A los análisis que alertan sobre el avance de los partidos de derecha radical (ECR) o muy radical (ID) en estas elecciones europeas les falta frecuentemente señalar el origen de esos votos que les han apoyado y que vienen directamente de la izquierda (S&D), de la extrema izquierda (IU) y de los Verdes. El Partido Popular Europeo (PPE) no solo ha ganado con claridad estas elecciones sino que ha obtenido su mejor resultado en décadas, mientras que los socialistas, la izquierda unitaria y los ecologistas han perdido significativamente posiciones. Los verdes han pasado de ser la cuarta a la sexta fuerza política, superados por las dos versiones del populismo euroescéptico que denostan en su discurso oficial. No es que los Verdes hayan tenido menos diputados que la suma de las dos versiones de derecha radical; es que los dos por separado han obtenido cada uno más que los ecologistas. Y, sin embargo, los portavoces socialistas han empezado a plantear el proceso de negociaciones para la distribución de los grandes puestos institucionales diciendo que aceptan colaborar con populares y liberales (también perdedores, aunque en su caso siempre ha sido un grupo muy frágil) con la condición de que no se busque también el apoyo de los populistas de ECR o ID, que es la forma de mantener el mismo ambiente de división que han usado en la campaña electoral. El caso es que los socialistas no pasan por su mejor momento. En el Consejo Europeo apenas Pedro Sánchez y el canciller Olaf Scholz tienen algo que decir. Después de la estrepitosa derrota de Emmanuel Macron en Francia, los liberales tampoco pueden levantar la mano, mientras que el PPE tiene unos 13 jefes de Gobierno en la sala. Por ello es prácticamente seguro que en la reunión del Consejo Europeo del día 27 se confirmará la designación de Ursula Von der Leyen para un segundo mandato como presidenta de la Comisión. Los socialistas intentarán atribuirse alguna compensación y es posible que obtengan la propia presidencia del Consejo Europeo para uno de sus miembros, aunque en este momento son tan pocos que no sería fácil encontrar un candidato entre los que se sientan en esa sala del «sancta sanctorum» de la UE.Noticia Relacionada estandar Si El día después: comienzan los movimientos para pactar los cargos institucionales Enrique Serbeto Si se confirma la continuidad de Von der Leyen, es muy probable que el grupo socialista reclame entonces la posición de presidente del ConsejoEn realidad, a la alemana no le va a hacer falta hacer gran cosa para ser elegida, ya que la suma de populares, socialistas y liberales alcanza de sobra para la mayoría necesaria, incluso pensando en que en la Eurocámara la disciplina de voto es una práctica muy exótica, por decirlo de algún modo. Por ello ha sido muy sintomático que en sus primeras palabras Von der Leyen haya recogido el guante del lema de los socialistas y se ha presentado como a si misma como «la barrera contra los extremismos» aunque ha explicado muy bien que se refiere «a los extremismos de izquierda y de derecha», es decir, que si los socialistas le exigen que no coquetee con los grupos a su derecha, ella también espera que hagan lo mismo e ignoren a los que los socialdemócratas tienen a su izquierda. Incluyendo en este reparto de etiquetas a los propios Verdes, a los que el presidente del PPE y portavoz del grupo parlamentario, Manfred Weber, descartó como socios.Es decir, la nueva legislatura de la Comisión va a tener que ser claramente más moderada y deberá levantar el pie del acelerador en alguna de sus políticas más emblemáticas ya sea el Pacto Verde para la transición energética o los requisitos medioambientales de la Política Agrícola Común (PAC), tanto para crear el puesto de comisario de Defensa que había prometido como, sobre todo, cumplir la promesa de que el pacto migratorio servirá para poner orden en un campo que ha llenado de votos las urnas de los partidos de derecha radical.
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