«A todos los venezolanos que se fueron por razones distintas los esperamos con los brazos abiertos». Esta promesa la hizo el candidato unitario de la oposición venezolana, Edmundo González, el día del cierre de campaña de las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio. Una fecha que, para muchos, marcaba el comienzo del cambio en Venezuela y que les brindaba la posibilidad de regresar a un país del que han salido casi ocho millones de venezolanos, establecidos en 90 países. Las encuestas refrendaban una victoria arrolladora por parte de la oposición. Cifras que alimentaron la esperanza tanto dentro de Venezuela –para aquellos que vieron partir a sus hijos y no conocen a sus nietos más que por WhatsApp– como en el exterior – los que anhelan reencontrarse con los suyos –. Pero el domingo 28 de julio, tras anunciar el Consejo Nacional Electoral (CNE) la victoria del líder chavista, el sueño se derrumbó. Las lágrimas, la rabia y la frustración afloraron en los rostros de jóvenes y mayores. Transcurridos unos días, una amarga aceptación parece haberse instalado entre aquellos que están fuera. «Maduro no va a soltar el poder», se repiten como un mantra que los devuelve a la tozuda realidad de los últimos lustros: fraude, protestas y represión.Mariana Pineda Desde Estados Unidos «Tenía fe en poder regresar»Mariana Pineda (nombre ficticio) tiene 41 años y lleva cuatro viviendo en EE.UU., aunque «emocionalmente» lleva exiliada de Venezuela «toda la vida. Desde que dejó de ser el país en el que crecí». Docente en Venezuela, luchó por no irse, por permanecer en su hogar, «pero pudo más la angustia, la tristeza de ver a mi familia pasando trabajo. Y partí». Su compromiso con la cultura, su gran pasión y su trinchera, la pusieron en la diana del régimen. Cuando recuerda esos días, se le quiebra la voz, y el miedo aflora de nuevo. Confiesa que tras las elecciones, en las que no pudo votar , ha sufrido «brotes de ansiedad», pues llegó a creer que Maduro no iba ganar: «El movimiento popular que crearon Edmundo González y María Corina Machado era avasallador. Pensé que el pueblo había despertado. No era la gente de dinero, era la de a pie, la que recibe el ‘clap’ –reparto de alimentos básicos– , las madres que quieren el regreso de sus hijos, los jóvenes que no quieren irse del país, los hijos que desean que regresen sus madres…», señala. A Pineda, tras el anuncio del CNE, controlado por el chavismo, dando la victoria de Maduro, le embargó «la tristeza y la frustración, porque anhelaba volver, no quiero quedarme aquí porque tengo a mi familia allí». Una frustración que luego le llevó «a la rabia, porque el país no se merece esto». Asegura que estaba dispuesta a regresar de inmediato, «porque el país me necesita. Tenía fe en poder regresar», afirma, de ahí el dolor que dejan traslucir ahora sus palabras.Noticia Relacionada estandar Si María Corina Machado, dispuesta a negociar con Maduro pero sin compartir el poder Ludmila Vinogradoff | Corresponsal en Caracas La oposición ofrece un plan de cuatro puntos, que incluye salvoconductos e incentivos para el mandatario chavistaPineda tiene pocas esperanzas en que la presión internacional revierta la situación y Maduro reconozca la victoria de Edmundo González. «He visto tanto juego sucio…». Y deja caer nombres como Putin, Cuba o Corea del Norte, dictaduras que se han perpetuado. Estos días se ha mantenido en contacto constante con sus familiares en Venezuela , quienes le han transmitido el ambiente «de luto» que se vive allí. Admite que tiene miedo por ellos, y les ha aconsejado que borren todas las conversaciones que mantienen con ella por seguridad, «no quiero perjudicarlos».Joaquín Hernández Desde México «Es una dictadura, pero tenía la esperanza de que respetaran los resultados»Joaquín Hernández, de 50 años y diseñador de vestuario para teatro y ópera, salió hace ocho años «para garantizar la continuidad de mi tratamiento antirretroviral», que no podía conseguir entonces en Venezuela. Aunque decidió instalarse en México, «por la potencia cultural que representa en el ámbito artístico de la región», actualmente trabaja como encargado de un restaurante, «después de trabajar muchos años como lavaplatos y mesero», relata. Hernández, que no votó, afirma que siempre supo que Maduro proclamaría su victoria «aun y cuando era evidente qué jamás ganaría; es una constante en cada elección». Eso no evitó que le invadiera «una gran frustración, un gran dolor» cuando el CNE anunció los resultados. «Porque aunque es una dictadura, inconscientemente tenía la esperanza de una rectificación y respeto a los resultados». Como otros exiliados, su mayor anhelo es regresar a casa. «Quiero