Los políticos siempre están a la caza de conexiones personales con los votantes, la vía más directa hacia su confianza. Joe Biden encontró esa conexión de manera indeseada y casi desde el primer minuto de su carrera política: la tragedia familiar, un drama que iguala a todas las personas, una fuente de empatía poderosa. En diciembre de 1972, Biden era una de las sensaciones de la política estadounidense. Unas semanas antes había ganado, todavía sin cumplir 30 años, el puesto de senador por Delaware. El día 18 de aquel mes, su primera mujer, Neilia, conducía el coche familiar con los tres hijos de la pareja y sufrió un accidente. Fallecieron la esposa y la hija pequeña, Naomi. Sobrevivieron los dos hijos varones, Beau y Hunter, de 3 y 2 años.La tragedia convirtió a Biden en una figura nacional e instaló una percepción de simpatía hacia el senador, que desarrolló una carrera de cuatro décadas en la Cámara Alta.Otro drama familiar ocurrió en la antesala de su conquista de la Casa Blanca: el fallecimiento de su hijo Beau en 2015 . El primogénito tenía el molde perfecto para grandes aspiraciones políticas: desplegado con el ejército en Irak, fiscal general de Delaware y en las quinielas para un futuro en la Casa Blanca. Su muerte por un cáncer cerebral consolidó la conexión del votante con Biden en un aspecto tan central de la vida como la pérdida de un familiar.A cinco meses de las eleccionesAhora, a cinco meses de una cita con las urnas en la que Biden se juega la reelección, el drama ha vuelto a sacudir a su familia: su segundo hijo, Hunter, el díscolo, ha sido declarado culpable por mentir sobre su consumo de droga en la compra de un arma en 2018.El juicio ha sido un ‘via crucis’ para la familia del presidente. La acusación buscó demostrar -y consiguió convencer al jurado- que Hunter mintió sobre su consumo de drogas cuando rellenó formularios para la compra de un revólver y que mantuvo ese consumo en posesión del arma. Para ello, levantó las alfombras de los años más oscuros del hijo del presidente, en los que recurrió a las drogas y al desenfreno tras el fallecimiento de su hermano. Fue un juicio sórdido, en el que se detalló la vida disoluta de Hunter, entre pipas de ‘crack’, mujeres, gastos alocados e infidelidades. Entre estas últimas, la más escabrosa: se lió con Hallie, la viuda de su hermano, mientras ambos consumían droga.Otro juicio pendienteLos excesos y los problemas judiciales de Hunter -tiene otro juicio pendiente sobre fraude fiscal, previsto para septiembre- no son comparables a las fatalidades sufridas por Biden con su primera mujer, su primera hija y su primogénito. Pero eso no quiere decir que no le pueda servir de conexión con parte del electorado. La adicción a la droga es una lacra que afecta a todos los segmentos de la sociedad de EE.UU. Hunter ha reconocido sus adicciones. El propio Biden, que es abstemio, ha hablado de la historia de alcoholismo en su propia familia. La epidemia de adicción a los opiáceos, en especial al poderoso fentanil o , es un drama común para los estadounidenses.La mejor señal de que esto quizá no sea una debilidad para Biden es que los republicanos no han atacado al presidente ni a Hunter por el flanco de las adicciones (sí lo han hecho en acusaciones de corrupción en negocios en el extranjero y de trato favorable de la justicia al hijo del presidente). Incluso Donald Trump, rival de Biden en las presidenciales, ha reaccionado con empatía al problema de la droga de Hunter. Preguntado la semana pasada por el juicio, no atacó al hijo del presidente y habló de la adicción de su propio hermano, Fred Trump Jr., que falleció de problemas derivados de alcoholismo. «Fue algo terrible», dijo.La posición de Biden en el juicio de su hijo ha sido clara: respetar la decisión de la Justicia y apoyar a su hijo. El martes, el día en el que se conoció el veredicto, cambió su agenda y se fue a Delaware para estar con él. Las cámaras capturaron el abrazo entre el padre sufrido y el hijo díscolo. Pocos votantes lo habrán visto con malos ojos.
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