Todavía no hay respuesta a quién puede parar a este Carlos Alcaraz . Protagoniza el español otro encuentro en el que, abatido en el primer set, con la esperanza del triunfo en la mente de Daniil Medvedev , chasca los dedos y se saca de la chistera un puntazo que levanta a la grada, el ánimo y el marcador. Un chispazo de energía para despertar tras una hora de zozobra y liderar desde entonces cada punto y cada set hasta construir la victoria que da el pase a la final, segunda consecutiva en Wimbledon. Cuando ha querido y como ha querido Alcaraz. ¿Quién puede frenarlo?Wimbledon Semifinales Carlos Alcaraz 6 6 6 6 Daniil Medvedev 7 3 4 4En este Wimbledon sosegado, metódico, tradicional, ordenado, silencioso, recortadas las pistas cada mañana para dejar el césped a los 8 milímetros reglamentarios, sucede uno de esos acontecimientos a los que ha acostumbrado Carlos Alcaraz. Con un set abajo, perdido el tie break de forma contundente, el español protagoniza un punto fantástico, de más de veinte intercambios, de defensa de lado a lado, algún resbalón, dejadas, remates y la derecha de la casa. Y ahí, con 6-7 (1), 1-1 y 30-40, acontece el despertar de la bestia. Ruge Alcaraz, dedo a la oreja, y ruge la grada, encantada porque es consciente de haber presenciado ese clic porque el que Alcaraz, este Alcaraz se encarama a la final de Wimbledon con todo a su favor. «Sí, siento que los partidos de pende de mí». Sí, cuando quiere, donde quiere y como quiere, el español cambia el partido y lo inclina a su favor, arrebatando a un buen Medvedev toda esperanza de que quizá esta vez sí…Lo ha pensado, acariciado y hasta tocado el ruso. Porque en la sobremesa del viernes, sol por primera vez en todo el torneo, aunque con tendencia a desaparecer, hay cierto letargo en los desplazamientos, y también nervios, que el chaval tiene 21 años y este es un partido de los importantes. También Medvedev empieza con temblores, una doble falta en el primer juego, seis minutos de duración, levantadas dos opciones de rotura, pero permanece en pie y se vuelve lo que decía el español, un muro.Como en tantas otras en esta pista, el saque se torna clave, sobre todo con esos 198 centímetros de altura que luce el ruso. Las cifras iban de su parte, 92 % de servicios ganados en todo el torneo, inamovible con ese golpe, cubre el primer set con un 76 % de primeros, con lo que se impulsa para presionar a Alcaraz y aprovecharse de sus errores. Es, en cambio, un porcentaje paupérrimo el del español, un 36 % de primeros que, unidos a cierta la falta de movilidad, otrora velocidad de la luz, y los errores (14) permite que el ruso se vaya animando. Un fallo aquí, otro allá, una dejada que no pasa la red, un revés que se va al pasillo, demasiada presión por parte de Medvedev, metódico, pausado y convincente, perfecto en estos primeros compases en su estrategia de juego: incomodar al español. Que pierde dos turnos de saque en mitad de la espesura. Se recupera uno de inmediato, y el segundo tarda un poco más. La grada murmura de lo lindo cuando Medvedev se pone con 5-2. Este guion no estaba en sus planes, muy pendientes los aficionados de este Alcaraz al que ya adoran. Se observa y se siente que no está siendo el de otros días. Pero se espera que, como siempre, todo vuelva a su sitio cuando, donde y como quiera el murciano. No tarda mucho la grada en ver ese acontecimiento inexplicable que se ha repetido en todas las rondas: solo Alcaraz no observa lo difícil que está el marcador, sobre todo por cómo presiona el rival, sobre todo por lo poco que están funcionando sus recursos. Y aun así, es un 3-5, una derecha clavada a la línea, un passing con el rival vencido en la red, un 4-5, un aviso a Medvedev por abuso verbal (insultó a la jueza de silla), un 5-5 competido en el que es Medvedev el que se lleva el aplauso del murciano, «buenísima tu volea cortada», un 6-5, un recital de dejadas que dejan sin resuello y sin riñones al ruso, y un tie break.Ahí, otro apagón, otro no estar en el partido. Un 7-1 que escuece en el murciano, en su palco y en buena parte de la grada, que esperaban que el guion ya fuera lo que dijera el español. Como tantas otras veces. Con este, son 116 tie breaks ganados para el ruso, por 79 perdidos, 66 ganados para el español y este 39 que cede ante sus propios nervios.Hasta que, por supuesto, llega la magia, el despertar. «Sí, siento que los partidos dependen de mí», decía en la previa, lo corrobora una vez más en la pista. De la espesura a la luz cuando, donde y como quiera Alcaraz. Así de simple, así de inexplicable. 