Para Gustavo Adolfo Bécquer, la soledad era muy hermosa siempre que hubiese alguien a quién contárselo. Y es que esa percepción subjetiva de encontrarse aislado es una de las que más poemas ha despertado en su inmensidad. Pero según el Observatorio Estatal de la Soledad no Deseada (SoledadES), cuando ese sentimiento invade una vida, entonces las consecuencias pueden ser mucho más tormentosas que en los versos de Bécquer. Eso que decía el poeta sí es realidad, según arroja el último Barómetro de la Soledad no Deseada presentado este lunes 10 de junio: la falta de alguien a quien contarlo profundiza enormemente la desazón de quien la sufre. Noticia Relacionada estandar No Qué es el edadismo y por qué es probable que tengas la edad que tengas, hayas caído en la trampa Carlota Fominaya En 2050 la mitad de la población tendrá más de 50 añosEl Observatorio se afana en discernir que el aislamiento social o falta sustancial de contactos sociales puede medirse de una manera objetiva, mientras que la soledad no deseada, esa que se encuentran miles de personas sin buscarla, es una sensación totalmente subjetiva. Dice también que es un problema silencioso, como la luz, que penetra en los hogares de miles de personas en España: una de cada cinco (adultas) concretamente, según destaca el director del estudio, Raúl Ruiz. Lo sufren más las mujeres que los hombres: un 21,8% frente al 18%. Y los jóvenes más que los mayores. Entre los 18 y los 24 años, la prevalencia es del 34%.En el acto de este lunes 10 de junio se ha presentado el último estudio promovido por Fundación ONCE y Fundación AXA para el Observatorio. Desde 2015 no se había actualizado este barómetro, por lo que media una pandemia y sus efectos nefastos sobre la soledad de las personas. El trabajo constata que el 13,5% de los españoles sufren soledad crónica , que es un fenómeno de larga duración, cuando se arrastra el problema durante dos años o más. Como citábamos, esta soledad crónica afecta más a las mujeres que a los hombres, y sorprendentemente, está extendida también entre la juventud. Ser joven no es necesariamente sinónimo de mayor número de relaciones sociales, amistades, más diversión y salidas. De hecho, el último ‘Barómetro de la soledad no deseada en España (2024)’ conocido ayer retrata la prevalencia de este sentimiento subjetivo por franjas de edad y tiene forma de U: en las primeras etapas (de 18 a 24 años) una de cada tres personas se siente sola; continúa siendo alta la prevalencia a partir de los 25 (27,1%) pero camina en línea descendente hasta alcanzar el mínimo en los grupos etarios de 55 a 64 (14,9%) y de 65 a 74 años (14,5%) para emprender nuevamente la curva hacia arriba hasta representar el 20% de los mayores de 75. Por tanto, la soledad no aumenta con la edad, como a veces se ha supuesto. Para los autores del informe, no obstante, «es un problema reversible que tiene solución», aunque el trabajo también constata que las administraciones públicas (especialmente se culpa al Ejecutivo central) desdeñan aportar remedios e iniciativas potentes contra esta cuestión. A la presentación del estudio ha asistido el ministro de derechos Sociales, Pablo Bustinduy, quien ha insistido en la necesidad de «crear y afianzar redes de apoyo» contra la soledad no deseada, sin «generar un estigma«. En el acto, el ministro Bustinduy ha abogado por crear redes de apoyo, pero también ha dicho tomar nota de que la población cree que el Gobierno no hace mucho por combatir el problema«Las políticas públicas deben desarrollarse a partir de conocimiento fiable, de conocimiento contrastado», ha abundado. «Cuatro de cada cinco personas en nuestro país asocian la soledad no deseada con un problema invisible y a dos de cada tres les gustaría poder hacer algo más para combatir este fenómeno con las personas de su entorno», ha citado con cifras de otro estudio de 2022. El ministro ha admitido la importancia de «combatir la soledad no deseada y, a la vez, ser capaces de poner en valor el tiempo que dedicamos al recogimiento o al disfrute en solitario», que propicia en buenas condiciones la creatividad y la reflexión, entre otras cosas. Con todos los datos obtenidos, el barómetro concluye que el aislamiento involuntario de miles de personas es un «problema persistente» dentro de los porcentajes citados: dos de cada tres confiesan llevar solos más de dos años y un 59%, más de tres. A pesar de ser un fenómeno tan extendido, más de la mitad de las personas que participaron en el estudio siguen confesando como en sondeos anteriores que no se encuentran cómodas hablando de su experiencia de soledad y menos aún pidiendo ayuda para combatirla.Por supuesto, también entre los 2.900 entrevistados por teléfono había muchas personas que no se encontraban solas en este momento, y de ese 80% de la población, el 63% confesaba que sí han experimentado ese sentimiento en alguna etapa de su vida, sea en el presente o pasado. La educación previene contra la soledadHay múltiples factores, señala el análisis, que disparan encontrarse tan solo: vivir con un problema de salud mental, en 2,4 veces; tres veces más si la salud no acompaña y es mala, muy mala o regular; y por último, la prevalencia de la soledad es 30 puntos superior entre las personas con alguna discapacidad. También las personas LGTBI sufren más sus estragos. MÁS INFORMACIÓN noticia No Pediatras piden límites para la «generación porno»: «Los niños aprenden a usar un móvil antes que a controlar sus propios esfínteres» noticia No Polémica con el examen de Biología de la EBAU: «Tienen que aplicar conocimientos, no andarse con adivinanzas» noticia Si La rebaja al violador de un niño de 8 años es «la estocada final»Es un fenómeno poliédrico. El estudio de Ruiz sorprende por que la menor prevalencia de la soledad se observa en municipios más pequeños (17,6%), mientras que en los de 10.000 a 50.000 habitantes se da una tasa mayor de soledad (22,8%). «Una de las claves para explicar que la ruralidad no parece tener efecto es la composición demográfica, ya que las personas mayores tienen menor prevalencia de soledad que las jóvenes», pormenoriza el trabajo. La ruralidad es un factor que acentúa más la soledad entre los más jóvenes, curiosamente, mientras que les ocurre lo contrario a las personas mayores: se ven más solas en los núcleos urbanos. Entre las variantes que agudizan el sentimiento de soledad se encuentra también ser de origen extranjero, no tener empleo especialmente entre los 30 y los 54 años, un nivel educativo menor y tener dificultades económicas. Afirma el estudio que disponer de una capacidad económica u otra determina en gran medida la soledad no deseada: de hecho, es el doble cuando se llega con dificultad a final de mes.
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