volver y retomar mi pasión por la costura». Pero no es optimista sobre el futuro: «A lo largo de 25 años los venezolanos hemos obtenido un máster en estos asuntos, 25 años de una férrea dictadura gracias a la compra de votos a favor del régimen». Sobre sus familiares en Venezuela, afirma que viven días angustiosos, «están muy asustados, la persecución es implacable». Pese al enrocamiento de Maduro en el poder, admite, sin embargo, tener «esperanza y fe en que podremos salir de este régimen porque la dictadura perdió el apoyo popular. Esa es la gran victoria de este proceso».María Corina Rivodó Desde Colombia «Pensé que ni haciendo trampas los números le daban a Maduro para ganar»María Corina Rivodó (40 años), comunicadora social y activista –dirige la ONG Gran Acuerdo Venezuela–, y observadora del proceso electoral en Colombia, dejó su país por razones laborales: «Mi familia se mudó a Colombia para abrir aquí su empresa de servicios para la industria del petróleo y gas. Mi padre se tuvo que ir de Venezuela porque ya la industria del petróleo estaba muy politizada y era poco transparente», explica a ABC. La familia Rivodó se sintió integrada rápidamente en su país de acogida y el que más exiliados venezolanos ha recibido, en varias oleadas : más de 2,8 millones. Tras un breve paso por España, reconoce que decidió no regresar a Venezuela al ver la derrota de Henrique Capriles frente a Chávez en 2012. «No quería que mi hija creciera en lo que yo veía como lo que iba a ser: un Titanic de país».Esta vez, sin embargo, Rivodó, una de las «privilegiadas» que pudo votar el día 28, sí pensó que Maduro no ganaría las elecciones. «A pesar de que era un escenario que podía pasar, admito que por la diferencia tan amplia que se estaba manifestando en las calles y en todas las encuestas estaba segura del triunfo de Edmundo González», señala. «Honestamente creí que ni haciendo trampas dentro y fuera de Venezuela –hice cálculos– le daba a Maduro para ganar. Por eso pensé que su triunfo era improbable».«Cuando el CNE anunció la victoria de Maduro sentí un gran vacío, como si me hubieran lanzado de un décimo piso de un edificio, seguido de decepción, de lágrimas…»Tras el anunció del CNE, recuerda que sintió «un gran vacío, como si me hubieran lanzado de un décimo piso de un edificio, seguido de decepción, de lágrimas…». Pero tuvo que mantener «la fortaleza para terminar de contar los votos en Bogotá». Después daría rienda suelta a sus emociones tras el anuncio del triunfo chavista: «Finalmente sentí mucha indignación y rabia porque era totalmente injusto, descarado y el robo del siglo y de la historia».A diferencia de otros exiliados, entre los planes de Rivodó si ganaba la oposición no está el de regresar a Venezuela «porque yo ya hice una vida acá; soy de las primeras tandas que emigró, de manera que ya tengo aquí en Colombia una estabilidad». Pero sí le hubiera gustado contribuir de alguna manera a la recuperación de la industria petrolera en Venezuela «que bien administrada, ayudaría a la economía y el bienestar social de todo un país».Jenny Desde Argentina «Nunca he pensado en volver pues el país tardará dos o tres décadas en recuperarse»Jenny, que prefiere omitir el apellido, tiene 44 años y es licenciada en Educación Integral. Lleva seis años viviendo en Argentina tras dejar Venezuela: «Me fui porque con la derrota de Henrique Capriles perdí las esperanzas de que el gobierno pudiese cambiar solo con los votos». Tras ejercer como docente en Venezuela, en la actualidad hace acompañamiento escolar a niños con discapacidad, «además estoy estudiando para poder ingresar a un aula como maestra». Como sus compatriotas, esperaba la victoria de Maduro, «porque todo el tiempo ha hecho trampa», aunque algo «en el fondo de mi alma quería pensar que podía perder», confiesa. Es por eso que cuando conoció los resultados oficialistas sintió «mucha tristeza, que se repetía la historia de Capriles, quién también en ese momento ganó y no lo aceptaron». «No creo que Maduro abandone así de fácil. Es más posible una guerra civil o que intervengan otros organismos». Jenny reconoce que entre sus planes no está el de regresar a Venezuela: «Nunca he pensado volver, si acaso de visita, el deterioro social que han dejado estos años con ese gobierno no se recupera sino en dos o tres décadas». Tampoco cree que la presión internacional consiga que Maduro acepte dejar el poder. «No creo que abandone así de fácil. Es más posible una guerra civil o que intervengan otros organismos». Tanto su familia como sus amigos en Venezuela «están molestos con el resultado, están decepcionados y creen que va a volver a pasar lo mismo otra vez, que hacen trampa, matan a unos