Emiliano García-Page: «Las discrepancias en el PSOE no se gestionan ni bien ni mal. Ni se digieren»

Home People Emiliano García-Page: «Las discrepancias en el PSOE no se gestionan ni bien ni mal. Ni se digieren»
Emiliano García-Page: «Las discrepancias en el PSOE no se gestionan ni bien ni mal. Ni se digieren»

Emiliano García-Page (Toledo, 1968) es un buen anfitrión, y cuando recibe sabe envolver al visitante con las virtudes del Palacio de Fuensalida. El peso de la historia le acompaña y él disfruta compartiendo anecdotario. Nada más llegar, ABC le entrega el ejemplar del domingo pasado, con Felipe González en portada. Si el expresidente es la voz discrepante fuera de los órganos del PSOE, el presidente de Castilla-La Mancha lo es desde dentro. Ambos son incómodos para Pedro Sánchez, que sin embargo hace oídos sordos. —¿Leyó usted la entrevista de Ignacio Camacho a Felipe González en ABC?—Sí, claro, a Felipe siempre hay que escucharlo.—El expresidente se siente huérfano de partido.—No se siente representado con muchas de las cosas que se están decidiendo ahora. Es absolutamente legítimo como planteamiento porque estar en un partido político no es militar en una secta. Felipe González es de los políticos más relevantes de todo el siglo XX en Europa. Entiendo que parte del malestar que a veces transpira se debe a muchos movimientos internos. No crea que lo del fango es una cosa exclusiva de la política parlamentaria. Es el fango interno.—¿Hay fango dentro del PSOE?—En todos los partidos lo hay. No digo que sea cosa de ninguna dirección.—¿Le preocupa que González esté tan lejos del PSOE?—No. Es más, le he visto en muchas ocasiones manteniendo posiciones muy minoritarias que finalmente han terminado siendo mayoritarias. El mayor problema que tiene Felipe González para algunos de los líderes políticos en ejercicio es que realmente todo el mundo asume que nunca va a llegar a su altura y eso, una de dos, o te llevas bien con él o le terminan teniendo envidia. Yo le tengo admiración. Entrega del ejemplar de ABC del 30 de junio, con la entrevista a Felipe González Ignacio Gil—¿Usted discrepa de cómo se gestionan las discrepancias en el PSOE?—Bueno, no se gestionan ni bien ni mal, simplemente no se gestionan. Yo creo que ni siquiera se digieren. —¿Qué tal el martes en Albacete con Sánchez?—Normal, son actos institucionales. Yo soy una persona que tiendo a llevarme bien con todo el mundo. Para llevarse abiertamente mal conmigo quien quiera se lo tiene que proponer muy a conciencia, insistir mucho.—Usted le dijo que hacía falta un gran acuerdo de financiación.—Sí, sí. Los grandes asuntos de país tienen que hacerse con el mayor grado de consenso posible, no solo PP y PSOE, pero como mínimo PP y PSOE. Cualquier modelo que pongamos en marcha de financiación tiene que ser multilateral y partir de la base de que la riqueza nacional no se puede trocear. Solo El Prat y Barajas aportan al PIB de Madrid o de Cataluña el 9%. Si encima de que tienen más riqueza porque tienen grandes aportaciones del Estado obtienen privilegios fiscales, sería como considerarnos muy tontos a todos los demás. —ERC está exigiendo a Salvador Illa una financiación singular…—La gran ventaja de que llegue Illa a la Generalitat es que, por su forma de ser, inteligente y ponderado, será un secante para el independentismo. Probablemente los independentistas sepan que es el anestésico más fuerte que pueden recibir.—¿Habrá gobierno en Cataluña?—Creo que es posible. Hablamos de organizaciones que viven en una neurosis, en un complejo de identidad. Es un desnorte muy considerable.—¿Está buscando usted una propuesta común con otras comunidades?—En relación con la financiación no nos vamos a conformar, ni nos vamos a cruzar de brazos. Es absolutamente increíble que alguien esté pensando en dejar las llaves de la caja a los independentistas. Eso simple y llanamente es intolerable, pero sobre todo es que sería renegar de la esencia misma del Partido Socialista, que no está aquí para amparar privilegios, sino para buscar lo contrario: igualdad de oportunidades. —¿Debe Sánchez convocar una cumbre de presidentes?