1-1, 30-40, un punto de más de 20 intercambios que el español se lleva por aguante, físico, colocación y, claro, derecha. Es un 2-1 a favor y la mano se va a la oreja, necesita sentirse aquí y que lo sientan aquí, sobre todo Medvedev.Aquí en este punto, dicta Alcaraz esta nueva semifinal que comienza con una hora en la que Medvedev lo ha dado todo ante un español a medio gas y que continúa con un Alcaraz ya despierto que empieza a aturdir al ruso. Pecho hinchado, retador, rotura conseguida, «aquí estoy yo y es lo que yo diga» en esta Pista Central donde ya ha sido campeón y donde quiere volver a serlo.Liberado de cualquier bajón que pudiera conllevar perder el primer set así de contundente en el tie break, Alcaraz sube el pulsómetro de la grada y la velocidad. Funcionan los cortados, se eleva el porcentaje de primeros y se encadenan varis derechas cuyo eco rompe el silencio de la Catedral, que agradece después con efusividad ese golpe que ya tiene un buen club de fans. Empieza la fase de los fuegos artificiales, que Medvedev no quiere claudicar todavía y tiene también sus genialidades. Pero a genio lo supera Alcaraz, que ya levanta al personal de sus asientos con defensas de lado a lado, resbalones, dejadas impecables, superando a Medvedev por cualquier sitio cuando sube a la red, contundentes sus subidas, en las que se ha hecho fuerte en este torneo, y esa derecha maravillosa y letal con la que domina al rival, con la que se lleva el segundo set y comienza con rotura en el tercero. Esto ya es Alcaraz, el que despeja las dudas a pura potencia, el que aniquila ese quizá esta vez sí…Pero es esta vez, otra vez, no. Ya en ebullición, 5-3 y resto, con el nivel tan alto que hasta se desmarca con alguna tontería: un remate que prefiere dejar en dejada y que falla con estrépito. Se lleva los brazos a las orejas, y se ríe la grada porque el gesto es muy Alcaraz, infantil y divertido a partes iguales. No se puede no querer a este chico. El saque, que ha pasado a un 65 % (su media del torneo), lo salva de ese despiste. Ya sale todo, incluso dejadas que tocan la cinta y quedan muertas al otro lado, incluso golpes a destiempo que rozan la línea lo suficiente para subir otro juego y otro set en el marcador. Pues eso, lo que dicte Alcaraz.El cuarto vuelve a ser un dictado. Eleva la temperatura el español con una mano más fina incluso que en todo el partido. Se suceden las dejadas y cae en la red Medvedev, que no entiende por dónde le pasa la pelota en cada acometida. En el cuarto juego, el colmillo del murciano, que no quiere desgastarse más, y ejecuta con la derecha la sentencia del ruso. Está Alcaraz donde quería, superadas las estadísticas de las semifinales de Grand Slam, seis de las últimas siete, quiere liderar la de las finales. Ha jugado tres de las grandes y ha ganado las tres. Quiere la cuarta, esté quien esté al otro lado, Novak Djokovic o Lorenzo Musetti. «Estoy contento de jugar al aire libre. He empezado muy nervioso. Él ha estado dominando con un gran tenis, con sus servicios y sus restos ha sido muy difícil para mí. Pero he intentado acabar con los nervios y después del primer set he podido jugar mi juego, divertirme más, moverme mejor. He conseguido vencer a Medvedev intentando cosas distintas, sin pegar desde el fondo, más cortados y voleas, no jugar su juego. Ha habido algunos puntos con muchos intercambios pero he intentado acortarlos para no entrar en su juego», comentó el español.«Siento que ya no soy un novato. Sé cómo me voy a sentir porque ya he pasado por ahí, intentaré hacer las cosas que me fueron bien. Va a ser un gran día para los españoles. No digo que España va a ganar, sino que va a ser un gran día», se excusó después ante los abucheos de la grada londinense. «Soy soy muy malo en golf comparado con mi tenis. Me gusta, pero no soy bueno. Me ayuda a cambiar la mentalidad, a relajarme y a no pensar en el tenis. Me calma. Me encanta pero no soy muy bueno».
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