En el tenis hay pocos milagros. Ni siquiera los hacía Rafael Nadal en esta pista. Lo que hay es talento, trabajo y aprendizaje. Lo saben bien Carlos Alcaraz y Alexander Zverev , que luchan este domingo por el título de Roland Garros. Son los que mejor han sabido adaptarse a las condiciones cambiantes de este París que empezó con lluvia y termina a pleno sol y a las estrategias de los rivales. Los que mejor han gestionado el físico y el desgaste mental. Los que mejor han sabido aprender de su pasado para ser cada día un puntito mejores que ellos mismos.Son los encargados de empezar una nueva era, pues desde hace veinte años siempre hubo un Nadal, un Federer o un Djokovic el último día, aunque se colara por ahí un Wawrinka campeón en 2015. Así, tanto Zverev como Alcaraz estrenan una final en la Philippe Chatrier con lecciones de los tres más grandes y con experiencias propias que pondrán en práctica este domingo de gloria o aprendizaje. Llega el español orgulloso del camino porque el año pasado cedió ante sus propios nervios en la semifinal contra Novak Djokovic, y sube un escalón apenas un año después. «Estoy orgulloso de saber que he aprendido de todas las situaciones que he vivido hasta el partido de hoy. De cómo he aprendido de los partidos en los que no estuve bien mentalmente y me pasaron factura. Soy más fuerte mentalmente. Es un orgullo saber que no voy tropezando en la misma piedra», comentó el murciano después de superar la prueba de su rival más íntimo, ese Jannik Sinner que lo obligó a cinco sets en un duelo de pura tensión resuelto por el mejor fondo físico y mental del español.Noticias Relacionadas estandar No Tenis Swiatek completa el póker de títulos en Roland Garros Laura Marta estandar No Tenis / Los 14 mordicos de Nadal 2020, el decimotercer Roland Garros de Nadal: con frío, covid y otoño, se anula a Djokovic y se alcanza a FedererTambién orgulloso de haber vuelto a poner todo en su lugar. Olvidadas las dudas del inicio del curso inestable en el que la cabeza no estaba al cien por cien en el tenis. «No sé qué ha pasado. Me encantaría decir qué ha podido pasar. No me he encontrado con buenas sensaciones y sí con muchos errores y un nivel de saque muy malo; de porcentajes, de direcciones, de velocidad… de todo. Si quiero ganar otro Grand Slam, esto no me lo puedo permitir», admitía tras perder en cuartos del Abierto de Australia contra, precisamente, Zverev. Después llegó el bajón mental y la confesión: «Después de Buenos Aires, no jugué buen tenis. Mi confianza bajó un poco y he estado teniendo problemas durante los entrenamientos cada día para intentar mantener mi confianza tan alta como fuera posible. Intento ser yo mismo cada día». Después se entonó, título en Indian Wells para recuperar el estatus. Y después, ese brazo que no le permitió hacer una gira de tierra con demasiados partidos, pero del que se ha olvidado en esta última semana en París. Obligado por sus rivales, liberado por sí mismo.En París, se fue creciendo gracias a las victorias y a las buenas sensaciones en los entrenamientos. «Si nos quedamos con que el resultado de cuartos es bueno, seríamos un jugador mediocre. Todo lo que no sea ganar el torneo tendrá un sabor agridulce», se desmarcaba tras ganar a Felix Auger-Aliassime . Ya en la final, el más joven de la historia en alcanzar tres grandes finales en tres superficies distintas con 21 años y un mes, ya no esconde sus cartas: « Claro que me imagino con el trofeo . Estamos a un pasito, es uno de los más complicados. Todas las finales lo son, pero me repito siempre una frase: las finales no se juegan, se ganan». Ayer, fiel a su atípica rutina, no pisó Roland Garros para entrenarse. Se marchó con su equipo de paseo por París, al Bois de Boulogne, a oxigenarse y a llenarse de esa vitamina N, de Naturaleza, que tan bien le está sentando.Le gusta a Alcaraz mantener el cara a cara a favor con quien quiera que se ponga en su camino, así que hay un extra de motivación en este Zverev renacido en la Philippe Chatrier. El de hoy será el décimo duelo entre ambos de los que el alemán se ha llevado cinco , dos disputados en un Grand Slam: cuartos de Roland Garros 2022 (6-4, 6-4, 4-6 y 7-6 (7)) y el del Abierto de Australia 2024 que tanta herida dejó en el murciano (6-1, 6-3, 6-7 (2) y 6-4); por uno del español, aquellos cuartos del US Open dejaron huella en el alemán (6-3, 6-2 y 6-4). Una tónica que se repite en los nueve escenarios, pues salvo en los dos primeros choques, en 2021, Zverev siempre ha tenido que esforzarse en sus victorias, mientras que Alcaraz siempre ha ganado con soltura. Para muestras, la final en Madrid de 2022 (6-3 y 6-1) y la última cita: los cuartos de Indian Wells (6-3 y 6-1).Tras cuatro semifinales consecutivas en París, también llega pleno de confianza el alemán, porque también ha aprendido de todas las derrotas y caídas sufridas . Con dos puntos claves en su trayectoria hasta esta final. Aquel 14 de septiembre de 2020 en la Arthur Ashe ante Dominic Thiem. «Iba con dos sets y break arriba en el tercero. Estuve a dos bolas del título del US Open en el tie break del quinto. Y fallé. No estaba preparado para ganar un Grand Slam. No tenía la madurez suficiente; no sabía lo que significaba ese momento. Ahora lo sé; no soy ningún niño», confesaba este viernes tras ganar a Casper Ruud (2-6, 6-2, 6-4 y 6-2).Aquella noche del 3 de junio de 2022 en la Philippe Chatrier ante Nadal. Su grito de dolor todavía resuena en la pista y el imaginario colectivo cuando, en pleno apogeo de su semifinal, empatado a todo tras casi tres horas de juego (7-6 (8) y 6-6), un mal resbalón le destrozó el tobillo por mil partes y lo obligó a una recuperación de casi un año en la que, a días, parecía no haber salida. La vuelta al circuito, pausada, con temores y sin prisas, concluye con éxito hoy.«Tengo los mejores recuerdos y mis peores recuerdos en esta pista. Llegar a esta final significa muchísimo para mí, pero no solo por lo que ha pasado en la última semana, sino en los últimos años. Desde aquella final del US Open que perdí a solo dos puntos, hasta pasar por ese momento en el que salgo de esta pista en silla de ruedas. Ha sido un camino muy largo en el que hay dos opciones: o nos encerramos y agachamos la cabeza o volvemos más fuertes , con más hambre, queriendo ganar más, para recuperar aquella sensación que tuve en 2021, la mejor temporada de mi carrera, en la que no gané un Grand Slam, pero sí sentía que podía ganarlo todo, como el oro olímpico».No son milagros, es trabajo y aprendizaje: ser hoy mejor que ayer. En las manos de Alcaraz y Zverev, el inicio de una nueva era.
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