La paradoja de Biden: ¿puede seguir otros seis meses en la Casa Blanca?

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La paradoja de Biden: ¿puede seguir otros seis meses en la Casa Blanca?

En EE.UU., el ‘lame duck’, el ‘pato cojo’, es el político que está en la recta final de su mandato y que, por una u otra razón, no seguirá en el cargo. Su poder y su influencia se hunden. No hay pato con más cojera que Joe Biden tras su renuncia a la reelección que anunció el pasado domingo: no solo está la certeza que los seis meses que le quedan de mandato serán los últimos de su alargadísima carrera política; también estarán dominados por las dudas sobre su deterioro físico y cognitivo , la razón por la que ha dado un paso al costado, ante una presión insoportable desde dentro y fuera de su partido para que no fuera adelante con su candidatura a la reelección.Nada más conocerse su renuncia, los republicanos se han lanzado a exigirle que vaya un paso más allá y abandone también la Casa Blanca. «El corrupto de Joe Biden nunca estuvo en condiciones de presentarse a la presidencia y, sin duda, no está en condiciones de seguir en el cargo. ¡Y nunca lo estuvo!», clamó el que era su rival electoral, Donald Trump , en un comunicado a sus seguidores. «Si Joe Biden no está en condiciones de presentarse a la presidencia, tampoco está en condiciones de servir como presidente. Debe dimitir de su cargo de forma inmediata», se sumó Mike Johnson , el republicano que preside la Cámara de Representantes, en un mensaje al que se adhirieron decenas de legisladores de su partido.Noticia Relacionada estandar No Biden justifica su renuncia: «Salvar la democracia» está por encima de su «ambición personal» Javier Ansorena | Corresponsal en Nueva YorkLa exigencia de dimisión a Biden no se compadece con la práctica habitual en la política estadounidense. Un ejemplo es Mitch McConnell , el republicano de más alto rango en el Senado, un político de la misma generación que Biden. A sus 82 años, y entre problemas cognitivos que en ocasiones le han dejado paralizado, sin palabras, en comparecencias públicas, anunció este año que dejará la posición de liderazgo en la Cámara Alta , pero no su escaño, que mantendrá hasta enero de 2027. O su compañero de bancada, Mitt Romney , que anunció en septiembre del año pasado que no buscaría la reelección este otoño. Nadie les ha pedido que dejen sus cargos.En el caso de Biden, la exigencia de dimisión es una estrategia de los republicanos para resaltar que no ha estado ni está en condiciones físicas y mentales para el cargo. Biden y su equipo siempre lo han negado, pese a los deslices verbales, las caídas, las confusiones dialécticas, los olvidos de nombres y la insoportable sensación de fragilidad y ancianidad que muestra el presidente en público. Se compartían informes médicos que hablaban de la agilidad mental y el vigor del comandante-en-jefe y la Casa Blanca aseguraba que sostenía una actividad frenética imposible de resistir para la mayoría. Esa construcción se acabó de desplomar ante la opinión pública con el desempeño desastroso de Biden en su debate con Trump de finales del mes pasado, que desencadenó en una explosión de su candidatura.Biden dio sus razones para la renuncia a la reelección en un discurso a la nación el miércoles por la noche, en la madrugada de ayer en España. En él, se limitó a decir que era necesario entregar el testigo a alguien más joven – Kamala Harris , su vicepresidenta- para «salvar la democracia». Es decir, para evitar una victoria de Trump. La razón de su renuncia era un cálculo electoral, no tenía que ver con su capacidad para el cargo, de lo que no hizo mención. De hecho, insistió, como ya había hecho en el anuncio de su renuncia del domingo, en que seguirá en el cargo los seis meses que le quedan de mandato.Biden -con un ego y una ambición sin los cuales un muchacho de clase media, tartamudo y sin brillo en los estudios nunca hubiera llegado a la Casa Blanca- no quiere el doble castigo a su legado de ser un presidente de un solo mandato y que, además, deja el cargo por incapacidad. Si dimitiera, sería dar la razón a quienes han defendido durante años que no estaba en condiciones mentales y físicas de ostentar la presidencia.Y, como en cualquier otra Administración, Biden está rodeado de un ejército de asesores y altos cargos que llevan el peso de la presidencia y que lo acompañarán hasta que deje el cargo en enero del año que viene. Su círculo íntimo está formado, sobre todo, por gente que lleva muchos años a su lado. Entre ellos está Jeff Zients , al que Biden conoce desde sus tiempos de vicepresidente con Barack Obama , de quien fue su principal asesor en economía. Zients fue pieza central de la campaña presidencial de Biden en 2020, le nombró su coordinador para la gestión de la pandemia de Covid-19 nada más llegar a la Casa Blanca y en enero de 2023 sustituyó a otro veterano colaborador de Biden, Ron Klain , como jefe de Gabinete, la mano derecha del presidente. También está Mike Donilon , el estratega electoral que diseñó la campaña ganadora de 2020 y la voz que Biden más escucha sobre estrategia política. En política exterior, el peso lo seguirá llevando Jake Sullivan , su asesor de seguridad nacional, heredado también de los tiempos de la Administración Obama.Las voces que piden la dimisión de Biden, sin embargo, no son solo republicanas. El cineasta Michael Moore, que tiene cierta influencia en el sector izquierdista del partido, ha defendido que el adiós de Biden dejaría a Harris «en una posición mucho más reforzada para ganar » y permitiría al electorado «verla en acción como la persona más poderosa del mundo».La salida de Biden supondría también un momento histórico: convertiría a su vicepresidenta, Harris, en la primera presidenta de EE.UU. La decisión alejaría, una vez más, la atención de Trump y daría a Harris la oportunidad de demostrar su capacidad para el cargo antes de que los estadounidenses acudan a las urnas. En 1989, el expresidente Gerald Ford predijo que la primera presidenta de EE.UU. llegaría desde la vicepresidencia, en una situación de fallecimiento del presidente. Todo apunta a que esa predicción de momento no se va a cumplir, pero no se ha quedado muy lejos.

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