Que el espacio es un sector en auge es una realidad: según un estudio publicado el pasado mes de abril por el Foro Económico Mundial , esta industria movió el año pasado, entre inversión gubernamental y fondos privados, 630.000 millones de dólares en todo el mundo (unos 588.000 millones de euros), el doble que hace tres. Un crecimiento exponencial que, sin embargo, no llega ni a la mitad de la cifra que los expertos prevén para 2035, año en el que la inversión en torno a los negocios relacionados con el espacio podrían alcanzar los 1,8 billones de dólares (1,68 billones de euros). Con este panorama, es lógico que las agencias se esfuercen por no perder tajada de este nuevo nicho comercial y tecnológico en el que no se juegan solo el renombre de misiones científicas o grandes incursiones espaciales a la Luna o Marte, sino todo un entramado de sistemas de comunicación, vigilancia, defensa o monitorización del clima, aspectos que cada vez cobran más peso en nuestro día a día. Y hay algo básico que les une: el acceso al espacio. Porque sin potentes y fiables cohetes, ninguna sonda, satélite o nave puede salir de nuestras fronteras terrestres. Por todo ello, los lanzadores se han convertido en un sector crítico. La NASA, tras la cancelación del programa del transbordador espacial a principios de la pasada década, se ha puesto en manos de compañías privadas para garantizar sus despegues; Roscosmos sigue confiando en sus cohetes Soyuz, con los que también hace negocio vendiendo asientos de camino a la Estación Espacial Internacional (ISS); China tiene sus polémicos Long March –que han dado algún susto al mundo con sus reentradas descontroladas– y trabaja en sus primeros prototipos reutilizables. Y multimillonarios como Elon Musk, Jeff Bezos o Richard Branson invierten ingentes cantidades de dinero para diseñar una nueva generación de lanzadores privados más baratos que sirven tanto a sus propias ambiciones como a las de cualquiera, ya sea gobierno o empresa, que los pueda pagar. ¿Y Europa? El viejo continente se encuentra inmerso en una «verdadera crisis», según reconoció el director de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés), Joseph Aschbacher. A pesar de que en las últimas décadas ha contado con los fiables cohetes Ariane (el modelo número 5 ha estado operando hasta hace ahora justo un año), los retrasos acumulados que han supuesto una demora de casi un lustro en el nuevo y renovado Ariane 6, sumados a los problemas de su ‘hermano pequeño’, el lanzador Vega C (diseñado para llevar cargas más pequeñas a órbitas más bajas), además de la ruptura de relaciones con Rusia por la guerra en Ucrania –sus cohetes suplían, hasta ese momento, a los Ariane– y la crisis de materiales, han puesto a la ESA en un verdadero ‘brete espacial’. Tanto que se ha tenido que recurrir a los cohetes de SpaceX o se han retrasado misiones por este motivo.Sin embargo, la agencia europea tiene un plazo fijado para salir del problema: 2024. Y la primera prueba de fuego se producirá el próximo 9 de julio, cuando está previsto que el Ariane 6 surque por primera vez los cielos para probar su capacidad. «Este mismo año tenemos que recuperar el acceso al espacio», explicó en rueda de prensa Lucía Linares, responsable de estrategia de transporte espacial y vuelos institucionales de la ESA. «Los cohetes son una infraestructura crítica porque de ello depende no solo el transporte espacial, sino toda una serie de actividades espaciales que van desde la geolocalización que usamos con nuestros móviles a la vigilancia y la defensa de los países».Un largo periploVislumbrando el cambio de paradigma en el sector de los cohetes, la ESA aprobó en 2014 crear una versión mejorada de su exitoso Ariane 5. El Ariane 6 tendría que, entre otras cosas, ser más versátil –ajustarse a diferentes tipos de carga– y generar menos desechos espaciales para no agravar la problemática de la basura en órbita. «Nos pusimos como objetivo tenerlo para julio de 2020, pero sin duda fue una previsión demasiado optimista», explicó en la misma reunión con los medios Matías Fernández Valbuena, responsable de estructuras de Ariane 6 de la ESA. «Hacía dos décadas que no se desarrollaba un lanzador en Europa y había muchos nuevos desafíos técnicos por delante. Además, elementos ajenos como la pandemia del Covid no ayudaron», indica.Tras diez años de pruebas y retrasos, este ‘monstruo’ ideado por la ESA en colaboración con una red industrial de varios cientos de empresas en 13 países europeos entre ellos la división española de Airbus–encabezada por el contratista principal, ArianeGroup, está listo para volar el próximo 9 de julio a las 20.00 hora española. A partir de este