El órdago era real . Hace quince días, alguien del núcleo duro de Bambú se lo advirtió a uno de los barones que gobierna en coalición: «Esto no es un farol, tomároslo en serio». Verdad. Lo que tal vez no calcularon en Vox es que Alberto Núñez Feijóo iba a responder al pulso de Abascal con la contundencia que lo hizo: sí se aceptaría el reparto de 400 menas y se haría de forma coordinada, sin fisuras entre los barones populares. En el PP están satisfechos: «La firmeza de Feijóo le ha fortalecido internamente y se ha dado una respuesta de Estado y absolutamente coordinada». La consecuencia: cinco gobiernos autonómicos han saltado por los aires en lo que supone un giro de guion imprevisible hace tan solo un año. ¿No fue Vox quien, tras las elecciones del 28-M, puso como condición indiscutible entrar en los gobiernos autonómicos? ¿No fue esa la razón por la que en los 54 días que transcurrieron entre esas elecciones y las generales del 23-J la izquierda agitara el espantajo del «que viene la ultraderecha». ¿No dijo Jorge Buxadé a ABC hace dos días que los pactos de coalición «en Aragón, Valencia y Castilla y León están yendo muy bien»? Si eso es así, ¿por qué se rompen? ¿De verdad el reparto de 400 menas es razón suficiente? Claro que aquí vuelve a irrumpir el entorno más cerrado del líder, ese en el que están los cargos no orgánicos. Dice otro presidente popular, con lamento: «Hay gente buena en Vox, personas que lo estaban haciendo bien». La pregunta ahora es qué van a hacer los presidentes autonómicos para seguir gobernando si su exsocio está enfadado, el PSOE ya ha dicho que no cuenten con ellos y quedan tres largos años de legislatura por delante. «Pues aprobaremos reglamentos», dice uno de ellos, admitiendo lo obvio: gobernar será más difícil .Noticia Relacionada estandar No Abascal oficializa la ruptura de los gobiernos regionales de Vox y el PP: «Pasamos a la oposición» Patricia Romero Revuelta «Es imposible pactar con quien no quiere hacerlo. Se lo habíamos advertido por activa y por pasiva», dice el líder derechista en referencia a Alberto NúñezFeijóoCada ejecutivo regional es un mundo y las circunstancias son distintas en cada lugar, pero en todos ellos hay una estrategia común: descartar ir a elecciones autonómicas ahora, rehacer rápidamente el gabinete y seguir gobernando en solitario . No obstante, otro barón apunta que las negociaciones para aprobar los presupuestos de 2025 ya estaban iniciadas, por lo que «será muy difícil que Vox no los apoye» . ¿Y si Vox redobla el pulso, se convierte en oposición como dijo este jueves Abascal y empieza a votar sistemáticamente no? «En ese caso, nos la ponen votando para ir a elecciones», dice un barón que pide serenidad: «Tranquilidad en las graderías». En el PP entienden que esta historia ya se ha producido y que hay dos antecedentes que a ellos les salieron mejor que bien: en Madrid y en Andalucía, donde Isabel Díaz Ayuso y Juanma Moreno, respectivamente, tuvieron que gobernar después de que Vox les tumbara los presupuestos. ¿Y qué pasó después? Los electorados de Madrid y Andalucía castigaron a Vox y entregaron sendas mayorías absolutas. Lo que es un hecho es que la sola amenaza de la ruptura de los gobiernos regionales supone un giro drástico en la estrategia de Vox. Antes de las elecciones autonómicas y municipales de hace poco más de un año Abascal fijó como prioridad entrar en los gobiernos regionales con un objetivo claro: demostrar a la ciudadanía que Vox es un partido de gestión y que su apuesta era evidenciar que eran capaces de cambiar las cosas. Por eso es extraño el órdago y por eso es un giro que Vox tendrá que explicar. Si el propio Buxadé decía públicamente hace dos días que todo iba «muy bien», si los vicepresidentes y consejeros de Vox están mayoritariamente contentos, si los partidos de derecha están demostrando que son capaces de gobernar juntos sin grandes problemas y cumpliendo mayoritariamente los compromisos adquiridos, ¿cuál es la auténtica razón? Vox debe explicarse.
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