Hasta el viento conocía el nombre de Roca Rey. «¡Perú, Perú, Perú!», soplaba Eolo cuando el ciclón limeño apareció en el ruedo y con una soberbia militar caminó hasta la puerta de chiqueros. Entre los vítores del gentío, se plantó a portagayola mientras corría un aire huracanado. Ingobernable. Pero más indomable era el torero, en una tarde de figura histórica, con su faena más maciza de la temporada. De una fuerza voraz desde que libró la larga cambiada. Pura entrega, correspondida por el público. Qué maravilla tanta reciprocidad. Sonaba «sigo siendo el Rey», con ese «no hay que llegar primero, sino que hay que saber llegar». Y eso lo domina como nadie, como todo torero destinado a marcar una época. Era la bienvenida y el éxtasis ya se había apoderado del ambiente. No perdió Pablo Aguado su turno de quites y lo hizo por el palo clásico de las verónicas, replicadas por ajustadísimas chicuelinas del peruano. Hubo brindis por la Fiesta, la que no entiende de izquierda ni de derechas; por su país de nacimiento y el de adopción. Y por Su Majestad (Don Juan Carlos). Un brindis que corrió como la pólvora por las redes. La mecha ya estaba encendida desde el saludo, pero el incendio se propagó cuando echó las dos rodillas en tierra en el prólogo en medio de un viento infernal. Inteligente arranque, con dos pendulares explosivos y un pase de pecho infinito. Hasta el más allá toreó a este Pasota, un toro noble –qué bondadosa fue la corrida de Jandilla– al que no parecía sobrarle el gas. Con listeza lo administró en una faena perfectamente estructurada, en la que lo consintió hasta irlo apretando más y más, con series rotundas, asentadas y reunidas. Bárbara una a izquierdas –por donde tenía algo más de recorrido–, con un mando superior, barriendo literalmente la arena, barriendo esos surcos que el peruano iba dejando con sus bemoles. «Le arrastran», se repetía en el tendido. Sideral su valor, imbatible su conexión y colosal la faena, en la que toreó muy despacio. Donde los terrenos queman. Quieto como una estatua, invadió las tierras de Pasota, que olisqueaba su taleguilla, que ponía los pitones –¡hasta el de fuera!– en los muslos. Y el torero ni se inmutaba. Imperturbable. Los gritos de «¡Perú, Perú!» llegaban hasta Tafalla. Otro milagro roquistaFaltaba la hora final, de admirable ejecución, tan al ralentí y hasta los gavilanes. Pero el toro tardó en doblar y sonó un aviso. Con listeza tocó las palmas el torero al buen Pasota, que sacó su fondo –hay que tenerlo para aguantar el dominio de Roca–. Y sucedió otra cosa nunca vista en esta feria, otro milagro roquista: parte del público se puso en pie para aplaudir la muerte. Las dos orejas eran de justicia y los tendidos las pidieron, pero la presidenta se guardó un pañuelo y concedió sólo una para la que ha sido la obra más rotunda del serial. Después de aquella tempestad, llegó la brisa. Qué bella faena la de Pablo Aguado, la de mayor estética de los sanfermines, la tocada por la varita de la naturalidad. Fue un bálsamo, un remanso de paz con momentos preciosistas. Había rehuido la pelea en los inicios el mansito tercero, pero en capotes ya se atisbó su calidad. Y el sevillano aprovechó con la muleta la clase de su pitón izquierdo. Cada zurdazo era una caricia, un canto a la naturalidad. Con ese compás que tanto admira Vicente Amigo, con delicias que se traducían en armonías. Disfrutaba el sustituto de Morante y disfrutaba la afición. Para paladares exquisitos los ayudados rodilla en tierra en su torera y medida pieza. Lástima que la espada se cayera, pero aun así paseó un trofeo, que era lo de menos. Lo de más era ser partícipes de otro instante irrepetible en Pamplona: la calma, bendita calma. «¡Perú, Perú, Perú!»Como Roca, Aguado tenía media puerta grande abierta, pero el más áspero sexto no se lo puso tan fácil. Y tampoco su ambición se acerca a la de la máxima figura. Al que no se le iba a escapar la salida a hombros era al peruano. Por lo civil o por lo criminal… Y otra vez se marchó a chiqueros. De esa guisa, de rodillas, continuó en fenomenales verónicas, embarcando la embestida, toreando de verdad. Y chicuelinas de ajuste: aquello no paraba. De locos era irse a los medios con ese viento para echarse el capote a la espalda, pero lo hizo: ¿alguien lo dudaba? Arrogante el quite, tanto las gaoneras como esa manera de estar en la plaza. Qué bien anduvo su cuadrilla, en la lidia y con los palos, antes del brindis al público. Andrés pidió a sus hombres que llevaran a Omeya hasta el 3, donde molestaba menos la ventisca. De firme quietud el inicio por estatuarios cuando empezaban en la andanada a cantar el ‘Que viva España’ en medio de la división. No faltaron las voces que mentaron a la madre de Pedro Sánchez ni el «que te vote Txapote». Y Roca, a lo suyo, que era torear. Y las peñas, enseguida también a lo de Roca, que aprovechó la buena condición del jabonero, con tendencia a abrirse. Otra faena soberbiamente estructurada, una cátedra de cómo administrar el fondo de un toro y someterlo, de cómo romperse, de pura entrega. Y de cómo no aburrir al personal, que le pidió la oreja tras un nuevo volapié. Apoteósica la vuelta al ruedo del Rey de Pamplona. «¡Perú, Perú, Perú!».Feria del Toro Monumental de Pamplona. Viernes, 12 de julio de 2024. Octava corrida. ‘No hay billetes’. Toros de Jandilla, de buenas hechuras y muy nobles dentro de sus matices mansos y justa raza; destacaron 2º, 3º –el de más clase– y 5º, más deslucidos 4º y 6º. Cayetano, de blanco y plata: estocada desprendida tendida (petición y silencio); tres pinchazos, estocada tendida y descabello (silencio tras aviso). Roca Rey, de tabaco y oro: estocada trasera y desprendida (oreja con petición de otra y pitos al presidente); estoconazo (oreja). Pablo Aguado, de sangre de toro y oro: estocada caída (oreja); pinchazo y estocada (silencio).Difícil de calificar la tarde de Cayetano, para el que hubo petición (no concedida) por la estocada al primero y que completó el lote más deslucido con el manso cuarto de una corrida de Jandilla que tuvo como gran virtud su nobleza, exprimida al máximo por Roca Rey. Hasta el viento sabía su nombre.
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