El Jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad), almirante Teodoro Esteban López Calderón, desconocía que los 1.100 millones extra para el Ministerio de Defensa aprobados en el Consejo de Ministros del 16 de abril se fueran a dedicar íntegramente a ayuda para Ucrania. Sobre todo, porque el acuerdo adoptado por el gabinete ministerial afirmaba que el dinero se destinaría a «reforzar» las capacidades militares de las Fuerzas Armadas, algo muy alejado de lo que realmente ha sucedido. Por tanto, según fuentes de Defensa de la máxima solvencia consultadas por ABC, el Jemad fue el primer sorprendido cuando esta semana se conoció el contenido del acuerdo firmado por Pedro Sánchez y Noticia Relacionada estandar Si La escalada bélica obliga al Gobierno a acelerar la compra de armamento Pablo Muñoz Fuentes del Ejecutivo y militares reconocen que las reservas de munición «están bajo mínimos» y faltan blindados y baterías antiaéreas. Sumar duda de que sea legal la inversión de 1.129 millones pese al contexto internacionalVolodímir Zelenski con motivo de la visita de éste a España y lo que se iba a hacer con esa partida extraordinaria de fondos.Otras fuentes consultadas van más allá y aseguran que tampoco la ministra de Defensa, Margarita Robles , que había defendido públicamente ese gasto extraordinario aprobado por el Consejo de Ministros, conocía las intenciones del presidente del Gobierno. Preguntado por ABC, desde ese departamento no aclarararon este extremo y se remitieron a lo que entonces se publicó en la referencia del Consejo de Ministros, donde se aludía a «un refuerzo urgente de las capacidades militares al objeto de incrementar la reserva estratégica disponible», y al acuerdo bilateral firmado por Pedro Sánchez. Además, en aquellas fechas desde el ministerio se afirmaba que el dinero se dedicaría «armas, munición y equipamientos», sin hacer más concreciones.Solo una semana después de que el Consejo de Ministros diera luz verde a esa partida, hasta tres grupos parlamentarios (PP, Bildu y Podemos) pidieron explicaciones a Robles en el Congreso de los Diputados. Y ella en ningún momento dejó entrever ninguna duda de que ese dinero fuera para su Departamento y tuviera como destino el frente ucraniano. «Invertir en defensa es invertir en la paz, invertir en puestos de trabajo, invertir en un mundo mejor –reivindicó ante el diputado de EH Bildu Jon Iñarritu cuando éste cuestionó que se aumentase el gasto militar–. Estoy orgullosa de la inversión que este Gobierno hace en defensa». «Usted habla de incrementar el gasto militar, yo hablo en invertir en defensa», insistió todo el rato en referencia al acuerdo que salió el 16 de abril del Consejo de Ministros.DisuasiónEse mismo miércoles en sede parlamentaria la ministra repasó un contexto geopolítico «cada vez más inestable y conflictivo» y la necesidad de que España sea consciente de sus retos para preservar la paz. «Para disuadir a quienes no comparten nuestro proyecto de paz los europeos tenemos que reforzar también nuestra industria de seguridad y nuestra industria de defensa», dijo sobre los 1.100 millones apuntando a la necesidad de contar con unas Fuerzas Armadas «modernas y preparadas». «Fortaleciendo las capacidades militares no solo garantizamos la seguridad de los ciudadanos, sino que ayudamos al desarrollo de la industria generando una importante creación de puestos de trabajo», insistió sin dejar ver en ningún momento que el refuerzo no fuera para el Ejército español sino para las fuerzas ucranianas.La primera consecuencia de la decisión de Sánchez es evidente: al menos cinco proyectos estratégicos para las Fuerzas Armadas (ver ficha) van a seguir estancados, lo que trae consigo la reducción su capacidades operativas. La perplejidad y la preocupación entre los militares es evidente –no cuestionan la ayuda a Ucrania, pero saben que la situación es muy delicada– y en la industria de defensa , con la que ya había hablado el Estado Mayor para relanzar esos planes con los 1.100 millones aprobados por el Gobierno.Mientras, los servicios de Inteligencia e Información han advertido al Gobierno de que no se puede enviar dinero a Ucrania, porque no hay garantías de que las ayudas vayan a ser destinadas en la defensa del país. «Lo mejor que puede pasar es que acabe invertido en propiedades inmobiliarias de nuestra costa», explican con humor las fuentes consultadas. Así que la solución para cumplir el acuerdo firmado pasa por el envío de material español, lo que reducirá aún más las capacidades de nuestras Fuerzas Armadas, o la compra de armamento.Industria insuficienteEl problema de esto último es que España apenas fabrica cartuchería para fusilería y proyectiles del calibre 155 para piezas de artillería, que además producen a un ritmo propio de un tiempo de paz. Así que habría que acudir al mercado internacional para comprar sistemas de armamento a algunos países europeos, Estados Unidos o incluso Israel. Sobre todo en este último caso, las dificultades para adquirir ese material serían muy importantes por el conflicto diplomático abierto entre ambos países después de que España haya reconocido al estado palestino.Las fuentes de la máxima solvencia consultadas