La vida en aquel lugar es bastante cómoda. A pesar del calor que azota a Escuintla —una región bañada por el océano pacífico guatemalteco, a unos 70 kilómetros de la Ciudad de Guatemala—, las personas que viven allí soportan las temperaturas de 30 grados centígrados bebiendo cerveza fría, con servicio de aire acondicionado y equipos de sonido, vestidos con pocas prendas y recostados en cómodas hamacas. Para alimentarse, crían gallinas, y para entretenerse, alimentan a sus mascotas: mapaches, halcones, zorros… y cocodrilos. Esta podría tratarse de una hacienda extravagante en el sur del país centroamericano, pero no lo es. Aunque parezca mentira, se trata de una prisión de máxima seguridad en la que sus integrantes, pandilleros de alta peligrosidad, viven una vida de lujos que les permite seguir delinquiendo.Por fuera, el Centro de Alta Seguridad Canadá —apodado ‘El Infiernito’— da la apariencia de ser una cárcel más en el departamento sureño de Escuintla, conocido por sus playas de arena negra, su intenso calor y las llanuras que sirven para la cosecha de palma y banano. Pero por dentro, la prisión es un centro recreativo en donde los reos son quienes mandan y viven con todo tipo de lujos. No es la primera vez que en Guatemala, las autoridades desenmascaran una prisión que funciona más como un centro de operaciones para que los líderes pandilleros organicen a sus esbirros distribuidos por todo el país, para seguir delinquiendo. El pasado domingo, el ministro de Gobernación, Francisco Jiménez, apareció frente a las cámaras para contar a la población que su ministerio había llevado a cabo una operación policial en la cárcel de máxima seguridad —llamada El Infiernito por el extremo calor y sus temibles ocupantes— y que encontraron un escenario surrealista. De acuerdo con los datos oficiales, fueron halladas en las instalaciones espacios que servían como centros de monitoreo y extorsión por parte de los pandilleros . La policía decomisó decenas de teléfonos móviles, routers de internet, totalmente funcionales. Además, armas blancas y licor.Noticia Relacionada estandar No Bukele asume su segundo mandato y pide «defender incondicionalmente al Gobierno sin protestar» Juan Diego Godoy Durante su discurso este sábado, el presidente salvadoreño ha recordado su triunfo sobre las pandillas, y ha marcado como su próximo reto reflotar la economía «Esto es grave, nos comprueba que había un descontrol total en estos centros carcelarios (…) en nuestra administración no toleraremos esto. Los reos van a prisión, no de vacaciones», señaló el ministro Jiménez, quien es también uno de los miembros más populares del Gabinete de Ministros del presidente Bernardo Arévalo , por sus constantes operativos policiales contra las pandillas y su cruzada para reducir el delito de la extorsión en el país; uno de los que más aqueja a la población. Jimenez ha lanzado una estrategia nacional para limpiar las prisiones, cortar los canales de comunicación entre los reos y el mundo exterior y reorganizar a los pandilleros para evitar la formación de grupos de control dentro de las cárceles. La requisa de esta prisión corresponde a ese plan y forma parte del capítulo ‘Recuperación de El Infiernito’, en el que además de una mega denominación de bienes y reestructuración de la prisión, también se ha puesto en marcha la reubicación de 225 pandilleros , todos miembros de la pandilla del Barrio 18, una de las más fuerte del país y de la región, con presencia en Estados Unidos, México, Guatemala, El Salvador y Honduras. Un oasis para las pandillasLa realidad, hasta el domingo pasado es que El Infiernito, de infierno, no tiene nada más que el apodo. «Parecía más un centro vacacional en donde se delinquía por la mañana, coordinando extorsiones, y se descansaba por la tarde, entre finos licores, cervezas y animales exóticos», señala una fuente de la policía. Jimenez enfatizó que, a pesar de que El Infiernito es una cárcel de máxima seguridad, fue encontrada en total abandono y arremetió contra la anterior Administración. Llama la atención que el expresidente de la nación, Alejandro Giammattei —sospechoso de haber participado en varias redes de corrupción durante su gobierno y denunciado más de una decena ocasiones ante el Ministerio Público por el actual Gobierno—, laboró como director del Sistema Penitenciario años antes de ser electo como presidente. Durante su gestión, no pudo contener el crecimiento de las principales pandillas, el Barrio 18 y Mara Salvatrucha , que están enfrentadas por el control de territorio en Guatemala, y se dedican a extorsionar dinero de empresas e individuos con amenazas de muerte. En el último año de su gobierno, la violencia criminal cobró 4.361 vidas en, una tasa de 25 por cada 100,000 habitantes, la mitad de las cuales han sido atribuidas al enfrentamiento de pandillas y el narcotráfico.Un oasis para los pandilleros Arriba, un pandillero de Barrio 18; debajo varios animales encontrados en la prisión: cocodrilos y zorros, entre otrosEl director de la Policía Nacional Civil, David Custodio Boteo , confirmó a medios locales que tenía información de que «había una gran posibilidad de que se efectuara una fuga masiva», razón por la que se puso en marcha el plan para el traslado de los reos hacia otros centros carcelarios y la requisa a la prisión.Secuestros, revueltas y matanzasEsta no es la primera vez que se hacen traslados masivos desde esa cárcel, que ha sido escenario de secuestros a policías y revueltas y matanzas entre reos. En agosto de 2020, al menos 42 pandilleros, entre ellos algunos líderes del Barrio 18, fueron trasladados por las fuerzas de seguridad desde El Infiernito a otra cárcel en la capital, para frenar las extorsiones. En febrero del 2017, los principales líderes pandilleros también fueron trasladados de la cárcel para evitar que continuaran con actividades delictivas. «Los traslados de las cabecillas son un método exitoso para evitar que se atrincheren en las cárceles y comiencen a formar bloques y pequeños ejércitos entre ellos. Moverlos de un lugar a otro, nos ayuda a que no se sientan cómodos para establecer sus operaciones criminales desde un sitio en específico», sugiere una fuente de la policía, experta en el tema.«Los traslados de las cabecillas son un método exitoso para evitar que se atrincheren en las cárceles y comiencen a formar bloques«En cuanto a los animales exóticos , las autoridades han coordinado con agentes de la División de Protección a la Naturaleza de la Policía y el Consejo Nacional de Áreas Protegidas para que se hagan cargo de las especies. En total, las autoridades han extraído de la prisión una decena de gallos y gallinas, dos mapaches, un halcón, un águila, dos zorros y tres cocodrilos pequeños de unos 30-40 centímetros cada uno. La escena de un pandillero tatuado, sin prendas, bebiendo cerveza fría y con halcones y cocodrilos como mascotas no solo es parte del universo de Netflix. Es —o era, hasta el pasado domingo— la realidad en una cárcel de fachada en el pacífico guatemalteco.
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