Los demócratas, en pánico, se movilizan para jubilar a Biden

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Los demócratas, en pánico, se movilizan para jubilar a Biden

Un profundo desasosiego cayó sobre el Partido Demócrata en el momento en que acabó el debate presidencial entre Joe Biden y Donald Trump el jueves por la noche en Atlanta. No fue necesario esperar a que el republicano y su equipo proclamaran victoria. Era patente que el presidente había fracasado en su única misión, que era la de acallar a aquellos que ponían en duda su buena salud física y su estado cognitivo. Afónico, rígido, el presidente apareció confuso, perdido en frases incoherentes e incomprensibles, incapaz de sacar rédito de las debilidades de su contrincante. Llevaba tres años en la Casa Blanca silenciando con desprecio las preguntas de la prensa sobre los 81 años del presidente, y finalmente el peso de los años se hizo evidente para todos, incluso para sus defensores.El duelo en Atlanta, que se organizó muy pronto en la campaña a petición del propio Biden, sirvió para romper un tabú. Ya no son sólo la prensa y la campaña de Trump quienes hablan de la edad del presidente. Ahora su patente deterioro es motivo de alarma en toda la nación. Quienes vieron el debate – unos 48 millones de personas, según las mediciones oficiales– no pudieron perderse a un Biden que descarriló hasta en uno de los asuntos cruciales de su campaña, el de volver a legalizar el aborto hasta la viabilidad del feto. Insinuó Biden que apoyaba interrumpir el embarazo en tres trimestres (que son nueve meses): «El primero entre una mujer y un médico. El segundo tiempo entre el médico y una situación extrema. Y el tercer tiempo es entre el médico… quiero decir, sería entre la mujer y el Estado». Fue un sin sentido, uno más en una intervención incoherente frente a un Trump crecido en su atril, centrado en repetir que va a reducir drásticamente la inmigración.Noticia Relacionada estandar Si Alarma demócrata Comienza el intento de cambiar a Biden tras el debate David Alandete | Enviado especial a ATlantaAsí mientras ayer los equipos de campaña abandonaban Atlanta y la clase política y periodística regresaba a Washington, la carrera presidencial de 2024 entró en un territorio inusual, pero no inédito, con el partido de Gobierno tratando de convencer a Biden de que se retire de forma honrosa tras un mandato y deje paso a un candidato más joven que al menos pueda ganarle un debate a Trump. PrecedentesEs algo similar a lo que pasó con Lyndon Johnson en 1968, pero el precedente no es precisamente halagüeño: el candidato aquel año fue el vicepresidente, Hubert Humphrey , quien perdió frente a Richard Nixon. Como suele suceder, Washington bullía de rumores: que si Barack Obama iba a tener una franca conversación con Biden; que si la vicepresidenta Kamala Harris estaba iracunda porque su nombre no figuraba en las opciones para sustituir al presidente; que si los líderes demócratas en el Capitolio estaban considerando qué gobernadores podrían ser una alternativa rápida a 130 días de ir a votar. Un diputado dijo al sitio Politico que «el movimiento para convencer a Biden de que no se presente es real». Consciente del desastre que fue para él el jueves por la noche , Biden paró el viernes en Carolina del Norte de camino a Nueva York, donde va a pasar el fin de semana. En un mitin en el que apareció pletórico, con mucho más brío que el jueves, el presidente constató lo obvio: «Ya sé que no soy un chaval. No camino tan fácilmente como solía hacer. No hablo con la misma fluidez que antes. Pero sé decir la verdad. Sé distinguir entre el bien y el mal. Sé cómo hacer este trabajo. Sé, como millones de estadounidenses saben, que cuando te derriban, te vuelves a levantar y sigues peleando«. El problema para el presidente es que esa misma energía se le requería frente a Trump, y no fue capaz de mostrarla en los 90 minutos de debate.La campaña de Biden quedó sola frente a los elementos. Hasta la que fue jefa de comunicaciones del propio presidente en la Casa Blanca, Kate Bedingfield, dijo en una entrevista el jueves: «Ha sido una actuación realmente decepcionante del presidente». Ben Rhodes, que fue asesor de Obama en política exterior, avisó: «Lo de decirle a los votantes que no han visto lo que acaban de ver no va a funcionar». Muchos asesores y funcionarios del expresidente Obama, de quien Biden fue vicepresidente, pedían abiertamente el viernes al comandante en jefe que cierre su presidencia con éxito y se marche con la cabeza alta. Lo mismo le pedía el columnista del ‘New York Times’ Thomas Friedman, amigo suyo personal, discreto consejero, quien le instó abiertamente en ese influyente diario a que sea él quien proponga un relevo, para mantener el control del proceso y su influencia e imagen intactas para la posteridad. De hecho, hace cuatro años Biden ya prometía servir un solo mandato, para derrotar a Trump. Todo cambió cuando Trump decidió volver a presentarse, y retuvo el control de su partido, contra todo pronóstico.Posibilidad de renunciaLa renuncia del propio Biden es en realidad la opción menos traumática para los demócratas, y pasa por que un grupo lo suficientemente influyente, comandando por alguien como Obama, se acerque al presidente y le proponga un cambio pactado y sin una crisis de por medio. Algo así funcionó con Nixon cuando unos senadores le convencieron de que dimitiera en pleno escándalo del Watergate.Las alternativas a conseguir que Biden se vaya por su propio pie son problemáticas, pues pasan por dividir al partido, con escenarios de guerra civil, y darle aun más ventaja a Trump. En algunos casos, los delegados en el congreso del partido pueden votar para reemplazar al candidato que ha ganado las primarias si hay una razón de peso para hacerlo, y el resultado de este debate se lo parece a muchos.Un nombre se repetía ayer en círculos demócratas en la capital de EE.UU.: el de Hillary Clinton . El trauma de 2016 no se ha curado del todo. El partido aun recuerda cómo una candidata con problemas de imagen graves, tocada por más de un escándalo, perdió ante un candidato para ellos inconcebible, hiperbólico, hasta cómico. Pero Biden y su familia creen que en 2016 ganó Clinton porque a él le forzaron a no presentarse. En 2020 demostró que podía imponerse a Trump, y la duda es si puede hacerlo de nuevo a sus 81 años y con semejantes problemas para expresarse, razonar y moverse. Enmienda número 25Su pobre actuación en el debate ha dado además fuelle inacabable para los republicanos. El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson, dijo ayer que los miembros del gabinete del presidente deberían plantearse si invocan la enmienda número 25 de la Constitución, que permite destituir al presidente si no se encuentra en posesión de sus facultades. Era una chanza, un ataque político que pone de relieve las crecientes dudas sobre la capacidad de Biden para continuar en el cargo.

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