—Debieran convocarse al menos una o dos al año. Sería lo razonable, sí, yo vería bien que hubiera una Conferencia de Presidentes. Hay temas muy graves, muy constantes, que se arreglan hablando de forma multilateral. —Llevamos un año de legislatura autonómica y el presidente no ha recibido a los presidentes del PP.—No lo sé. La política en España está muy infartada y cada día nos levantamos con una emergencia nueva. Lo que más me preocupa del infarto político que vive hoy España es que no tiene raíz económica. Vivimos infartados por cuestiones estrictamente políticas, en muchos casos trufadas de criterios muy personales.«Mire que ha pasado tiempo, pero no he logrado procesar la carta del presidente» —Es usted un bipartidista.—Yo soy un costalero de la moderación y de la capacidad de diálogo y del sentido común, pero no como expresión de blandura. Se confunde la gente si piensa que los que más insultan, los que más atacan, los que más voces dan son los más fuertes y que los que buscamos entendimientos, cordialidad o respeto institucional somos blandos. En el momento actual, lo triste es que la fortaleza hay que utilizarla para ser moderado, porque insultar, atacar, despotricar lo sabe hacer un niño de teta. —A Moncloa le interesa alimentar a Vox.—No digo que forme parte de una táctica, ni de una estrategia, pero es evidente que en la época de Rajoy hubo interés en el ámbito de la derecha de promocionar y dar aire a Podemos y es evidente que en estos momentos Vox sirve de coartada evidente para el frentismo en el que se ha instalado la política española. —Dice el Supremo que la amnistía es inaplicable sobre la malversación.—Lo importante es que el Supremo no ha innovado una doctrina para aplicársela a Puigdemont, ha repetido la doctrina que ya mantiene desde hace mucho tiempo. Alguien tendría que haber visto que esa era la doctrina del Supremo. El derecho admite muchas veces vueltas de tuerca, pero yo creo que lo que está pasando ahora mismo con el retorcimiento de las normas es muy grave. La amnistía obedece a un chantaje y la han redactado los propios amnistiados.—El TC está absolviendo a los condenados de los ERE por malversación.—No es el mismo supuesto el de los ERE que el de Cataluña.—¿Usted cree que hay que pedir disculpas, como dice el PSOE, a esos dirigentes socialistas andaluces?—Los que acusaran jurídicamente, no. Los que insultaran u ofendieran, sería bueno, pero por el simple hecho de que en la vida no hay que ofender, no hay que insultar, y menos gratuitamente. No verán ustedes que yo me haya pronunciado sobre la guerra de la Fiscalía con el asunto del novio de la presidenta de Madrid. Si está en el ámbito judicial prefiero que se aclaren en ese ámbito para no incurrir en un daño duro a las familias. Llevo muy mal la falta de consideración que hay con los entornos de los políticos: si yo cometo un error, lo cometo yo, no tiene por qué afectar a mis hijos. Hay bastante poca piedad. —¿Usted cree que hay distintos niveles de malversación?—No es un problema de los niveles, es un problema que afecta a la separación de poderes. Yo participo de la doctrina del Supremo de que el beneficio personal no tiene por qué ser en tu cuenta corriente. El hecho de que toda la malversación lo que conduzca es a que te mantengas en un cargo es un concepto amplio de la malversación, pero creo que no es el problema de Andalucía. Si yo mañana en el Parlamento de Castilla-La Mancha apruebo leyes que el día de mañana devienen en un fraude por lo que sea, ¿el hecho de haber aprobado la ley me lleva directamente a ser responsable del fraude que se haya producido por debajo? Eso creo que es de un debate de enjundia.—¿Se ha gestionado bien desde La Moncloa el caso Begoña Gómez?—Es que estas cosas nunca se gestionan bien. Me gustaría que se pudieran aclarar todas las cosas, al menos las que tienen alcance de fondo, porque luego hay muchas cosas que se publican que ni siquiera sé si son verdad o son mentira.«Las discrepancias en el PSOE no se gestionan ni bien ni mal, simplemente no se gestionan» —¿Y la carta del presidente?