En los duros años de la reconversión industrial de los 80 la productividad avanzó en España a una velocidad media del 2,5%; el auge económico y de empleo de los noventa y la primera década del nuevo siglo vino acompañado de una seria desaceleración del indicador, a niveles del 1%; mientras que la economía posterior al ‘shock’ financiero no ha sido capaz de acreditar avances más altos del 0,5% . La secuencia temporal que retrata el último informe sobre España de la OCDE, difundido esta semana y que profundiza en las causas de la baja productividad española , es similar a la de otras grandes economías europeas, pero sí muestra un perfil comparativamente más deprimido. Y es ahí donde el organismo internacional encuentra la razón principal de la incapacidad de España para cerrar la brecha de renta per cápita y bienestar que separa al país ya no solo de las economías más pujantes de la UE sino incluso de la media europea, por debajo de la cual ha quedado anclada desde hace más de una década.«El crecimiento de los salarios reales en España ha sido cercano a cero desde los noventa e incluso ha sido negativo desde 2010», subraya el informe de la OCDE, que revela que los salarios reales apenas han avanzado en España en los últimos 30 años, y en buena medida a causa de la baja productividad.Desatar el nudo regulatorioA la hora de buscar las causas de este retraso, el diagnóstico del organismo no se aleja de lo que se ha consolidado como un análisis compartido por una mayoría de los analistas: un capital humano no especialmente cualificado, lastrado por las altas tasas de abandono escolar respecto a otros países comparables y la escasa formación durante la vida laboral; un mercado interno deslavazado por la proliferación de normas regionales que desincentivan el crecimiento empresarial; una escasa propensión a invertir, especialmente en investigación y tecnología, tanto por el sector privado como por el público; y una acumulación de barreras y rigideces regulatorias, que desincentivan el crecimiento empresarial, admitido internacionalmente como uno de los vectores de mejora de la productividad.Noticia Relacionada estandar Si Sánchez paga con los convenios el peaje político al PNV que negó Díaz Susana Alcelay El blindaje de los convenios vascos fue rechazado por la vicepresidenta en la reforma laboral de 2021, y ahora se aprueba por la puerta de atrás«Que las empresas tengan una cierta dimensión es determinante para su productividad», explica Valentín Pich, presidente del Consejo General de Economistas, subrayando uno de los argumentos que plantea la OCDE en su informe, el que recalca la mayor proporción de microempresas en el tejido empresarial español respecto al estándar de los países avanzados. «En lo que nos tenemos que esforzar es en crear el entorno adecuado para que las empresas puedan ganar tamaño», insiste Pich.Porque ese entorno no existe. «El marco normativo está repleto de incentivos para mantener un tamaño reducido», recalca Omar Rachedi, investigador de Esade, en relación al amplio abanico de ventajas regulatorias que se pierden en el momento en que se adquiere un determinado tamaño. Estas van desde el tipo reducido del 23% que se reserva en el Impuesto de Sociedades a las empresas que facturan menos de un millón de euros (el tipo general es del 25%), a las menores obligaciones laborales y administrativas que se reconocen a las empresas de menos de 50 trabajadores y que han alumbrado en España el conocido como síndrome del empleado 50 , por el que muchas pymes evitan expresamente llegar a esa cifra para no asumir nuevas cargas.«Son barreras regulatorias que debilitan los incentivos a crecer de las pymes y que además les proporcionan unas ventajas competitivas injustas», concluye la OCDE, que recomienda a España reorientar esos incentivos de modo que no se focalicen hacia las empresas de pequeño tamaño sino hacia aquellas que están iniciando su andadura.El organismo internacional también apunta a la falta de uniformidad regulatoria dentro del mismo territorio español como un obstáculo al crecimiento empresarial, ya que cohíbe la inclinación de las empresas a ampliar su radio de acción a otros territorios por el incremento de cargas administrativas y costes que conlleva. En este sentido, el informe de la OCDE regresa a la que ha sido una de sus recomendaciones tradicionales en sus informes sobre España de los últimos años: el despliegue de la Ley de Unidad de Mercado para garantizar un trato uniforme a las empresas en todo el territorio español.Lagunas y rigidecesLos analistas de la OCDE detectan numerosas lagunas que lastran la competitividad española : desde la tasa comparativamente más elevada de abandono escolar hasta la escasa proporción a invertir de las empresas domésticas, especialmente las de pequeño y mediano tamaño, pero incide particularmente en la rigidez del marco laboral, que tilda como uno de los más estrictos del mundo desarrollado.La academia ha concluido que la rotación empresarial, es decir, la desaparición de empresas para dejar espacio y recursos a nuevas aventuras empresariales con más posibilidades de competir en el mercado, es uno de los grandes vectores de impulso de productividad de las economías. En España esa rotación es menor. La OCDE lo atribuye a un marco normativo que dificulta la liquidación de empresas, lo que ha desembocado en la existencia de una amplia base de negocios que sobreviven pese a no ser competitivas y de empresas zombie . Y entiende que esa situación no es ajena a un marco laboral que complica la adaptación de las empresas a los avatares del ciclo. Una de sus propuestas, de hecho, es facilitar la salida voluntaria o pactada de trabajadores de las empresas, asegurándoles cobertura por desempleo.Noticia Relacionada estandar No Hacienda prepara una batida de ‘coworking’ y centros de negocios para detectar empresas fantasma Bruno Pérez Llega a un acuerdo con la principal patronal del sector para recibir información de ‘business center’ de toda España sobre comportamiento anómalos o posibles domiciliaciones ficticias«Hay un coste de oportunidad en impulsar la productividad porque los beneficios de primar la competitividad aparecen a medio plazo y el coste se manifiesta en el corto», admite Omar Rachedi, en relación a la problemática transición de dejar caer a las empresas no competitivas en la confianza de que esos recursos ayudarán a alumbrar negocios más competitivos. Tal vez por ello todos los expertos consultados coinciden en la necesidad de convertir el impulso de la productividad en una política de Estado y dan la bienvenida al prometido Consejo Nacional por la Productividad , del que esperan que sea independiente para poder formular propuestas eficaces.El problema es que no facilitar este reajuste sobrecarga de costes a las empresas y lastra su competitividad. «España arrastra una brecha con otros países en la productividad por trabajador», advierte el director general del Instituto de Estudios Económicos, Gregorio Izquierdo. «Los costes de la empresa dependen del tiempo de trabajo pactado pero la productividad depende del tiempo de trabajo efectivo y la brecha entre ambas magnitudes se ha ampliado mucho en los últimos años», asegura, también a modo de advertencia sobre el impacto que la reducción de jornada puede tener sobre la productividad.

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