La temporada 2023-24 será recordada por la decimoquinta Champions del Real Madrid , por las épicas eliminatorias ante el Manchester City y el Bayern Múnich , la irrupción de Jude Bellingham en el olimpo de las estrellas blancas pese a ser el año de su estreno en el Bernabéu, los goles de Vinicius o la confirmación del káiser Rüdiger. Pero también debería quedar grabada en la memoria colectiva la impecable gestión del director de la orquesta madridista, Carlo Ancelotti, que ha firmado su año más redondo en la capital de España que tanto ama . El italiano, que con su segunda Liga y su tercera Champions se pone a solo un título de los 14 de Miguel Muñoz, mito de la casa blanca, ha impartido una clase magistral de gestión de recursos y dirección de juego solo al alcance de los más grandes. Lo hizo navegando contra corriente desde el primer momento , afrontando al mismo tiempo varios retos como el de pelear por los títulos que la temporada anterior se le habían escapado, el de reinventar el equipo tras la salida de Karim Benzema, la grave lesión de Thibaut Courtois y el fichaje con etiqueta de jugador franquicia de Jude Bellingham, y el de ir dando peso en las alineaciones a los talentos jóvenes en detrimento de algunos veteranos con muchos kilómetros en las piernas.Y todo con la espada de Damocles de la caducidad de su contrato pendiendo sobre su cabeza. El hecho de terminar contrato el 30 de junio hizo que muchos vieran en esa fecha el momento de relevar al veterano técnico en el banquillo, a la vez que alimentó el interés de la Confederación Brasileña de Fútbol por reclutarlo para guiar a sus estrellas a los éxitos que tan esquivos les han sido últimamente. Todas las imágenes de la celebración del Real Madrid ABCPese a las infinitas preguntas en sala de prensa sobre su posible futuro en la ‘canarinha’, Ancelotti no perdió el foco, se alejó del ruido y se centró en lo que tenía seguro entre las manos. Encontró una nueva posición para Bellingham, que ayudó al joven futbolista inglés a protagonizar la irrupción más fulgurante en la historia del club, y el equipo comenzó a atesorar victoria tras victoria. Tan bueno fue el arranque del Real Madrid que a finales de diciembre Florentino Pérez selló su renovación , reforzando al italiano frente a los cantos de sirena brasileños y la actuación cada vez más destacada de Xabi Alonso en Leverkusen . Toreando enfados y recolocando piezasFirme en el banquillo merengue Ancelotti se centró en seguir dirigiendo con acierto a su equipo, al tiempo que navegaba entre los temporales extradeportivos habituales en un club de la talla del Real Madrid. Mientras ajustaba las piezas de su once inicial, logró domar el enfado de un Modric irritado por la falta de minutos tras haber renovado por una temporada el verano anterior no se sabe con qué promesas, o evitó que el bisoño Arda Güler sacara los pies del tiesto ante su falta de oportunidades. Su frase referente al turco retumbó en todos los medios: «El Real Madrid me pide ganar, no dar minutos a los jóvenes».También fue muy claro el italiano a la hora de defender en sus comparecencias públicas a Vinicius, sacando el colmillo por el brasileño si era necesario, en su cruzada personal contra el racismo . Noticia Relacionada estandar No El Real Madrid engrandece su leyenda con la Decimoquinta Rubén Cañizares El club blanco gana su copa de Europa número quince en un partido bipolar, con un Borussia excelso en la primera mitad y un Madrid desencadenado en la segundaEn lo estrictamente deportivo, más allá de la nueva y fructífera posición de Bellingham, con la que reinventó a un futbolista que había logrado el estatus de estrella jugando en otras zonas del campo, Ancelotti tuvo que afrontar también la remodelación de toda la retaguardia de su equipo, entre la portería y la línea defensiva . Las graves lesiones de Militao y Alaba abrieron un boquete en el centro de la zaga blanca que habría hundido a cualquier equipo, pero el de Reggiolo demostró una vez más su buena mano para aprovechar los recursos de los que disponía en la plantilla. Dio galones a Rüdiger, tiró una vez más de Nacho y se sacó de la manga a un Tchouameni capaz de rendir como si llevara siendo central toda la vida. Por si esto fuera poco consiguió además que todo el equipo se implicase en labores defensivas, firmando una campaña sobresaliente en este sentido.Con la misma naturalidad resolvió el problema de la portería, aunque en este caso añadió una cualidad poco corriente en los banquillos, la del cambio de opinión. Lesionado de gravedad Thibaut Courtois en plena pretemporada, no había la suficiente confianza en Lunin y el club incorporó de urgencia a Kepa. El vasco comenzó siendo el inquilino de la meta madridista, pero durante la alternancia de porteros que decidió en la primera parte de la temporada Ancelotti descubrió que el ucraniano era más seguro y acabó dándole la titularidad. Y hasta tal punto acertó que hubo debate sobre quién debía jugar la final de Wembley una vez recuperado Courtois. Maestro de la sala de prensaEsa controversia también la manejó con tino ‘ Carletto ‘, explicando que debía decidir entre un portero que lo había hecho muy bien y se merecía jugar la final y el mejor del mundo. Una cuestión que podría haber provocado un incendio en el momento más inoportuno del curso, la gestionó como si fuera un día más en la oficina . Porque lo cierto es que el italiano esta temporada ha bordado sus intervenciones ante la prensa, siendo amable cuando tocaba y duro cuando había serlo, como tras el partido de vuelta ante el Bayern, en el que los bávaros se quejaron de la jugada final, invalidada por el pitido del árbitro, y zanjó el asunto así: «Ha pitado y nosotros nos hemos parado. Ellos se quejan por esta jugada y nosotros por el gol anulado a Nacho, porque Kimmich se tira. Los dos se están empujando».Mención especial merece su rueda de prensa previa al clásico ante el Barça. Cuestionado por el planteamiento del Ettihad Stadium en la vuelta de cuartos de final de la Champions, donde los blancos se cerraron cerca de su área para resistir las acometidas constantes del Manchester City, Ancelotti empleó una mezcla de elegancia e ironía: « No he encontrado ningún madridista triste. Háblame del mar, marinero» . Una respuesta que quedará en el recuerdo de los madridistas y que solo fue una guinda más de una temporada redonda.
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