cuantos, desaparecen a otros y todo queda igual», lamenta.Susana Chaparro Desde Reino Unido «Esta vez tengo una fe que antes no tenía»Susana Chaparro (55 años), que actualmente vive en Londres, salió de Venezuela en 2002, después de que Hugo Chávez llegara al poder. «Me fui después de ver cómo trataba a la industria petrolera y cómo iba la situación económica». Cuando estaba en Venezuela era electricista y daba clases de inglés en una escuela, tras una breve estancia en Italia se instaló en la capital británica: «Me enamoré y me quedé aquí». Actualmente trabaja como niñera.Sobre las elecciones, en las que no pudo votar, admite que su corazón iba por un lado –«me ilusioné en que esas personas (el chavismo) aceptarían el resultado y accederían a una transición, a un proceso de negociación»–, y su cabeza por otro –«estaba claro, esa gente tiene mucho que perder y no va a soltar así el poder. Siempre lo han demostrado»–. Es por ello que Chaparro tampoco cree que Maduro renuncie: «Es más probable que a él lo renuncien». Sí opina, sin embargo, que el proceso que se está produciendo desde la oposición es diferente al de otras ocasiones. «Se siente distinto. Esta vez tengo una fe que antes no tenía. Siento que hemos madurado, que nuestra líder, María Corina Machado, ha madurado y ha evolucionado. Confío en este proceso. Sé que no es fácil, pero creo que ya estamos viviendo la parte final, y así se siente». «Volvería a Venezuela si tuviera garantías jurídicas, si hubiera separación de poderes»Si bien está acostumbrada al estilo de vida británico –«muy rapidito»–, Chaparro volvería a Venezuela «si tuviera garantías jurídicas, si hubiera separación de poderes». Todavía recuerda cuando colaboraba en diversas ONG en Venezuela y cómo todo tenía que pasar «por los ojos del chavismo». Regresaría, «porque «reo que puedo aportar más allí que aquí», afirma, pero no de inmediato: «Volvería en cinco años, cuando haya visto que hay cierta estabilidad dentro del país».Orlando Álvarez Desde España «Algunos amigos en Venezuela están considerando la posibilidad de emigrar»Orlando Álvarez (58 años) llegó a España –donde actualmente viven más de 438.000 venezolanos– hace ocho años. «Vine inicialmente de manera cautelar debido al grave deterioro de la situación económica y la seguridad personal en Venezuela. No lo hice con la intención de emigrar, sino para aliviar un poco el estrés que generaba toda la situación en mi país –explica–. Sin embargo, al poco tiempo comprendí que no habría retorno. Por lo menos, tenía la nacionalidad española por mi padre». Abogado exitoso en Venezuela, «muchos de los cambios de criterio del Tribunal Supremo de Justicia se debieron a mis casos», tuvo que volver a estudiar para poder ejercer la abogacía en nuestro país. «No ha sido fácil, tuve que comenzar de cero». «Aunque siempre tuve la esperanza remota de que mi país volviera a la democracia, estaba claro que Nicolás Maduro no iba a entregar el poder»Álvarez, que tampoco pudo votar el día 28, se muestra tajante sobre la autoproclamada victoria de Maduro: «No ha ganado ninguna elección. Aunque siempre tuve la esperanza remota de que mi país volviera a la democracia, estaba claro que Nicolás Maduro no iba a entregar el poder, ya que controla todos los poderes y el ejército. Basta con revisar quiénes están en el Tribunal Supremo de Justicia venezolano y en el Consejo Nacional Electoral: son los más talibanes del gobierno», subraya. «Era obvio que el dictador no iba a reconocer ningún resultado», sentencia.El anuncio del CNE le confirmó la consumación «del fraude. Son tan chabacanos que los primeros resultados arrojaban un porcentaje que superaba el 100%, es decir, son tan ignorantes que ni siquiera se les ocurrió ajustar los números inventados».Orlando es de los que sí regresarían a Venezuela si se produce el cambio. «Sin duda alguna, habría regresado inmediatamente, aunque sin la intención de quedarme. Aún me quedan cosas pendientes por culminar en España». Pero no volverá, «ni de vacaciones, mientras continúe la dictadura».El abogado hispano-venezolano es muy escéptico sobre el papel de la comunidad internacional: «A la dictadura venezolana poco le importa la presión internacional. Simplemente, se está repitiendo el mismo guion». Sin familiares en Venezuela, sí conserva algunos amigos: «Me sorprende que hay mucho ánimo de lucha. Dicen que hay que salir a la calle porque es imposible pensar en continuar con ese gobierno seis años más (en mi opinión, el problema no son 6 años más). Algunos ya están considerando la posibilidad de emigrar y varios me han preguntado sobre temas migratorios en España », concluye.
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