Lince, un español luchando en Ucrania: «Desde las trincheras oímos hablar a los rusos»

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Lince, un español luchando en Ucrania: «Desde las trincheras oímos hablar a los rusos»

Lince es su nombre de guerra. Este español de 32 años combate en el frente más complicado de Ucrania . A pesar de todos los riesgos, no dudó en parar su vehículo para auxiliar a un compañero que resultó lesionado cuando salían de una posición. El enemigo había lanzado una lluvia de artillería y metralla, pero él supo mantener la cabeza fría, tomó el volante y logró sacar al herido del frente. El extremeño llegó a Ucrania hace tan sólo cuatro meses y ya ha sido condecorado por su valor en batalla. Pronto terminará su adiestramiento como francotirador , una especialidad en la que lo más importante, destaca, es mantener siempre la concentración. Su última salida del frente se produjo a escasas horas del encuentro con la enviada de este periódico. Son días de batallas intensas. La mañana es calurosa en el Dombás, y a lo lejos suenan explosiones que ya no inquietan a nadie. A pesar del cansancio y el estrés, el español mantiene el buen ánimo, sonríe y transmite tranquilidad. Sin embargo, se toma su tiempo para pensar antes de describir su trabajo en las posiciones ucranianas . En este conflicto hasta el mínimo detalle pueden dar pistas al enemigo. Tiene que ser muy cuidadoso con lo que cuenta, incluso de su propia biografía. Noticia Relacionada estandar No La UE acuerda iniciar negociaciones de adhesión con Ucrania y Moldavia el 25 de junio El acuerdo llega tras superar las reticencias de Hungría, que demandaba más compromiso de Ucrania en cuestión de derechos de las minoríasLince decidió venir a Ucrania «para defender a la gente», asegura con mirada firme y honesta el joven, que luce en su camiseta el escudo de la Legión Internacional. Él contaba con experiencia militar previa y siempre había estado interesado en la guerra. No fue de los primeros en llegar, aunque la idea de sumarse a la lucha llevaba meses rondando por su cabeza. El impulso final que le llevó a alistarse fue ver cómo la situación había empeorado para los defensores. El pasado mes de febrero hizo las maletas y aterrizó en el país. Su familia no sabía nada cuando decidió emprender el viaje: « Les dije que iba de vacaciones a la montaña, aprovechando que en aquella época había nieve en Ucrania. Fue complicado para ellos, pero algo ya intuían. Sabían que estaba enfocado en esto y fue difícil», explica el militar.«En un principio tenía pensado incorporarme en la Tercera Brigada de Asalto. Más tarde, un reclutador nos habló de un grupo de habla hispana y decidí venir aquí», sostiene. Él y sus compañeros de armas forman parte de la Segunda Legión Internacional de Defensa de Ucrania. Luchan contra la invasión rusa en el frente del Dombás. En su equipo hay gente de Países Bajos, Colombia, Brasil o Reino Unido. Las autoridades del país en guerra dicen que hay voluntarios extranjeros de unas 50 nacionalidades; incluidos nacionales rusos y bielorrusos que batallan bajo la bandera ucraniana. Lince destaca la buena química con sus compañeros y asegura que la comunicación entre ellos no es un gran problema. «Cuando estamos en la misión, tenemos que estar todos unidos. Cada uno nos enfocamos en nuestro punto de trabajo y estamos todos coordinados», explica el militar. El español admite con serenidad que, por ahora, su experiencia en el combate no hizo mella en su forma de ser. «Aquí cuando hay un cambio de carácter es que algo no funciona bien . En general tratamos de estar alegres e incluso hacer bromas para intentar rebajar la tensión», sentencia.La gran oleadaLa mayoría de los combatientes extranjeros llegaron a Ucrania durante los primeros compases del conflicto tras un llamamiento de las autoridades del país. El 27 de febrero de 2022, Zelenski lanzó un mensaje a los voluntarios internacionales: «Cualquiera que quiera unirse a la defensa de Ucrania, Europa y el mundo puede venir y luchar codo con codo con los ucranianos contra los criminales de guerra rusos», dijo entonces el mandatario. Las autoridades ucranianas crearon la Legión Internacional para integrar a todos los voluntarios internacionales que quisieron tomar las armas contra la invasión rusa. Dos años después todavía hay forasteros que deciden luchar al lado de Ucrania. Algunos, como el militar español Sergio Antolín Zunzunegui , fallecido esta semana en el frente, pierden su vida en defensa de esta causa.Aunque la Legión Internacional acoge a los voluntarios internacionales también hay otras brigadas de las Fuerzas Armadas de Ucrania que alistan extranjeros. Un ejemplo de