momento se abrirá una ventana de lanzamiento de tres horas, más larga de lo habitual, «en previsión de que, en caso de un mal pronóstico meteorológico, podamos esperar a que el tiempo mejore y lanzar», señaló Linares. También puede cancelarse el despegue por problemas en el cohete. «En ese caso, y dependiendo del fallo podríamos hacer otra intentona en 24 horas en el caso de que no se hayan llenado lo tanques de combustible; 48 en el caso de que sí, pues habría que vaciarlos», explicó Linares.Listo para volarEstá previsto que el vuelo sea sencillo y que la misión dure como máximo dos horas y cuarenta minutos. Durante ese tiempo, se podrá ver despegar al Ariane 6, de casi 60 metros de altura y un peso de 900 –el equivalente a un avión y medio de pasajeros de un Airbus A380–, desde el puerto espacial europeo situado en la Guayana Francesa. Tan solo dos minutos después, los motores auxiliares de propulsión (que pueden variar de dos a cuatro, según las necesidades) se separan del resto del cohete. A los 7 minutos y 41 segundos está previsto que la etapa superior, llamada Vinci, se separe de la etapa central, la Vulcain. En ese momento, en la órbita baja y a unos 580 kilómetros del suelo terrestre, Vinci, que guarda en su interior más de una decena de instrumentos entre CubeSats, experimentos, sensores y cámaras, desplegará la carga útil impulsándola como si fuera un lanzador en sí mismo. La novedad de esta etapa, ideada completamente de cero, es que posee unos motores que no solo la desplazarán hasta el lugar adecuado para dejar su preciado interior, sino también para llevar a cabo un reingreso en la atmósfera justo después de cumplir su función y así no generar más residuos espaciales.Una vez finalizada la prueba, y si todo sale bien («No olvidemos que se trata del primer vuelo de prueba –recordó Linares–. Los equipos han trabajado muy duro y esperamos que todo salga perfecto, pero hay cosas que solo podemos testar en el espacio»), la idea es realizar un segundo vuelo a finales de este año, otros cuatro programados para el 2025 y ocho en 2026. A partir de 2027, la idea es que Ariane 6 se lance con una regularidad de nueve vuelos al año, portando tanto carga de la ESA -como experimentos científicos y misiones espaciales- como cargamentos privados. Prueba del motor Prometheus arianespace El futuro es Themis Prometheus, un cohete reutilizable Desde que Elon Musk demostrara con sus Falcon que los cohetes reutilizables eran posibles, el sector de los lanzadores ha vivido toda una revolución. Europa no es ajena a esta tendencia, y aunque Ariane 6 no se ideó para ser recuperado, la ESA está desarrollando su propia etapa central reutilizable para sustituir a Vulcaine, la pieza actual que se desintegra en el reingreso en la atmósfera. Llamada Themis, está diseñada para despegar, aterrizar verticalmente y sobrevivir para otra misión. Sus motores, bautizados como Prometheus, utilizan metano líquido en vez de hidrógeno, lo que repercutirá en un coste diez veces menor. Los propulsores ya están siendo probados en Francia. Además, el diseño será totalmente compatible con Ariane 6.Además, Ariane 6 tendrá dos configuraciones: Ariane 62, que puede lanzar cargas útiles de aproximadamente 4,5 toneladas a la órbita de transferencia geoestacionaria o 10,3 toneladas a la órbita terrestre baja; y Ariane 64, con capacidad para cargas útiles de aproximadamente 11,5 toneladas a la órbita de transferencia geoestacionaria y 21,6 toneladas a la órbita terrestre baja. Pero, paso a paso. Por otro lado, el pasado mes de noviembre, los ministros europeos mantuvieron una reunión en Sevilla durante la Semana del Espacio previa a la oficial que tendrá lugar en Alemania de 2025. En ella, acordaron abrir un concurso entre las empresas aeroespaciales europeas para crear un vehículo, fundamentalmente de carga que entregará los suministros en la ISS a partir de 2028, si bien «podría evolucionar hasta convertirse en un vehículo tripulado y eventualmente servir a otros destinos, si los Estados miembros así lo desean», según explicaron en un comunicado desde la ESA. De momento, se ha conseguido financiación pública para las fases iniciales del proyecto, aunque también se buscará financiación privada.MÁS INFORMACIÓN noticia No Casi uno al día: Marte sufre cinco veces más impactos de meteoritos de lo que se pensaba noticia Si Los mamuts podrían seguir existiendo si un misterioso «evento aleatorio» no hubiese acabado con ellosSin embargo, el paso previo pasa por recuperar el acceso al espacio. Y el 9 de julio Ariane 6 tendrá que probar que, en efecto, está listo abrir de nuevo las puertas del espacio a Europa.
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