Borges era incapaz de imaginar un mundo sin libros. Para Bolaño su patria eran su hijo y su biblioteca. En el fondo, ambos estaban ‘Empeñados en ser felices’ (Aguilar) a través de la literatura. Precisamente, ese es el título que el periodista, escritor y gestor cultural Miguel Munárriz (Gijón, 1951) ha elegido para su memorial literario. Dirigió de 1996 a 1999 ‘La esfera’ (suplemento literario), fundó la agencia literaria Dos Passos y ha pasado por departamentos de comunicación de distintos sellos editoriales. La vida de Munárriz ha estado llena de versos, viajes, revistas, actividades culturales y, sobre todo, vivencias con cientos de escritores como Vargas Llosa , Ángel González , Bioy Casares o Monterroso . De una anécdota con este último nació el título de su obra. «En una cena en 1990, junto a su mujer, Barbara Jacobs, esta me dijo que le pidiera unos quesos a los que él era muy aficionado, y al verlos, exclamó: ‘Estamos empeñados en ser felices’». Noticia Relacionada estandar Si Mario Vargas Llosa: «Si tuviera que elegir a un heredero, sería un poeta» Karina Sainz Borgo El premio Nobel publica ‘Le dedico mi silencio’, una novela sobre la utopía con la que anuncia su retiroPara el periodista «escribir es un ejercicio de memoria». A ella recurre en este recorrido literario que hace de su vida cultural. Confiesa que ha sido un reto y que le ha entusiasmado «poner sobre el papel lo que ha vivido profesionalmente». El libro que nos entrega es el reflejo de un hombre forjado por la lectura y la escritura o, como diría Sartre, moldeado en medio de libros. « Leer ha sido un acto de formación, lo que me ha dado una mirada crítica y reflexiva sobre el mundo . La lectura me entretiene, me da paz y al tiempo revoluciona mi mente, me sitúa ante los demás y educa mis sentimientos. La literatura y la vida se funden siempre sin perder en ningún momento la perspectiva», explica a ABC. Nadie sale ileso de este memorial de Munárriz. Más de trecientas páginas que nos recuerdan a Moliner, ya que siempre habrá un libro, en un lugar, para cualquier persona. Y siempre habrá un Munárriz lector, librero, editor o periodista cultural para todo aquel que se sumerja y se empeñe en querer ser feliz. El autor se define como «un lector que ha desarrollado lo que ha aprendido en todos los ámbitos de la cultura» capaz de vivir el acto de leer como una metáfora del mundo.El gijonés confiesa que su vínculo con los libros fue por decisión propia. «Me veo de adolescente hurgando entre las estanterías de la Biblioteca Pública de mi pueblo, leyendo buenos libros que encontraba, gracias a lo que me gusta llamar «intuición de lector». Yo no nazco en una familia con biblioteca , los primeros libros que entran en la casa paterna son los que yo saco de la Biblioteca o compro con la paga de los domingos». Un joven que, tras sus primeros pasos, se lanzó a abrir una librería y proponer proyectos literarios a las instituciones haciéndose un hueco en el mundillo. Entre pozos de cultura La crónica sentimental de una vida entre libros de Munárriz no se entendería sin las experiencias literarias reflejadas en su memorial. Al principio del libro, en lo que él denomina ‘Brevísima explicación’, subraya que ha intentado ser justo con todas las personas que pueblan sus recuerdos. Su historial es numeroso y único: el día que le cocinó una fabada a Vargas Llosa (su comensal más agradecido), las conversaciones con Umbral , la broma de Bioy Casares por uno de sus cuentos o, por ejemplo, el canto a Günther Gruss . Miguel Munárriz vivió con Umbral algunos episodios divertidos y lo describe como un intelectual de esos que ya no quedan. «Tras hacerle alguna entrevista nos íbamos a comer. Era puro fuego , una personalidad doliente que compensaba con un amor desenfrenado por la belleza de la vida, por lo leído y, sobre todo, por el ejercicio diario de la escritura». En ‘Empeñados en ser felices’ se describen instantes con Caballero Bonald al que conoció en 1985 añadiendo que era «un pozo de cultura». Al igual que otros nombres como Biedma, Ida Vitale o Carlos Barral. Sin embargo, una de las figuras fundamentales en la vida de Munárriz fue el poeta Ángel González . Tanto en el sentido poético como ético. «Nos conocimos en 1984 y mantuvimos la amistad a lo largo, como diría Biedma. Fue impecable en todo momento y lo recuerdo con mucho cariño. Sus poemas siempre me acompañan y de vez en cuando recuerdo algún verso según la conversación que se esté produciendo. «Si yo fuese Dios y tuviese el secreto/haría un ser exacto a ti». Siempre funciona para convencer a los (po)escépticos», confiesa el periodista y conocedor del panorama cultural.—¿Cómo ve el periodismo cultural actualmente? —Lo veo tan mal como el periodismo en general, simplemente porque los periódicos han perdido la influencia que tuvieron. Pero periodismo siempre habrá porque es intrínseco al ser humano buscar la verdad. No quiero ser pesimista, solo me curo en salud porque la cultura se adquiere a través de la educación desde niños, en la familia y en la escuela. Luego está la sociedad política lanzándose dardos envenenados todo el tiempo: no hay sociedad que aguante eso mucho tiempo. A los políticos les pediría que leyesen más y se insultasen menos.

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