El Festival de Granada presenta la programación de este año bajo el título de ‘Últimas luces’. Muchas inquietudes se concentran en el lema que, más allá del primer sobresalto, tiene sentido en el trabajo de la artista granadina María Teresa Martín-Vivaldi y su cuadro homónimo, creado como recuerdo ‘de ese fugaz e increíble momento del atardecer en que la nieve que envuelve a Sierra Nevada, que se vuelve rosa y esa luz mansa y delicada como una corza envuelve todo el paisaje de Granada’. Se trata de un homenaje a Sierra Nevada en el 25º aniversario de la declaración de parque natural protegido y como tal da consistencia al cartel seleccionado este año para anunciar el festival, su edición setenta y tres, y su laberíntica propuesta musical.Anton Bruckner Sinfonía 5 Intérpretes Gustav Mahler Jugenorchester Director Kirill Petrenko Lugar Palacio de Carlos V Fecha 7 junio 4De partida están los números, tan necesarios en la sociedad de la utilidad: nada menos que 33 jornadas desde el 7 de junio al 14 de julio, con 116 funciones y 4.100.000 euros de presupuesto exprimidos en un entramado de espacios, ciclos y argumentos transversales suficientemente plural como para que cualquiera encuentre su sitio. El Festival de Granada es en este momento un trasatlántico que por su configuración y ambición artística invita a reflexionar sobre el valor de actividades que desde la perspectiva económica representan un valor simbólico indudable y cuyo resultado intangible adquiere además dimensiones sobresalientes.Tiempo habrá de entrar en detalles sobre las particularidades que ofrece la programación del festival insistiendo en el potencial de sus escenarios, incluso sobre los síntomas que se agazapan tras la inocencia perturbadora de su cartel anunciador. El ciclo vital es largo e incluye convocatorias exclusivas que invitan a acercarse por aquí. De momento, lo más evidente es que ‘Granada’ acaba de iniciar su andadura y que lo hace bajo la etiqueta #Bruckner200 como referencia al doscientos aniversario del afligido compositor, profesor y organista austriaco. En realidad la primera actuación se inscribe como preludio de varias actuaciones antes del maratón definitivo y en el que toma protagonismo la música de Bach en la interpretación de la Accademia del Piacere de Fahmi Alquai y Le Concert des Nations con Jordi Savall; y una actuación de Ballet Nacional de España, en una gala en el Generalife en beneficio de la Fundación Reina Sofía y para la que se anuncia la presencia de la reina emérita Doña Sofia. La apertura ha estado a cargo de la Joven Orquesta Gustav Mahler bajo la dirección de Kirill Petrenko. Tras actuar en las ciudades italianas de Pordenone, Ravenna y Roma, se presentaron en San Sebastián y Oviedo. Con la estancia en Granada se cierra la gira 2024 centrada en la interpretación de la quinta sinfonía de Bruckner. Noticia Relacionada estandar Si ‘La verbena de La Paloma’ o el triunfo de la verdad Alberto González Lapuente Con estas representaciones José Miguel Pérez Sierra se presenta como nuevo director titular de la Zarzuela, y no está mal que la impresión sea tan sólida y esperanzadoraKirill Petrenko, titular de la Filarmónica de Berlín desde hace un lustro, trabaja por primera vez con esta agrupación paneuropea y con su casi centenar de músicos de los que más de un veinte por ciento son españoles, y a quienes aconsejan un grupo de tutores entre los que se encuentra el trompetista, director y gestor Martín Baeza-Rubio . Muchas consecuencias se pueden extraer de este dato, tan cercano al actual talento y buena formación de muchos profesionales jóvenes españoles. En el caso musical, significa alcanzar un estatus de competencia artística que no hace muchas décadas se consideraba muy complicado. De hecho, ingresar en la Gustav Mahler Jugendorchester (GMJO) significa demostrar una posición de excelencia que se ha exigido desde que Claudio Abbado creara la orquesta en 1986 dispuesto entonces a equiparar lo aparentemente inexperto con las grandes agrupaciones orquestales del mundo con la ventaja añadida de que su alimento es un combustible teñido de vitalidad, desparpajo