El ‘pelotazo’ de Seseña, 17 años después: «De aquí no me voy»

Home People El ‘pelotazo’ de Seseña, 17 años después: «De aquí no me voy»
El ‘pelotazo’ de Seseña, 17 años después: «De aquí no me voy»

Sanaa ha puesto a la venta su piso en la urbanización El Quiñón , en la localidad toledana de Seseña , pero no para irse a otra población, sino para vivir en otro más grande. «Yo estoy superencantada de vivir aquí», se le llena la boca cuando lo dice. Llegó en 2010, apenas tres años después de que el ayuntamiento entregara en julio de 2007, a las puertas de la crisis inmobiliaria, las primeras 580 licencias de ocupación de un megaproyecto inconcluso de casi 14.000 viviendas. Su promotor, el constructor Francisco Hernando , ‘Paco, el Pocero’, solamente logró levantar menos de una tercera parte en dos fases en medio de un secarral. Fue lo que se consideró emblema de la corrupción urbanística , el llamado ‘pelotazo’. Guillermo Navarro está realizando el reportaje fotográfico para ABC mientras cuenta que estuvo tras el ‘crack’ inmobiliario de 2008 haciendo un trabajo para Interviú. «Hacía frío y esto era desierto –comienza relatando–. Todas las persianas bajadas, apenas se veían ventanas abiertas, no había comercios y todo eran ladrillos manzana tras manzana». Era una «ciudad fantasma absolutamente, con un paisaje desolador », donde solamente faltaba la salsola de la película de vaqueros y no había un sitio donde comprar una barra de pan. «Era la seña de identidad del sinsentido que supuso el ladrillo en España , pero catorce años después…», viaja rápidamente en el tiempo el fotógrafo de ABC, testigo de la evolución.En la localidad toledana han empezado a levantar bloques 17 años después Guillermo NavarroHace calor y el lugar sigue siendo inhóspito desde la lejanía, con las torres de edificios en el fondo del lienzo. Pero a medida que te acercas con el coche o por el carril bici que comunica El Quiñón con Seseña Viejo , a unos cuatro kilómetros, la percepción es otra. «Cuando he llegado, la impresión era la misma desde lejos», expresa Guillermo, «pero según te vas metiendo en las calles ves que hay vida». «Ha cambiado totalmente en estos catorce años. Antes no había nada y ahora hay de todo », cuenta feliz Sanaa, madrileña de padres marroquíes.En busca de tranquilidadElla llegó con sus bártulos a la urbanización buscando tranquilidad, y la encontró. Siempre había vivido en la capital, pero estaba harta del ruido y de tanta gente. Hasta que dio el paso: de la calle de los Hermanos García Noblejas, en el barrio de La Almudena , a una urbanización levantada en medio de la nada, pegada a la Comunidad de Madrid y junto a la autovía A-4. «Unos amigos se fueron antes y me lo recomendaron», resume Sanaa. Sus hijos forman parte de los centenares de alumnos que estudian en el primer colegio público que abrió, dos años antes de que Sanaa llegara, aunque no son las únicas instalaciones educativas en esta urbanización. Funcionan otro colegio y un instituto públicos, además del colegio religioso privado-concertado Karol Wojtyla . Enfrente de éste se encuentra el negocio de Arturo , una imprenta que ha cumplido tres años. Arturo es el dueño de una imprenta en El Quiñón, en Seseña, Toledo, Castilla-La Mancha Guillermo NavarroEl mismo virus que causó la muerte a ‘Paco, el Pocero’, en 2020, llevó a Arturo hasta El Quiñón: «Tuve que cerrar la tienda que tenía en pleno centro de Madrid porque no entraban turistas». Siguió la recomendación de un vecino y amigo, «vente pa’ ca’ porque no hay nadie que haga lo que haces tú», y llegó al residencial. «Viene gente de los pueblos de los alrededores, se están construyendo viviendas y seguirán haciéndolo. Pero hay que aguantar como sea», repite como lema el dueño de ‘La primera impresión’.  A la vuelta de la esquina está Yoana , que en febrero de 2023 pisó la urbanización, donde también trabaja. «Fue mi hija la que vino a ver un piso con su esposo y, al final, los tres decidimos quedarnos donde vivimos por la tranquilidad, la calidad de vida y las comodidades», explica la pizpireta madre, que por entonces buscaba un piso para irse sola. Su vivienda, alquilada, tiene tres habitaciones, dos baños, una cocina y un salón grandísimos, aparcamiento, trastero y área verde con piscina comunitaria. Pagan por ella 875 euros , lejísimo de los «1.400 en adelante», dice Yoana, que les pedirían en Madrid. «Castilla-La Mancha es ¡’wow’! para mí. Si lo hubiese encontrado antes, me