No hay mayor declaración de amor al Cavia que una pajarita bien anudada

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No hay mayor declaración de amor al Cavia que una pajarita bien anudada

Tal vez la mejor definición de tradición sea ponerse el esmoquin un 18 de julio en Madrid: algo más fuerte que el verano, el calor, el cambio climático y hasta que la gravedad. Había quien flotaba… A Rodrigo Cortés le preguntaron qué importancia le daba al Cavia y dijo que había aprendido a hacerse el nudo de la pajarita para la ocasión. «Nada de pajaritas de enganche, esto lo he hecho yo con mis propias manos», presumía. Y después, recordando su propia respuesta: «¿Qué más importancia se le puede dar que esa?» Cuando lo ganó Garci vino a la Casa de ABC a recogerlo con la misma chaqueta con la que recogió el Oscar de ‘Volver a empezar’, como igualando los galardones. El próximo cineasta que lo conquiste tendrá que fabricarse sus propios zapatos, por lo menos. ¿No sería bonito inaugurar otra tradición más allá de la lógica? ¿No están todas las tradiciones, felizmente, más allá de la lógica?Lo de la etiqueta daba para mucho, era una buena forma de romper el hielo, agotado ya el tiempo como tema. Era más elegante. Uno decía: «Este esmoquin es de mi abuelo, y es como de felpa. Te quitas la chaqueta y si la pones en el suelo y se queda tiesa» (le quedaba como si se lo hubieran hecho a medida). Y otro: «Mi único reto es no mancharlo, que el sábado tengo boda y me toca ponérmelo otra vez» (se refería a de la de David Summers, que ha montado un sarao con temática ‘old Hollywood’). «Pues a mí este me lo han dado gratis en un ‘showroom’, solo me he tenido que hacer una foto. Trucos de la gente de la tele». «Pues a mí esta camisa me la ha prestado Vargas Llosa». Juego, set y partido. En honor a la máquina del fango, alguien comenzó a difundir el bulo, absurdísimo, de que Serrat era bulímico. «¿Tú lo sabías?». «Es tan loco que tiene que ser verdad». «Mi objetivo es que dentro de unos meses alguien me acerque y me diga: ‘¿sabes que Serrat…?’». No era muy distinto del deseo de C. Tangana : que un chaval cante sus barras dentro de cincuenta años sin saber quién las escribió. Ganas de trascender, cada uno en su registro.Durante su discurso, Ignacio Ybarra, presidente de Vocento, aseveró: «No hay regeneración democrática sin una prensa plural». Y Rosa María Calaf pidió «un periodismo que ilumine, no que incendie». «No dejemos que el periodismo se convierta en otra cosa». Pero no especificó más. Antes, en la entrada, confesó que los ochenta le dan vértigo por los achaques. «Hace poco tuve que seguir un tratamiento que me dejó fatal. ¡Pensé que me iba a quedar tonta! En cuanto remonté algo, me puse con un planazo de ‘webinars’ [webinarios, según la RAE]». Ahora no para de viajar. De hecho, la noticia del Luca de Tena le había pillado en un tren a León. Lo repitieron mucho: Rosa María Calaf, que ha viajado a más de ciento ochenta países… La noche de los Cavia Los tres premiados, en varios momentos de la gala ABCLa gala, patrocinada por Indra y la Fundación Universitaria San Pablo CEU, tuvo como presentadora a Karina Sainz Borgo (la primera, más allá del género, en ciento cuatro ediciones), que para abrir boca repasó la nómina de ilustres premiados: Octavio Paz, Julio Camba, Manuel Alcántara, Gregorio Marañón, Claudio Magris, Manu Leguineche, Oriana Falacci, Victoria Prego… «Cuánto talento y libertad juntos», recalcó. Rodrigo Cortés confesó sentirse abrumado por la lista, pero que el susto se le había pasado al ver el nombre de Jabois. «Entonces pensé: ‘Si Manu ha podido, también yo puedo’».Fueron, todas, intervenciones breves, cortitas, al pie, quizás porque Cortés había hecho un ‘Verbolario’ amenazante que se repartió