por ABC hacen una valoración pesimista sobre la operatividad de nuestras Fuerzas Armadas. En realidad, antes del episodio de los 1.100 millones el propio Jemad lo había hecho en una comparecencia parlamentaria. en octubre de 2022, en la Comisión de Defensa del Congreso , que las Fuerzas Armadas estaban haciendo «una inversión importantísima en munición» y no sólo para levantar nuestras reservas, ya entonces muy mermadas. «Es otra de las lecciones aprendidas de Ucrania –explicó el Jemad–, se creía que ya no existían guerras de larga duración, sino que todas las guerras iban a durar unos días (…) y hemos visto que no. Entonces, ni los ‘stocks’ que exige la Alianza Atlántica ni los que tenemos son suficientes». Advirtió: «Y, lo que es más grave, tampoco se pueden conseguir » a corto o medio plazo, «porque las empresas son incapaces de producir al ritmo que se consume en el conflicto».Por su parte, en abril fuentes gubernamentales consultadas por ABC insistían en que la falta de munición para nuestras armas es una realidad en España, agudizada por la guerra de Ucrania y el constante suministro de material bélico que ha hecho nuestro país: «Hemos perdido la capacidad de exportar que teníamos hace cinco años —explicaban esas mismas fuentes—, pero además nuestra industria militar no es capaz en este momento de satisfacer nuestras necesidades y de situar nuestras reservas a un nivel adecuado dado el contexto internacional». Precisaban también que era prioritario abordar otras deficiencias, como la renovación del parque móvil 8×8 Dragón que sustituirán a los BMR, ya algo anticuados y que han sido retirados de determinadas operaciones militares por deficiencias de seguridad. Precisamente, uno de los programas ahora paralizados.Las fuentes de Defensa consultadas ponen algunos ejemplos que ilustran bien la situación en la que estamos. «En estos momentos sólo tenemos capacidad para que opere una de las fragatas F-100 de la Armada , la más moderna de las que tenemos. No es por falta de sistemas de armamento, ni de tripulación; es porque sólo tenemos munición para una, porque en las misiones internacionales se exige que las unidades que se envían estén a pleno rendimiento; es decir, en situación del combate».Para un día de combateOtro ejemplo: en la actualidad, ante un hipotético y muy improbable ataque, las unidades desplegadas en Ceuta y Melilla sólo tendrían munición para un día de combate y quedarían desde ese momento a expensas de recibir más desde la Península, lo que aumentaría los problemas logísticos. Según los expertos, lo normal es que esas unidades tuviesen munición para tres días , por lo que estamos a un tercio de la situación ideal a pesar de ser dos enclaves críticos.Si se habla de carros de combate, la entrega a Ucrania de los Leopardo ha reducido la capacidad operativa de las Fuerzas Armadas, lo mismo que el envío a ese país de baterías antiaéreas. Además, en estos momentos sólo un tercio de los Pizarros están operativos, según las mismas fuentes consultadas.Programas afectados VCR 8×8 Dragón El contrato asciende a 2.038 millones de euros para la fabricación de 348 vehículos blindados sobre ruedas hasta 2035. Los retrasos han costado ya varias llamadas de atención de la ministra a la unión temporal de empresas (UTE) que forman Santa Bárbara Sistemas, Indra, Escribano y Sapa. Programa Santiago Programa para la actualización del sistema de inteligencia Santiago dotado con un presupuesto de más de 300 millones de euros. Se trata de un sistema de guerra electrónica integrado por varias plataformas y subsistemas. S-82 Narciso Monturiol Es el segundo de los cuatro submarinos de clase S-80 constru’idos por Navantia en el astillero de Cartagena (Murcia). Robles reveló retrasos en su fabricación que impedirían que la Armada pudiera contar con él en 2024. Misiles aire-aire La adquisición de misiles aire-aire de medio y largo alcance son una de las prioridades del Ministerio de Defensa. Se une a las necesidades de munición de artillería, misiles anticarro o misiles antiaéreos, ha revelado en alguna ocasión el Gobierno ante la necesidad de contar con un stock suficiente en los arsenales militares, muy mermados en los últimos años.Sin que sea necesario caer en el alarmismo, es evidente que las Fuerzas Armadas atraviesan por unas dificultades serias que podrían haberse aliviado en parte con esos 1.100 millones de euros comprometidos por el Gobierno y desviados ahora a Ucrania. El malestar entre los uniformados es comprensible, sobre todo porque desde el Ejecutivo se presume del aumento de gasto militar y del compromiso de elevarlo hasta el 2 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB). Es cierto que a lo largo de los últimos años se ha producido ese aumento de presupuesto, pero también que las necesidades han aumentado por la importante ayuda militar que se envía a Ucrania, que repercute en nuestros arsenales. En 2023, el presupuesto inicial del Ministerio de Defensa fue de 12.800 millones y acabó el año en 15.250. El impulso a los programas de armamento situó el gasto en esta partida en el 1,24 por ciento del PIB , aún lejos del objetivo de ese 2 por ciento.

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