A la guerra más sorda se fue Damián Castaño con Cancionero, con una dura letra, con un peligro que asustaba. Le costó a la gente entrar en la faena, vivida en los inicios con excesiva frialdad, quizá porque tanta tensión cerraba bocas para tragar los nervios. El que anduvo seguro y sin titubeos fue el salmantino en una meritísima actuación. Bajo los ojos de Isabel Lipperheide, la ganadera con cuya divisa (Dolores Aguirre) firmó una emocionantísima tarde en el Bilbao del aguacero, transcurrió aquella pieza con el único cinqueño del sexteto, un escolar bajito y con longitud en sus pitones. De enganchón en enganchón había transcurrido el saludo, mientras echaba las manos por delante. No quería versos en el peto Cancionero, tardo y remiso a acudir al caballo de Javier Martín, que no tuvo su mejor día. Para profesionales fue la lidia de Rubén Sánchez durante un costoso tercio de banderillas, de una en una y a la media vuelta. Se demoró aquello como un mitin de Sumar antes de que cogiese Castaño la muleta. Qué papeleta tenía delante. Miedo daba. A todos menos a él, que vio con claridad que había más opciones –dentro de un orden– por el izquierdo. Y al natural se plantó. Con lo que pesaba estar ahí delante. Al desnudo. Se los tragaba el cárdeno mejor cuando iba hacia los adentros, pero al revés protestaba. Mucho mérito tuvo esa manera de exponer, mientras Cancionero improvisaba el estribillo de los arreones, sin querer pasar. Por ambos lados tiró de un sincero hilo musical Damián, sin importarle esa tendencia a medir y probar del escolar de 521 kilos. Tremendo su esfuerzo, con un triste eco. Hasta que en los zurdazos de última hora el personal despertó con la verdad del valeroso torero. Una gran ovación saludaría como recompensa. Alberto Sandoval, con el segundo plaza 1Más dijo Damián con el difícil quinto que con el noblote segundo, donde sonarían los aplausos más atronadores de la tarde. El destinatario: Alberto Sandoval. Qué bien toreó a caballo, qué bien echó el palo y qué bien agarró los dos puyazos últimos. Porque en el primero, Cortinero había empujado por los cuartos traseros hasta derribarlo. En pie se puso la plaza cuando el picador abandonaba el redondel por el callejón, de apretón en apretón de manos. Candidato a premio ya es. Luego no terminaría de acoplarse su matador con este Cortinero I; eso sí, se tiró a matar con bárbara honestidad y se quedó en las astas en una dramática escena. Noticia Relacionada estandar Si La Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid entregan los premios de San Isidro 2023: «Cuanto más ataquen a la Fiesta, más la vamos a defender nosotros» Alicia P. Velarde Santiago Domecq, Fernando Adrián, José Escolar y Jorge Martínez reciben los galardones como triunfadores de la pasada feriaLa tarde vino marcada por el pelaje de la corrida de José Escolar. Y nacer gris ya es tener ganado medio cielo, saber que aunque un toro blandee más que uno ‘comercial’ apenas habrá protestas y que las palmas caerán con más facilidad que los pitos. Eso, en Madrid, es así. Claro que también tiene sus contras: el hierro genera una psicosis de batalla permanente en los que se visten de luces. Porque ayer, en la primera parte, aunque nadie discute el esfuerzo de la terna –otros nunca verán en pintura ni a uno de Valdetiétar–, hubo animales con un fondo de obediencia para poner más alma. Con sus cosas, dejaron estar, pero, ojo, no tontos, pues pronto aprendían el lugar donde se situaba el hombre y se revolvían, aun sin salir una alimaña. Ni tampoco ningún Cartelero, ese torazo que anunciaba la bravura. La verdadera casta estuvo ausente.Madrileño nada tuvo que ver con el premiado escolar, pero brindó opciones en aquel largometraje. Robleño aprovechó aquella potable embestida en una relajada serie diestra, acompañando. Pero a partir de entonces todo adquirió aires más peleones, con el toro desarrollando también más sentido. Fernando tapó defectos con su maduro oficio, como esa tanda en la que no le dejó ver nada más que las telas, mientras lo incitaba con el zapatillazo. Cuando la faena parecía hecha, logró que se tragara unos zurdazos que sólo vio él. Y otra más a derechas, robándosela literalmente. Pero tan poco sentido de la medida hizo que cayese un aviso antes de entrar a matar. Y otro más al encasquillarse con el descabello. Con el serio y más altote cuarto, con su guasita, esbozó algún acinturado natural.Feria de San Isidro Monumental de las Ventas. Martes, 4 de junio de 2024. Vigésima segunda corrida. 17.152 personas. Toros de José Escolar, de seria presencia y juego dispar, de justa casta; mejor la primera mitad, de nobleza con matices (tenían su guasita); el más complicado fue el 5º. Fernando Robleño, de pistacho y oro: pinchazo y estocada delantera perpendicular y nueve descabellos (palmas tras dos avisos); media muy tendida que escupe y media tendida (silencio). Damián Castaño, de lila y oro: estocada tendida (saludos); estocada corta desprendida y descabello (saludos). Gómez del Pilar, de gris perla y oro: estocada caída y tendida y descabello (saludos tras aviso); estocada (silencio).Quiso humillar con clasecita el tercero, pero su mermado poder le hizo ponerse también a la defensiva en la dispuesta muleta de Gómez del Pilar, sin opciones con el deslucido sexto. Ahí quedaron antes varias embestidas diestras notables o ese cambio de mano con profundidad a izquierdas frente a Burlador en la tarde en la que Damián puso la honestidad de la raza.
Leave a Reply