El goteo de cierre de negocios ha sido una constante en los últimos ocho años, en los que el comercio ha perdido casi 75.000 autónomos , en un declive que comenzó antes de que estallara la crisis financiera y que está borrando del mapa de las grandes ciudades los negocios familiares. Desaparecen devorados por los nuevos modelos de consumo y las grandes marcas y asfixiadas por el aumento de costes, la subida de impuestos y la multiplicación de las trabas burocráticas. Los negocios que resisten aseguran que el pago de impuestos no da tregua. Uno de ellos es LUI, una firma textil cordobesa, de las de toda la vida. «Estamos todo el día pagando impuestos. Se lo llevan todo», relata a ABC Javier Muñoz, uno de los herederos de negocio familiar en segunda generación que hace más de 50 años puso en pie su padre, Luis. Un emprendedor andaluz que estudio sastrería en Barcelona y volvió a su tierra para poner en marcha una pequeña empresa que llegó a tener 16 tiendas y 48 trabajadores. Pero las crisis, primero la de 2008, después la del 2020 y luego el ecosistema empresarial hostil que se ha cocinado en los últimos seis años han ido desgastando el negocio. «Cuando llegan los trimestres en los que se tienen que pagar impuestos como el IVA o el IRPF, temblamos», explica Javier, que junto a otros dos de sus tres hermanos dirige la empresa, que hoy da empleo a nueve trabajadores, contando con los tres propietarios.Javier asegura que ganan lo justo pagar pagar las nóminas y que es imposible contratar por los elevados costes laborales. También está convencido de que el negocio familiar se extinguirá cuando se vayan jubilando sus trabajadores, teniendo en cuenta también que los más jóvenes no quieren continuar. «Es muy sacrificado, mucho el esfuerzo -explica- y siempre poniendo como garantía el patrimonio en los bancos». «Y gracias -añade- que tenemos los locales en propiedad». La triple estocadaUn repaso al ‘sexenio fatídico’ que han sorteado los negocios en España llega a la conclusión de que, no sólo se ha producido un aumento de los costes, que ha estrechado los márgenes de beneficios como si de un acordeón se tratara, también se ha producido un frenazo de ventas y de actividad que tuvieron que soportar durante los peores meses de la pandemia, a lo que se sumaron las posteriores restricciones que estuvieron en vigor en los dos años posteriores. Noticia Relacionada estandar Si Yolanda Díaz usará a Bruselas de coartada para subir las indemnizaciones por despido este mismo año Susana Alcelay La ministra pondrá en marcha este año un «despido a la carta» en función de factores personales, después de que el Consejo de Europa haya resuelto que la extinción improcedente no cumple con el principio de resarcimientoEn medio, no obstante, son dos palancas y eventualidades las que han terminado por poner contra las cuerdas los negocios de nuestro país, cuyo tejido productivo se compone en un 99% por pequeños y medianos negocios de menos de 250 trabajadores. La primera de ellas el es efecto de la inflación. La escalada de los precios de consumo y de las materias primas ha sufrido un rally alcista desde 2018, con un aumento acumulado del 20,3%, según las cifras del INE -y teniendo en cuenta el avance del 3,2% previsto por el consenso de analistas para 2024-. Primero causado por el desatasque de toda la demanda embalsada en los meses de fuertes restricciones por la pandemia que desbordó la cadena de suministros y provocó una escalada de precios asociada al embudo comercial generado. Y después por el golpe de la guerra de Ucrania, que abrió una nueva vía inflacionista que empezó afectando a los precios de la energía y ya ha contagiado a prácticamente la totalidad de los bienes de consumo.Medidas con costeLa otra gran palanca se encuentra en la propia acción legislativa del Gobierno . Y no sólo por la contundente presión sobre los costes laborales que soportan las empresas por pago de cotizaciones, el aspecto que más impacta en la balance de los negocios, sino también por la espiral de nuevas medidas, como los planes de igualdad, control horario, registro salarial, permisos retribuidos, etc. que obliga a adaptarse a la normativa con el coste asociado en términos de equipamiento y puesta a disposición de los recursos humanos. Según las cifras del último indicador elaborado por Cepyme, los costes laborales han crecido un 19% desde 2018 (teniendo en cuenta salarios y cotizaciones). Aunque donde más mella han hecho las políticas del Ministerio de Trabajo es con la acusada senda de revalorizaciones del salario mínimo. Según cálculos elaborados para ABC por la patronal de autónomos ATA, el coste laboral por empleado sujeto al SMI para los 1,3 millones de trabajadores por cuenta propia que cuentan con una plantilla a su cargo ha crecido un 55% en los últimos seis años en los que ha gobernado Pedro Sánchez, pasando de 735,9 euros a los actuales 1.134 euros mensuales. En términos absolutos, teniendo en cuenta el incremento de la parte de salario y de las cotizaciones de empresa y trabajador, suponen 620 euros más al mes y 7.440 euros anuales. Pero no sólo estos incrementos están mermando de forma feroz la rentabilidad de los negocios, también lo están haciendo ciertos costes directos de las compañías, ineludibles, que se han visto altamente encarecidos por estos episodios de alta inflación de los últimos años. Así, junto a los costes laborales, el incremento del precio de los servicios que solicitan los negocios y de los insumos que necesitan para poder completar la producción y venta de su bien o servicio prestado. Según el último balance de Cepyme, el coste de los servicios (transporte, almacenamiento, publicidad, telecomunicaciones, servicios jurídicos, contables, de limpieza y otros) se ha incrementado un 9,7% desde 2018 y el de los insumos (energía -electricidad, gas, derivados del petróleo y suministro de agua-, bienes intermedios y bienes de equipo) lo ha hecho un 34% en el mismo periodo.Los seguros se disparan Sin embargo, el golpe se aprecia con mayor detalle descendiendo a alguno de los componente que determinan estos encarecimientos de servicios e insumos. Por ejemplo, en el primero de los casos, destacan los avances de los precios de los seguros, un 29% más caros que en 2018, y de los servicios financieros, de un 12%. Aunque en este plano la arista que más presión ejerce es el alza del coste de la financiación, tras haber aumentado los tipos de interés un 172% en este periodo con Pedro Sánchez en el Gobierno. Por el lado de los insumos, los elementos de mayor uso entre quienes ostentan un negocio también experimentan importantes subidas de precio. Así, mientras que el precio de los alquileres es hoy un 9,5% superior que hace seis años, los costes de la electricidad, gas y resto de combustibles han experimentado un incremento del 13,2%. Todo este cóctel de malas noticias ha puesto a los pequeños negocios en una posición muy delicada en España, una situación crítica cuando se habla de comercio tradicional, de las empresas pequeñas, familiares, protagonistas del tejido productivo que hay en España. Una de ellas la cordobesa LUI.
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