Inmigración: el Estado no funciona con la demagogia del PSOE

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Inmigración: el Estado no funciona con la demagogia del PSOE

La demagogia es mala consejera en política migratoria, y los prejuicios trasnochados causan muertos. Entre el emigrante que sale de su pueblo en algún lugar de África y el inmigrante que pulula por nuestras calles sin papeles, empleo ni oportunidades existen multitud de responsabilidades compartidas: por este orden, España, Francia y la Unión Europa. Antes de analizarlas, describamos una realidad que no admite populismos: esa persona que sale de su pueblo dispuesta a jugarse la vida y recorrer miles de kilómetros lo hace con un fajo de billetes que probablemente no es suyo, sino de buena parte de sus vecinos, y lo hace con un mandato, conseguir llegar a Europa , cumplir el sueño europeo, volver con las manos vacías no es una opción. Ahí entran en juego las mafias, que los utilizan como material fungible y los meten en cáscaras de nuez en condiciones infrahumanas. Con la demagogia, las mafias siempre ganan, porque cobran antes de salir, pero sólo algunos afortunados llegan a Canarias. La primera crisis de los cayucos se produjo en 2006 y el entonces ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, la resolvió atacando el problema en origen. ¿Cómo? Abriendo una misión militar en Malí y colaboración policial en Senegal y Mauritania. Aquello lo hizo el rey del buenismo, señor Rodríguez Zapatero , en un ataque de pragmatismo auspiciado por su ministro del Interior. Con España vigilante en origen y los países afectados implicados, se frenó aquella crisis. ¿Quiere esto decir que las circunstancias son las mismas hoy? No, la situación es claramente peor. El Sahel es un polvorín. En los últimos años, África ha registrado golpes de Estado en Malí, Guinea-Conakry, Burkina Faso, Níger y Gabón, entre otros países. Este contexto ha llevado a Francia a replantearse su presencia militar en la región y a Rusia a aprovechar la oportunidad para incrementar su influencia . La inestabilidad alcanzó a Senegal, un país clave para el control de los emigrantes que buscan las Canarias y que, por suerte, ahora está volviendo a la estabilidad. Que nadie olvide que todas estas cuestiones geoestratégicas benefician a las mafias y repercuten directamente en ese emigrante que sale de su pueblo con un poco de dinero en el zurrón y un sueño en la mente. A esto se añade que el acuerdo con Marruecos para frenar la salida de inmigrantes por el Mediterráneo ha redirigido el interés mafioso a la costa Atlántica: Senegal y Mauritania.Noticias Relacionadas estandar No INMIGRACIÓN El PP pide usar buques de la Armada para frenar la llegada de cayucos a Canarias Laura Bautista estandar No El PP acusa al Gobierno de inacción contra la inmigración y exige que pida ayuda a la UE y despliegue al Ejército Emilio V. EscuderoEn este contexto, la Unión Europea es incapaz de establecer una política migratoria común en un debate esquizofrénico: Europa envejece, hacen falta inmigrantes, pero no hay manera de establecer una gestión regular de un fenómeno que es distinto en el sur que en el este, pero que es tan antiguo como la misma Humanidad: abandonar tu país en busca de una vida mejor para los tuyos. Europa, tantas veces origen, es hoy destino. ¿Y en España? Si algo ha caracterizado a los gobiernos de Pedro Sánchez en esta materia es la demagogia primero, y la ineficacia después. Con la gestión de la inmigración existe un problema, porque la izquierda radical española vive instalada en el populismo y el Partido Socialista ha oscilado entre la demagogia (cuando está en la oposición) y el pragmatismo (cuando está en el Gobierno), dando por medio palos de ciego. Seguro que ni la mejor solución, ni la más eficaz, está en la participación de la Armada en la gestión del flujo migratorio, como pide el PP, aunque también es desmesurada la reacción de los altavoces del PSOE, que se echaron las manos a la cabeza y mostraron sus prejuicios trasnochados. Nadie puede negar las reiteradas visitas de Marlaska a los países de la región, pero al esfuerzo no le acompaña la eficacia. La víctima es ese emigrante que sale de su aldea y que, con suerte, llega convertido en inmigrante con escasas oportunidades. El Gobierno no puede limitarse a trasladarlos de las islas a la península en unas operaciones, además, sin la debida lealtad institucional. El Estado, así, no funciona. Y en ese desgobierno es en el que germinan los discursos antiinmigración, que son otra forma de populismo .

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