gobierno de España por lo que sea y hablan como desde futuro. En una pantalla de vídeo salió la opositora María Corina Machado diciendo cosas del chavismo de aquí cuando el lago del Retiro se puso misterioso como el Orinoco y en los semáforos aceleraban sus motillos los riders exiliados de Maracaibo que llevan sus hamburguesas de aquí para allá. La protesta antisanchista conecta con otros mundos, otros universos que la legitiman y le dan el contexto que le faltaba. Fernando Savater subió al escenario pasados los 70 años y, cuando habló de los pactos con Bildu, se hizo un silencio de congoja y la gente que había salido a la calle recordaba las otras veces que había salido a la calle y por qué. Ayuso iba de rojo muleta y como se cruza más que Paco Ureña, gritó que le gustaba la fruta y andaba la gente coreando ‘Me gusta la fruta’ en un cachondeo como de aquel blasfemo de ‘La vida de Brian’ que bailaba ante su inminente lapidación. Es palpable la salida del PP del armario en el que lo quiere encerrar el PSOE en no sé qué vergüenzas. Alberto Núñez Feijoo, este domingo en un impulso mitinero, se cortó hablando de las explicaciones que debía dar Sánchez sobre «su entorno». Después reclamó una España sin amo, esto es sin «puto amo». La tenía delante.

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