por las mesas. «Cloroformo: discurso de aceptación a partir del cuarto minuto» (el suyo, jeje, duró cinco). También fue él quien definió el ambiente de la cena nada más acercarse al micrófono: «Majestades, autoridades, peces gordos en general y gente del montón, que de todo hay, aquí y en la vida, y este escribidor, a quien le gusta la variedad como al que más, se alegra mucho de ello. Gracias por estar aquí».El humor fue uno de los temas de la noche. Oti, que no necesita apellidos, celebró que en ABC aún se respeta el estilo, el matrimonio entre la seriedad y la broma. Nieto, que no necesita nombre, celebró las palabras del nuevo Cavia: «La sátira no tiene como función ser justa, sólo reveladora». «Hay que decirlo más», insistía. Luego aventuró que había algo poético en la destilación del chiste, del relámpago, del crac, y se puso a recitar a Claudio Rodríguez. «Siempre la claridad viene del cielo; / es un don: no se halla entre las cosas / sino muy por encima, y las ocupa / haciendo de ello vida y labor propias». Al lado se escuchó: «¿Pero qué habláis de endecasílabos?». «Así amanece el día; así la noche / cierra el gran aposento de sus sombras…» Antes, cuando un historiador amagó con ponerse serio, le espetaron: «¿Ya estáis con el revisionismo histórico? ¿A estas horas?» «Esta es la mesa del revisionismo histórico».No muy lejos, Almeida hacía reír a Alberto García Reyes. Y viceversa. Rosa Belmonte parecía comentar las bondades del tacón bajo con la Reina, que se rió mucho durante la cena con Rodrigo Cortés, quien a su vez la saludó muy formalmente sobre el escenario.Como la amenaza de Sánchez a los medios no se consumó, el asunto no copó las conversaciones, aunque sí las rozó: era todo tan evidente que no daba para mucho. «Aunque ya sabemos que el Gobierno está preguntando a muchas empresas por el destino de sus inversiones publicitarias…» Se habló de la posible retirada de Biden de la carrera por la Casa Blanca, pero casi más de la espalda de Ayuso, que tuvo sus titulares: escote de vértigo, escote infinito, espectacular vestido… En voz baja, seguro, se usaron otros adjetivos. No consta que se recitara ningún otro poema. El vestido, por cierto, era rojo, más que el pelo de Calaf. Muñoz Machado, desde el atril, dijo que ojalá los españoles solo discutiéramos por cosas como la tilde de sólo. La vida va bien cuando la declaración política de la semana va sobre Ricky Martin: «Me gusta él, y luego todas sus canciones». «Pues yo no la ponía, pero ayer estaba corrigiendo una edición crítica y la dejé», confesaba una académica (de la tilde, claro). A su chal lo rebautizó como cortavientos (por el aire acondicionado).Se contaron, allí y allá, historias de hijos decrecentistas que estudiaban en Irlanda pero querían vivir con seis euros al día, de hijas que habían pasado de vestir de Loewe a opositar a una orden mendicante, hubo quejas por el turismo masivo de Mallorca, por la turra catalana, por el infierno de lo igual, esas ciudades que han terminando siendo intercambiables, siempre en inglés. Marta Fernández recordó el día en que Paul Auster entró en una tasca madrileña gritando en perfecto español: «¡Quiero croquetas!». «¿Eran de jamón?»A Antony Jones, nieto de Chaves Nogales , intentaron sacarle algo sobre la adaptación que Jota (Bayona) está haciendo sobre ‘A sangre y fuego’, pero él regateaba con su acento robinsoniano. La madre de Rodrigo Cortés, Ximena Giráldez, tiró de memoria familiar y evocó aquella remota tarde en la que se convirtió en productora: su hijo le pidió dinero para hacer su primer corto, una versión de ‘La metamorfosis’ de Kafka, porque tenía que revelar la película en Alemania y era muy caro. «Pero le hice firmar un contrato –precisó–. Y el dinero nos lo devolvió, por