habría venido», asegura. Yoana, propietaria de una vivienda en El Quiñón, en Seseña, Toledo, Castilla-La Mancha Guillermo NavarroQuicile y Juan son obreros que llevan dos meses acondicionando un local para oficina, su primer trabajo en esta urbanización, que tiene hasta consultorio médico y una línea regular de autobuses que comunican con Madrid, con la estación de Legazpi, hasta la medianoche. «Antes regalaban las viviendas y los locales, y ahora está caro», afirma Juan, que vive en Ciempozuelos, el pueblo de al lado, y ha visto el crecimiento. « Era una ciudad dormitorio y no había supermercados ni tiendas», si bien el único cajero automático para todo el residencial lo acaban de instalar hace un suspiro. Víctor no busca dinero y bromea mientras va con su hija de 17 años por la calle: «Como el chino siga poniendo cosas fuera, va a parecer la Wagner». Llegan a la oficina que el Ayuntamiento de Seseña tiene abierta en ‘El Quiñón’. A los dos trabajadores les pregunta los requisitos para empadronarse en su nuevo domicilio y, un rato después, vuelve con toda la documentación necesaria. «Llevo viviendo aquí desde 2018 por el precio del alquiler. Hace seis años, en Madrid pagabas 800 euros por un piso y aquí los encontrabas por 400 o 500 », pone como ejemplo. Víctor, propietario de una vivienda en El Quiñón, en Seseña, Toledo, Castilla-La Mancha Guillermo NavarroAhora ha «podido», puntualiza, adquirir una vivienda de segunda mano con una antigüedad de 15 años, como la mayoría en esta urbanización. «El piso que he comprado me ha valido 175.000 euros ; con las mismas características y calidades en Parla o Pinto, te vas a 280.000 y más», ilustra delante de su hija, que ya ha terminado su formación en el colegio privado-concertado. Porque en el residencial no hay pisos nuevos, aunque hay un bloque en construcción junto a la primera fase. Tampoco existe mucha oferta para alquilar. «Salen con cuentagotas», afirma Mónica , de la inmobiliaria Brilliant House. Hay mucha demanda y también han subido los precios. Actualmente, por pisos de dos dormitorios se paga una media de 700 euros, los de 3 y 4, unos 850; los de XL, de 166 metros cuadrados , 900-950. «Viene mucha gente de Madrid capital sobre todo porque el precio es mucho más barato», apunta Mónica, que conoce esta urbanización desde que se entregó en 2008. Se vino a vivir de alquiler y su actual compañera en el trabajo, que está colgada al teléfono, vendía entonces los pisos en dos fases. En la primera, los pisos de dos dormitorios desde 150.000 euros más IVA y, en la segunda, desde 59.000 para arriba debido la crisis inmobiliaria. «El propietario era el banco y tenía que venderlos. También bajó el precio de los alquileres a la mitad», recuerda Mónica.Algunas reclamacionesEntre las necesidades actuales del residencial, cita que no hay entidades bancarias. Víctor, el que se acaba de empadronar, anhela una parada de tren , «como antiguamente en Seseña Viejo», y pide más servicios en el consultorio médico. No se olvida de reclamar un acceso directo desde la urbanización a la A-4, para no seguir usando los caminos convencionales. Y su hija, que estudia por las tardes, aspira a que haya más frecuencias de autobuses entre Madrid y Seseña, y que paren en El Quiñón. Su gran parque, el de María Audena, que Francisco Hernando dedicó a su mujer, se llena de familias por las tardes y los fines de semana alrededor del lago. «Por si queréis hacer fotos», sugiere David , un colono que lleva 16 años en la urbanización y que estuvo metido en todos los charcos al principio: «Incluso participé en el asalto al ayuntamiento un día porque el alcalde que había entonces, Manuel Fuentes, no quería dar las licencias de las viviendas de arriba». David trató con ‘el Pocero’ y lo recuerda como una persona «muy bruta, pero buena gente y muy generoso. Yo tengo vecinos que trabajaron para él y a los que pagaba bien y los motiva con extras en el caso de terminar las cosas en plazo». Se decidió por El Quiñón después de haber buscando en muchos lugares. «Me lo dijeron dos amigos, tardé bastante en decidirme y compré a un particular», evoca David, que habla de la excelente calidad de los pisos. ¿Y cuánto se ha revaloralizado? «Tienes que contar con el desplome inmobiliario en 2007-2008 , y la posterior inflación que hubo en el país», interviene Farín sentado en la terraza de un restaurante que está a punto de abrir.

Leave a Reply

Your email address will not be published.