Los primeros destellos de libertad acariciaron la mermada moral de Julian Assange en el vuelo de Saipán, Islas Mariana del Norte, a Canberra, Australia. El fundador de Wikileaks , que cumplirá 53 años la semana que viene, se acaba de declarar culpable de conspirar para obtener y publicar en 2010 información clasificada por Estados Unidos. Fue la moneda de cambio para volver a ser un ciudadano independiente. Sentado en el avión, Assange ya había recuperado sus derechos como persona libre y el peso de casi 14 años entre muros y rejas también le permitió empezar a disfrutar de las cosas más triviales que había perdido durante tanto tiempo. «Estaba maravillado con el horizonte», confiesa Jennifer Robinson, su abogada y una de las personas que viajaban con él. «Esas cosas básicas que todos damos por sentadas son parte de los ajustes que necesitará tras estar confinado desde 2012», agrega. Aquel horizonte que contempló por la ventanilla le tiene preparado momentos dulces y desafíos que condicionarán su porvenir.Noticia Relacionada estandar No Julian Assange aterriza en Australia como hombre libre El fundador de WikiLeaks llega a Camberra tras catorce años de batalla legalAssange ha regresado a su país con unos índices de aprobación social altos. Según la encuesta más reciente, elaborada a finales de mayo, un 71 por ciento de los australianos pensaba que su compatriota debía ser liberado y reubicado en Australia. Este respaldo sugiere que el ambiente es propicio para empezar de cero, sin embargo, el 29 por ciento restante es un sector que hace mucho ruido. Piensan que ha puesto vidas en peligro por contribuir y publicar las filtraciones , que debería haber sido juzgado por ello y, en caso de haber sido declarado culpable, debía haber pasado más tiempo en la cárcel. Esta minoría cree que el periodista es un traidor. Por eso, el Gobierno laborista de Anthony Albanese, principal gestor de su puesta en libertad junto al ex primer ministro y embajador australiano en EE.UU., Kevin Rudd, se ha desmarcado de cualquier debate sobre si el periodista es un héroe o un villano. «Nuestro trabajo consistió en defender a un ciudadano australiano que, en nuestra opinión, llevaba demasiado tiempo en esa situación», afirmó la ministra de Asuntos Exteriores, Penny Wong. La clave electoral está presente en un asunto muy propenso a ser politizado: ¿seguridad nacional o libertad de prensa?Con el paso de las semanas, Assange formará parte de esta sociedad de marcados juicios de valor. Será uno de los padres que vayan a ver a sus hijos hacer deporte los fines de semana, que compren fruta en el mercado o pongan gasolina de camino a la playa. El cambio es radical. Hace pocos días era un reo más en la cárcel de máxima seguridad de Belmarsh , Londres, donde pasaba 23 horas al día confinado en una celda de 2×3 metros. Uno de los presos a los que había que monitorear tras haber sufrido un pequeño derrame cerebral y uno de los considerados en riesgo de quitarse la vida. El prisma con el que el australiano percibe esta transición cuenta con un elemento añadido: tiene autismo diagnosticado . Su padre dijo a ABC que ahora le toca: «Disfrutar de la vida ordinaria» ReutersEn este contexto, su nueva vida estará marcada por tres aspectos fundamentales y relacionados: su salud –mental y física–, su familia y su privacidad. Desde que pisó tierra australiana, su mujer, Stella Assange, se ha encargado de protegerlo de elementos externos al entorno familiar. Primero le excusó en la conferencia de prensa posterior a su llegada y pidió «tiempo para que se recupere». Lo hizo en su afán por no exponerlo a situaciones que actúen como disparadores de posibles traumas. Existe un alto riesgo a la depresión, a la ansiedad, a un trastorno de estrés postraumático , a sufrir disociación, dificultad para adaptarse a la vida fuera de prisión y para mantener relaciones sociales. Por eso, cada decisión está siendo milimétrica.La prioridad: sus hijosStella es la encargada de llevar en secreto los detalles sobre lo que les espera a partir de ahora, como dónde se establecerán inicialmente y cuál será el lugar elegido para su residencia. La prioridad, confirma, es arroparlo en familia y darle la oportunidad de disfrutar de su dos hijos, Gabriel, de siete años de edad, y Max, de cinco años . Sus interacciones no habían pasado de dos encuentros mensuales de una hora cada uno en el área de visitas de Belmarsh. De hecho, ambos niños fueron concebidos mientras Assange se encontraba