y ambición.Todo ello se dio en su concierto granadino que, por empezar al revés, concluyó sorprendiendo a todos los espectadores del palacio de Carlos con la interpretación de ‘Amparito Roca’. ¿Es comprensible la jarana tras la música de Bruckner? No lo parece en el plano teórico aunque fuera perfectamente asimilable en el entorno de un concierto en el que tras largos minutos de aplausos el escenario acabó siendo una fiesta de despedida. Abrazos, besos, fotos, alguna cara de pena y muchísimas de felicidad con el público jaleando el pasodoble en una interpretación aparentemente improvisada, con los músicos de pie y dirigiéndose a sí mismos. Por supuesto, que sin director. Imaginar que por entonces un músico como Petrenko, tan huidizo en lo personal, pudiera estar colaborando con la verbena es un ejercicio que supera con mucho la complicada experiencia de un concierto que en su parte fundamental y de su mano fue una demostración de estricto ascetismo musical.Porque el pasodoble fue algo liberador, capaz de transmitir una emoción epidérmica tras la impecable constricción bruckneriana. Lo obvio aquí fue la perfección en el ajuste, la pureza del color orquestal, la increible superposición de planos, desde el escalofriante pianísimo inicial indicando que algo grande estaba por suceder hasta el gigantismo de un final apabullante, la calidad del acabado… muchos detalles de simple ejecución que demuestran que el primer encuentro entre la Gustav Mahler Jugenorchester y Petrenko concluye de la mejor forma posible, que es estableciendo una relación simbiótica. Hay gestos que lo confirman: miradas cruzadas durante el concierto, sonrisas compartidas, temores simultáneos, la mano del director ayudando a sujetar las partituras de los primeros atriles a punto de volar por el viento, los aplausos intercambiados… Es enormemente gratificante confirmar con todo ello cuestiones elementales y no siempre bien entendidas como la necesidad de la música y su capacidad para facilitar una comunicación más allá del siempre imperfecto diálogo verbal.Noticia Relacionada Crítica de ópera estandar No ‘Los maestros cantores de Núremberg’ de Laurent Pelly enorgullecen al Teatro Real Alberto González Lapuente La tradición considera que esta es una de las óperas que mejor demuestran la capacidad y solvencia de un teatroQuizá esto último suene un poco exagerado, pero apetece escribirlo ante una actuación así y ante un director como Petrenko, para quien la práctica músical es una especie de liberación personal. En este sentido, es fácil observar la afinidad con Bruckner, tan capaz de empequeñecerse ante los accidentes cotidianos como agigantarse frente al papel pautado sobre los que dejó monumentos sinfónicos defintivos. Por eso, la interpretación de Petrenko se sitúa en una posición limítrofe que es franqueable por el espectador siempre y cuando se esté dispuesto a tener una fe incondicional. Se entra o se está fuera. Esto último es lo más fácil, porque Petrenko no regala ni un segundo de amabilidad. Cualquier decisión musical por extraordinaria que resulte, y una tras otra se suceden a lo largo de la obra sin ningún respiro, está cincelada sobre una arquitectura desnuda, de una sobriedad perturbadora, atemporal y profundamente meditada. Y en ello radica su grandeza y su compleja compresión.Porque nada se parece a este Bruckner que se enraíza con el virtuosismo de la dimisión y que se convierte en virtud por el solo hecho de negarse al placer. Por supuesto, cabe la recompensa, pero no tanto por lo increíble que resulte la escuha de una sinfonía trazada milimétricamente como por la satisfacción que produce la estricta privación de cualquier convención. Las crónicas hablan del éxito que esta versión ha tenido a lo largo de la gira de la Gustav Mahler Jugenorchester y Petrenko, Granada se suma a todo ello añadiendo la peculiaridad de un espacio proclive a la observancia como el palacio de Carlos V. Es decir, consiguiendo conjugar los valores intrínsecos del festival con la afirmación de una interpretación tan esencialmente analítica.
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