Un transportista que, para realizar una maniobra y poder aparcar en la nave de su empresa, entró con su vehículo en un callejón adyacente. Fue él quién, desde el propio vehículo, llamó al teléfono de emergencias para alertar de que había encontrado a una joven tendida sobre un charco de sangre . La menor era la víctima de la brutal violación de Igualada . La encontró «en posición fetal» y «temblando». El conductor bajó del vehículo y la cubrió con su propia cazadora. «Me saqué la chaqueta y la tapé, fue lo primero que hice», ha declarado este lunes, durante el juicio al agresor de la joven, en la Audiencia de Barcelona. Pasaban pocos minutos de las siete de la mañana del 1 de noviembre de 2021. Por entonces la menor tenía 16 años. La encontró casi desnuda y hacía mucho frío. Estaba amaneciendo y era festivo, por lo que por allí, un polígono industrial, no pasaba mucha gente. El hombre avisó también a un compañero que se encontraba en el interior de la nave y trataron de buscar una manta para que la víctima entrase en calor hasta la llegada de la ambulancia. No la encontraron, pero sí otra prenda de ropa. «Pareció mucho rato», ha apuntado el transportista, aunque fueron unos 10 ó 15 minutos de espera hasta la aparición de los sanitarios.La víctima «estaba consciente». Cuando él le dijo que los servicios de emergencias estaban ya en camino, ella le contestó: «No, no, no». «No creo que me escuchase», ha precisado. La menor había sufrido un ataque brutal. Además de una agresión sexual, le habían propinado varios golpes en la cabeza, provocándole una fractura craneal. También desgarros. No recuerda nada del asalto. Aquella noche, la joven acudió junto a una amiga a la discoteca Épic de Igualada . Dentro se separaron y, en un momento de la noche, la primera abandonó el local de ocio para salir junto a un tercero. Un chico que había conocido en verano. Éste se marchó sobre las seis de la mañana, cuando le vino a recoger el padre de un amigo. La joven entonces recogió sus pertenencias del guardarropa y pretendía hacer lo mismo: coger el tren y volver a casa. Su amiga la llamó y ésta contestó, la primera. «Me cogió el teléfono y me dijo que estaba de camino a la estación». Habían bebido alguna copa, pero estaban bien, ha detallado su compañera esta mañana. Lo intentó de nuevo, pero su amiga no volvió a coger el teléfono. La misma testigo ha apuntando que, tras el brutal ataque, al despertar en el hospital, la víctima le « dijo que no recordaba nada . Me pedía a mí si le podía ‘refrescar’ un poco [aquella noche]. Cuando despertó me dijo que pensaba que estaba allí por otra cosa, por haber bebido mucho. No se acordaba». Tras cinco meses de pesquisas, la Policía catalana detuvo a un sospechoso por la agresión: Brian Raimundo C. , de nacionalidad boliviana y 24 años, para el que la Fiscalía y las acusaciones piden 45 años de prisión por agresión sexual y tentativa de homicidio . La defensa pide su absolución ya que el individuo niega haber perpetrado el ataque . Será durante la última sesión del juicio, prevista para este viernes, 21 de junio, cuando declarará. Antes, será el turno de los Mossos d’Esquadra , que detallarán los pormenores de la investigación que les llevó a su arresto, como autor del ataque. Fue un acto vandálico contra unos coches el que puso a los agentes sobre la pista de Brian Raimundo . Después, un minucioso trabajo para revisar las cámaras de seguridad de la zona y posicionar los móviles a través de las antenas de telefonía, hasta cazar el sospechoso. Durante el registro de su domicilio, los investigadores no sólo encontraron la ropa que llevaba puesta el día de la agresión -una mochila Under Armour , unas zapatillas Adidas blancas, una sudadera azul y una cazadora de cuero negra- sino que en una de las prendas localizaron también ADN de la víctima. Además, su teléfono se conectó a la misma antena que el de la menor, durante el intervalo de tiempo que habría durado la agresión. Las grabaciones de empresas de la zona captaron asimismo como la persiguió hasta darle alcance, para luego asaltarla en una zona sin vigilancia. También como abandonaba la zona, para lo que hizo una captura de pantalla con su móvil del recorrido en Google Maps. Por aquellas fechas, el acusado aún se encontraba en libertad vigilada y tratamiento psicológico tras haber agredido sexualmente a su hermanastra, de 7 años, en el verano de 2015. Aunque no fue hasta años después cuando su madre lo denunció por ello. Entonces, lo echó de casa y quedó bajo la tutela de la Generalitat, hasta alcanzar la mayoría de edad. Durante un tiempo estuvo viviendo un piso okupa en Piera, hasta que alquiló un inmueble en Igualada, en la calle San Sebastián, donde vivía cuando perpetró el ataque. Sobre Brian Raimundo también pesaba una denuncia por malos tratos de una expareja, a la que dejó embarazada, aunque éste no ha llegado a conocer a la hija en común. También su última novia, con la que mantuvo una relación hasta febrero de 2022, narró a los investigadores que el individuo la había golpeado y vejado en varias ocasiones. Los informes de justicia juvenil -previos al ataque de Igualada- lo describen como un sujeto «con una falta absoluta de empatía ». Durante su infancia, según su historial, fue víctima de abusos y agresiones sexuales por parte de su padre, en su país natal. Fue la progenitora quien, al enterarse, denunció lo ocurrido y el individuo fue condenado a prisión. Después, trajo a su hijo a España, donde ella ya residía.
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