Después del sufrimiento del año pasado, esta edición de 2012 se presenta el Rafael Nadal más arrollador. Ha aprendido con mucho esfuerzo que hay que salir a por todas desde el inicio, y en primera ronda ya está listo para sacar todo su arsenal, que es infinito en esta Philippe Chatrier que conoce al detalles. No es ya el Nadal del puño al aire, pero sí el de hacer que su lado de la pista sea lo suficientemente grande para llegar a todo y para hacer la infinita e inabarcable para el rival. Suelta la derecha en carrera, los banana shots, las derechas altísimas, los efectos endiablados y mortifica a quien se pone por delante; la edición con menos juegos concedidos en esa primera semana: Simone Bolelli (6-2, 6-2 y 6-1), Denis Istomin (6-2, 6-2 y 6-0), Eduardo Schwank (6-1, 6-3 y 6-4) y paliza tremenda a su amigo Juan Mónaco (6-2, 6-0 y 6-0).En cuartos, Nicolás Almagro, el del desafío en 2008, el que grabó la profecía sobre los cuarenta años, el que inquietó al balear en el primer set apoyado en esa lluvia débil, pero que facilitó la agresividad del murciano: juego en blanco para empezar y doble falta de Nadal en su primer punto de saque, estupefacción en la grada. Almagro, doce del mundo, apretaba con subidas a la red que desconcertaron a Nadal, que no paraba de correr de lado a lado. Pero hubo piernas y paciencia para agrietar la fortaleza del murciano, que se vino demasiado arriba en el tie break.Noticias Relacionadas estandar No Tenis Roland Garros Fútbol Club Laura Marta estandar No Tenis Alcaraz se reencuentra: «Me he sentido yo mismo» Laura MartaY la resistencia de Almagro se quedó ahí. Porque Nadal mejoró el saque y martilleó desde el fondo para desesperación del murciano, que encadenó error tras error hasta sucumbir, otra vez, en dos horas y 46 minutos. Era la victoria 50 del balear, por solo la derrota ante Soderling, y todavía quedaban muchas más.Y más plácidas, como la semifinal ante David Ferrer. Un alivio (6-2, 6-2 y 6-1) porque iba a llegar la primera final contra Novak Djokovic. Este Novak Djokovic que había alcanzado el número 1 del mundo, que había minado la confianza del balear con aquellas finales consecutivas a su favor, que se alió con la lluvia para empañar el séptimo título de Nadal. Todo empezó como siempre, con un Nadal abrumador en los intercambios, imposible para el serbio atajar su superioridad, un 6-4, 6-3 y 2-0 que no hacían presagiar las nubes que se cernirían sobre el balear. En ese momento, con una Philippe Chatrier sin techo (hasta 2017), se desató la tormenta. Con la lluvia, los efectos de Nadal se esfumaron, tanto los de la raqueta como los de su aura en esa pista. «No retiraron las lonas y yo les pedía que lo hicieran porque la bola se mojaba mucho, estaba muy pesada y el efecto de los golpes de Rafa se desvaneció», explicaba el tío Toni.Djokovic no desaprovechó la ocasión y se fue levantando en el marcador aliado con los elementos. Del 0-2, al 6-2, por mucho que Nadal pidiera una y otra vez que se parara el partido porque llovía cada vez más. Y no le harían caso hasta las siete de la tarde, con un break abajo 1-2. París decidió entonces que no se podía disputarse ni un juego más: con lluvia y sin luz, la final se aplazó hasta el lunes. Para agobio de la organización, que no había tomado esta decisión desde 1973 (Ilie Nastase y Nikola Pilic), para alivio del balear pues el serbio había entrado en combustión, 27 triunfos consecutivos en torneos de Grand Slam.«¿Las pista está igual que hace una hora y nos vamos ahora?», le espetó Nadal al juez de silla, Stefan Fransson, mostrándole las pelotas.Al día siguiente, llenas las gradas con gente de la Federación Francesa al no poder regresar los espectadores que pagaron sus entradas el día anterior, los nervios eran evidentes en Nadal, que confesaría después que tuvo muchas dudas porque, a pesar de dos sets por arriba, estaba en el cuarto con un break de desventaja y, además, aquellas siete finales perdidas, sin poder ganar a Djokovic en un Grand Slam desde 2010, y en juego París, su París, su último refugio. Sin embargo… «Por suerte para Rafa, se aplazó con ese break abajo en el cuarto set. Al retomar el partido, Rafael estaba nerviosísimo, pero se rehízo y recuperó el break. Fue una final muy sufrida», cuenta Toni Nadal. En el undécimo juego, la mente entró en juego, y ahí, nadie mejor que Nadal. Con 5-6 y 30-30, un ganador de Nadal, y ya en el punto de partido, una doble falta.MÁS INFORMACIÓN noticia No 2010, el quinto Roland Garros de Nadal: La venganza ante Soderling noticia No 2008, el cuarto Roland Garros de Nadal: La mayor paliza ante el mayor rival noticia No 2007, el tercer Roland Garros de Nadal: Borrón y título nuevo tras 81 triunfos seguidos noticia No 2006, el segundo Roland Garros de Nadal: del primer Soderling al finalista Federer noticia No 2005, el primer Roland Garros de Nadal: Con Burgsmuller empezó todoNadal daba el séptimo mordisco a la Copa de los Mosqueteros, superaba en uno a Bjorn Borg, y, sobre todo, se liberaba de la presión que le había puesto Djokovic sobre los hombros: podría ganarle en cualquier otro torneo, en cualquier otra final, pero Roland Garros seguía siendo de Nadal.

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