supuesto». Eso explica mucho, más por resonancia que por literalidad. Al final de su discurso, Cortés mencionó a su padre. «Para mí pensar en el Cavia es pensar, no sé por qué, en Mingote. Y en su eterna novia, Isabel, que tan feliz habría sido esta noche y a quien tanto echo de menos. Y, por tanto, en Summers y en Gila, en Chumy Chúmez. (…) Es también pensar en gente muy querida, con carpetas de madre llenas de recortes. Es recordar a mi padre». Esas palabras fueron las que más pesaron. De las suyas.Said Khatib llevó la gala a otra parte, más dramática, más terrenal. «Pese a estar muy contento esta noche, traigo conmigo una inmensa tristeza», empezó, arrastrando el verbo. Contó que casi pierde a su sobrino de diecisiete años entre los escombros de Gaza tras una explosión, y que este perdió a su madre y su hermana con esa misma bomba. Contó que, un mes más tarde, otro sobrino perdió a su esposa embarazada. Lo contó en árabe. En su mesa, Aysha Saleh Abu Salah, su prima, que vive en Madrid, se emocionaba en árabe y español. Luego presumió de hijos médicos. «¿Los tres son médicos?» «Sí». Luego volvió a la falta de agua, de comida, de luz, de libertad. En el cóctel previo a la cena sirvieron una piedra mimética. «¿Y la cinegética?», preguntó un hombre, como preocupado por la proteína. Pero no se sirvió carne. El menú, creado por Ramón Freixa, era fit, como de madrugar e ir al gimnasio al día siguiente: carpaccio vegetal con sopa fría de sandía y gambas blancas y, de segundo, lubina con vainas verdes y salsa de cebolleta. En cambio, el postre, un cromatismo en blanco, era una moral de siesta. Y ya que estamos, hablemos de los vinos: el tinto era un Marqués de Murrieta 2019, y el blanco un Gran Vino Pazo Barrantes 2021. Con el champagne, un Gosset Grande Réserve, muy elogiado entre los comensales, se hizo el tradicional brindis por el Rey y por España. Una tradición que sirve, además, para cerrar la cena y convocar los siguientes Cavia. Y no menos importante: el brindis es, también, una llamada a la barra libre del patio. Por lo que sea, los primeros en apoyar el codo y saludar fueron los periodistas. «Es que, ¿a quién se le ocurre poner una redacción tan lejos de un bar?» «Dos gintonics y una tónica, por favor». «¿Una tónica?» «La tónica es para el premiado». Ahí fuera, claro, la conversación se hizo cóctel. «Me he comprado la cabeza de uno de los toros de estos Sanfermines. Mi mujer me va a matar. La pondré en mi biblioteca». «Yo odio los mosquitos, las palomas y a los camioneros». «Pero lo mejor de los Sanfermines es el almuerzo». «ABC es punk». «Ahora los chavales vienen entrenadísimos, parecen velocistas, están locos». «¿Sabías que Serrat…?» «La prensa local será el último bastión del periodismo, es una resistencia». «Aquí aún se escribe sin clichés». Y hubo tiempo también para la nostalgia: «Cuando yo entré en esta Casa…»Noticia Relacionada La Tercera opinion No El valor supremo de la información Felipe VI Me gustaría destacar a periódicos que, como ABC, continúan informando siendo fieles a sus objetivos fundacionales y enriqueciendo el debate público. También valorando y promoviendo el buen periodismoPoco a poco la gala se comentaba como un suceso cada vez más lejano. «El premio se ha rejuvenecido estos últimos años». «Ha sido difícil reponerse a lo que ha contado Said Khatib». «Pero ha sido un elogio del reporterismo». De pronto, sonó ‘Potra salvaje’, que fue como una llamada para recogerse. Quedó en el aire la certeza de que dentro de unos años alguien recordará que esta fiesta se despidió así. Y tal vez, entonces, las históricas serán un poco más épicas y las horas más largas y las risas más altas. Porque eso, claro, también es una tradición.

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