—La carta del presidente del Gobierno, para serle sincero, mire que ya ha pasado el tiempo, no he conseguido procesarla. A nosotros nos llegaron informaciones personales directas de un grave quebranto personal y familiar, incluso en algunos casos nos dijeron cosas muy gruesas. No digo que fueran verdad, pero fuimos a una convocatoria de un comité federal un poco con el corazón encogido. No por si iba a haber movida política, si seguía o no el presidente, sino porque realmente se estaba planteando como una especie de crisis familiar muy aguda con algunas derivadas que no puedo comentar en público. Fuimos bajo esa idea. A día de hoy no sabría explicar ni procesar lo que pasó. —Permítame que le haga una pregunta a bocajarro, presidente. A usted se le acusa de señalar los problemas, pero luego no rompe, no se enfrenta abiertamente al partido.—Hay una parte de la acusación que deviene de una campaña del PP o de Vox. Es llamativo. Coincido con el PP en oponerme a la amnistía, pero como piensan que eso a mí me beneficia electoralmente no me pueden dar ni siquiera el agradecimiento. A mí me parece bastante miserable ese ataque y sobre todo bastante poco serio. Y que venga de entornos o de instituciones o de personas a las que yo le reconozco seriedad constitucional, me duele. No solo soy muy coherente, sino que llego hasta donde puedo llegar y hasta donde me lo permite mi conciencia. Las poquitas veces que tengo ocasión, digo dentro de mi partido lo mismo que fuera. Ni trampa ni cartón. —Los diputados del PSOE de su región votaron sí a la amnistía.—Es ofensivo el planteamiento. Así dicho queda muy bien. A mí se me puede decir que qué haría yo a título personal si fuera diputado, y lo he dicho. Me opondría o incluso llegaría más lejos: dejaría mi responsabilidad pública, dimitiría para no sentirme en esa contradicción. Pero una cosa es lo que yo haría y otra cosa es que a mí me digan que puedo obligar a los diputados no sólo a decidir una cosa sino a ser tránsfugas. En los partidos políticos las decisiones se toman por mayoría y el grupo parlamentario decide la posición. Unos pueden discrepar, pero hay que acatarla. ¿Usted cree sinceramente que un atropello jurídico como el que protagonizó Puigdemont se va a arreglar con otro atropello y con transfuguismo parlamentario? Ni se lo merece la dignidad del país ni de las instituciones. ¿Vamos a dejar que el PSOE y el PP, que son garantías de voluntad nacional, se fracturen en 17 reinos de taifas y que todo esto sea más ingobernable todavía? —Los diputados tienen libertad de voto.—La gente piensa que los diputados pueden hacer un poco lo que quieren. Hombre, legalmente pueden, pero no nos vamos a engañar: a los diputados en este país no se les vota directa y personalmente a ellos, realmente la sociedad está pensando en el partido, está pensando en el líder, no está pensando en el diputado. Esto lo sabe todo el mundo, de manera que me parece grave que con mucho populismo barato se invite al transfuguismo. —¿Se está usted posicionando para un futuro del PSOE sin Sánchez?—Al paso que va la cosa creo que tengo yo menos recorrido político que Sánchez y, desde luego, disto mucho de tener la misma ambición. Yo no estoy en una posición de ataque, estoy a la defensiva. Lo último que quiero ser es cómplice o responsable de cosas que lamentaremos más pronto que tarde. Creo que el Partido Socialista dentro de un tiempo volverá a su espacio natural, porque además ha sido el espacio del mejor PSOE, el que más ha podido aportar a la modernización y la igualdad en España. Probablemente la gran esperanza que tiene un partido como el PSOE es que en el futuro, cuando salgamos de este nivel de frentismo, el PSOE tiene la ventaja de que no tiene que inventar la pólvora, ni meterse en aventuras: el mejor futuro del PSOE está en su mejor pasado, y esa convicción nos hace a algunos seguir manteniendo la llama encendida para que cuando haya que volver nadie se tropiece por el camino. Ya sé que algunos dicen que voy a concurrir a procesos internos: el solo hecho de negarlo seguramente alimenta más la polémica, pero no tengo ningún tipo de ambición. Solo una: Castilla-La Mancha.

Leave a Reply

Your email address will not be published.