ello es el Batallón Karpatska Sich, que cuenta en sus filas con combatientes de América Latina y ciudadanos europeos. El número exacto de los internacionales, según las autoridades de Kiev, ascendería a 20.000. Por su servicio en primera línea, reciben sueldos que pueden llegar a los 3.000 euros al mes. Voluntarios extranjeros al comienzo de la guerra REUTERSLos perfiles son muy diferentes. Desde veteranos con amplia experiencia militar en otras guerras, hasta personas con muy pocos conocimientos sobre el oficio de soldado. «Hay gente que viene de civil y se estresa al principio. Pero, poco a poco, se van acostumbrando. Ven cómo se trabaja y cómo funciona esto. Los que tenemos más experiencia tratamos de tranquilizarlos en esos primeros momentos de tensión y son muy pocos lo que se van», apunta el español. La mayoría, añade, vienen totalmente motivados por la causa y son menos los se sienten atraídos por los salarios.A metros de los rusosLos últimos partes de guerra del Estado Mayor ucraniano indican que las batallas más crudas tienen lugar en la región de Donetsk. La región del este de Ucrania ha estado parcialmente bajo el control ruso desde 2014. Diez años después esta provincia sigue siendo uno de los objetivos principales del Kremlin en esta guerra. Y es precisamente en este punto del frente donde Lince lleva a cabo su arriesgada labor: «Yo hago reconocimiento. Trato de averiguar donde están las posiciones de tiro de los rusos para neutralizarlas. Nuestras trincheras están a menos de 50 metros del enemigo. Los vemos y los escuchamos hablar. Y yo me muevo entre esas líneas».Aunque el miedo siempre está presente, el extremeño confiesa que lo peor es ir y volver de la posición por el uso masivo de drones enemigos y de artillería. Pero una vez «en la trinchera, es otra cosa». «Allí dentro hay lugares donde puedes cubrirte. Entonces la mente se despeja y solo piensas en el trabajo que tienes que hacer», afirma. En el frente, combinan elementos propios de la Segunda Guerra Mundial con la tecnología más punteraAnalistas occidentales han destacado la capacidad de adaptación de las fuerzas enemigas durante la invasión a gran escala. Los defensores admiten que hay ciertas unidades del Ejército ruso con muy buen equipo y preparación. Combatirlas es cada vez más complicado. Sin embargo, según el español «hay de todo». «En nuestra última confrontación hemos visto que los rusos vienen sin cascos ni chalecos y algunos hasta están drogados, Mandan oleadas de gente así. Son carnaza». «Se usa todo»La guerra de Ucrania combina elementos propios de la Segunda Guerra Mundial con la tecnología más puntera. « Aquí usan todo, lo viejo y lo nuevo en conjunto», destaca el extremeño. La artillería y el lanzamiento de bombas aéreas guiadas –potentes proyectiles que pueden ser lazados a distancia sin comprometer los aviones de combate– son un punto clave que marca la ventaja en el campo de batalla. Las fuerzas de Kiev están desarrollando ahora sus propias bombas aéreas guiadas y pronto se utilizarán en el frente, según las autoridades del país en guerra. Sin embargo, durante los últimos meses han estado combatiendo con pocas municiones y gracias al empleo de drones pudieron suplir esa desventaja.3.000 euros al mes ofrece el Ejército de Ucrania a los voluntariosEn las líneas de trincheras es habitual que las fuerzas invasoras disparen cientos de proyectiles antes de hacer avanzar a la infantería contra las posiciones de los ucranianos. «La artillería cae a uno o dos metros de nosotros. Y cuando estamos en el búnker la sentimos encima. Por suerte yo hasta ahora no he resultado herido», explica el Lince. En una de sus últimas misiones, el español y sus compañeros estuvieron «s iete horas bajo fuego constante: de artillería, mortero y drones». Después de jornadas de combate tan intensas hay también días de recuperación: «Hacemos descansos entre compañeros, entonces pues relajarnos un poco durante algunos días».Lince destaca que se ha sentido muy acogido aquí: «La gente es muy abierta, muy, muy amable. Te intentan ofrecer muchas cosas y te ayudan», apunta. No ha pensado en dejar la guerra por ahora. Pero la distancia de los suyos y de su hogar también están presentes a diario y su gesto se torna más serio cuando lo nombra. « Lo que más extraño es la familia, los amigos, la tierra ». Además de los seres queridos, hay algo que la mayoría de los españoles que viven fuera anhelan: la comida. «Aquí se pueden conseguir algunos productos españoles, pero no es lo mismo», dice con cierta resignación. No pasará mucho tiempo antes de que emprenda una nueva misión en la línea cero del frente del Este.

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