en la embajada de Ecuador en Londres . Allí pasó siete años para evitar los cargos contra él por abuso sexual en Suecia y una potencial extradición a EE.UU. Stella era su abogada hasta que comenzaron una relación sentimental y se casaron en la cárcel londinense en 2022. Aunque se desconoce el lugar exacto, lo que sí se ha confirmado es que Assange vivirá en algún lugar de la vasta costa australiana, presumiblemente en una zona remota de Nueva Gales del Sur o Queensland, de dónde es originario. «Está saboreando la libertad por primera vez en 14 años», confirmó Stella. «Julian quiere bañarse en el mar todos los días. Planea dormir en una cama de verdad, probar comida de verdad y disfrutar de su libertad». Entre las actividades que quiere llevar a cabo está la de enseñar a sus pequeños a cazar cangrejos. «Lo que ambos deseamos por ahora es estar en contacto con la naturaleza, tener tiempo e intimidad, y empezar este nuevo capítulo», prosiguió. Su padre, John Shipton, confirmó que su hijo quiere «pasear por la playa y sentir la arena en los dedos de los pies en invierno, con ese frío tan agradable», apuntó. «Ahora tiene que aprender a ser paciente y jugar con sus hijos durante más tiempo que un par de horas». El progenitor del periodista, que es su viva imagen, se mostró exultante el día en que su hijo aterrizó en Australia. Fue el único de la familia que se dio un baño de masas con los simpatizantes y algunos periodistas, y declaró a este periódico que a Assange le queda «disfrutar de la vida ordinaria». «Me cuesta trabajo imaginármelo desconectando y desapareciendo para siempre en un cabaña en la playa» Andrew WilkeEn este afán renovado, hay un obstáculo que podría condicionar este ansiado comienzo: el aspecto económico. La deuda que ha contraído la familia Assange es enorme tras el viaje en avión privado desde Londres a Saipán y Canberra. Stella publicó en redes sociales que deben alrededor de 485.000 euros por el viaje y se lo tienen que devolver por ley al gobierno australiano. «No se le permitió volar con aerolíneas comerciales ni rutas a Saipán y de ahí a Australia», declaró. Para cubrir este gasto, lanzaron una campaña de recaudación que en sus primeras horas recuperó el equivalente al trayecto a las Islas Mariana del Norte.Amistades influyentesAlgunas personas cercanas al entorno han confirmado que es posible que necesiten ayuda de «amistades influyentes» para arrancar en su nueva vida debido al enorme coste de un proceso que se ha extendido durante casi tres lustros y que se ha sustentado casi enteramente a base de donaciones. Definido como un hombre con principios muy marcados, otra de las incógnitas es saber qué tipo de actividad desempeñará Assange cuando se haya adaptado a su vida en libertad. Su mujer ha confirmado que seguirá defendiendo «los derechos humanos y denunciando las injusticias». Añadió con una media sonrisa que ahora «puede elegir cómo hacerlo porque es un hombre libre». Uno de los políticos que más ha abogado por la liberación de Assange ha sido el independiente, Andrew Wilkie. Lo conoció personalmente antes de que pidiera asilo en la embajada de Ecuador y afirmó que le cuesta trabajo imaginarse al periodista «desconectando y desapareciendo para siempre en un cabaña en la playa». Los que mejor lo conocen sospechan que su incapacidad para pasar por alto las injusticias le motivará para luchar por alguna causa. La primera y más importante, según ha confirmado Stella, es lograr el indulto por parte de EE.UU . La mujer de Assange ha explicado que aunque haya aceptado su culpabilidad por «hacer periodismo», criminalizar a su marido debería ser una «preocupación muy seria» para los periodistas de todo el mundo, dice, ya que crea un precedente en el que la prensa verá limitada su función de controlar al poder. ¿Acabará presentándose como candidato en el futuro, como ya intentó en 2013, para formar parte del Senado australiano? ¿Liderará alguna campaña para romper con la cultura de secretismo informativo que reina en Australia? ¿Revitalizará Wikileaks? Son muchas las preguntas sobre qué será lo próximo para Assange cuando consiga integrarse en su nueva realidad. Las respuestas brillan por su ausencia. Es demasiado pronto. Haga lo que haga, su actividad siempre será mirada con lupa por ese sector, incluida la esfera política, que cree que el periodista fue demasiado lejos. Por eso le avisan: «Bienvenido a casa, Julian, no filtres de nuevo».
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